Convergencia de crisis: La lucha por superar la crisis de dirección
En los últimos días importantes acontecimientos se produjeron casi simultáneamente. Estos son: el acuerdo de paz entre Arabia Saudí e Irán, con la mediación de China; la reunión de Xi Jinping y Putin en Rusia; las quiebras bancarias en Estados Unidos; la imposición de Macron de la contrarreforma de las pensiones y las gigantescas manifestaciones en Francia; la aprobación de la reforma judicial de Netanyahu en Israel y las movilizaciones populares en su contra.
Este conjunto de acontecimientos expresa la potenciación de la crisis mundial. Evidentemente, son de distinta importancia. Lo fundamental es que convergen en la misma dirección de descomposición del capitalismo y de las relaciones entre los países con mayor peso en el orden regional y mundial.
El acercamiento entre Arabia Saudí e Irán parece ir en dirección contraria, pero en realidad choca con los intereses de Estados Unidos en Oriente Medio y con la política de hostilidad de Israel. Anteriormente. Hace poco Biden buscó un alineamiento de los árabes en torno a la guerra de Ucrania, lo que implicaba intensificar la ofensiva sobre Irán. Es de gran importancia la presión estadounidense sobre los israelíes para que se alineen activamente con la coalición imperialista reunida para sostener la guerra en Ucrania y neutralizar el acercamiento entre China y Rusia.
Sin duda, el epicentro de la convergencia de los sucesivos acontecimientos se encuentra en la guerra de dominación en Ucrania, que ha entrado en su segundo año e indica la continuación de la escalada militar en Europa y Asia. De ahí que la esperada reunión entre Xi Jinping y Putin tuviera un significado especial.
Estados Unidos está impulsando francamente la guerra comercial y promoviendo un ciclo de rearme en Asia, lo que indica una preparación para una guerra en el Indo-Pacífico. Es sintomático que Japón se haya lanzado como un importante instrumento norteamericano del belicismo en curso. Y en Europa, esta línea de confrontación se expresa en el rearme de Alemania.
Los peligros latentes del choque de fuerzas militares en Ucrania son reconocidos por las partes en conflicto, que es el mayor desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea. Los propios analistas al servicio de la burguesía se refieren al desmoronamiento del orden mundial de posguerra. De gran importancia histórica es el colapso y liquidación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que abrió el camino para que Estados Unidos recurriera a una nueva partición que sustituyera a la de Potsdam y Yalta.
En el último período, especialmente desde el estallido de la guerra en Ucrania, Estados Unidos ha amenazado cada vez más a China para que no establezca una alianza militar con Rusia. El gobierno chino se ha mostrado cauto en su acercamiento al gobierno ruso, limitándose a no acatar la dictadura de las sanciones económico-financieras de Estados Unidos a Rusia. Sanciones cuyas consecuencias desintegradoras y regresivas tienen alcance internacional.
Por lo que se desprende de las noticias, China reforzó sus lazos comerciales y tecnológicos con Rusia y aprovechó la ocasión para reafirmar su propuesta de paz, presentada en la ONU durante los debates en torno al primer aniversario de la guerra. Esta iniciativa tiene la virtud de poner de relieve que la prolongación de la guerra se debe a la estrategia estadounidense de utilizar a los ucranianos como carne de cañón e imponer a Rusia el cerco de la OTAN.
Sin embargo, todo indica que la aspiración a poner fin a la guerra crecerá entre las masas europeas. La bandera de la paz tiende a potenciarse. Y China se guía por ese camino.
La crisis interna de Estados Unidos, que se agravó con la quiebra de los bancos Silicon Valley Bank y Signature Bank, pesará ahora en las decisiones de Biden. Las repercusiones en Europa se dejaron sentir inmediatamente con la quiebra de Credit Suisse. Crece la desaprobación de la población estadounidense ante el gasto estratosférico en la guerra de Ucrania. Y en Europa se hace más visible que la confrontación militar, la escalada bélica y las sanciones económicas y financieras las pagan en gran parte los asalariados.
Es en el contexto de la crisis europea donde los explotados franceses han protagonizado el movimiento más vigoroso y masivo para poner fin a la contrarreforma de las pensiones. Esto ha obligado al republicano Macron a exponer el carácter dictatorial de su gobierno, pasando por encima de la Asamblea Nacional. Las manifestaciones, con piquetes, bloqueos, resistencia a la represión policial y la creciente politización de las masas, situaron al proletariado francés en la primera trinchera de los explotados de toda Europa. Aunque se centraron en las reivindicaciones obreras, es perceptible su vínculo con la crisis más general del capitalismo y su agravamiento reflejado por la guerra en Ucrania.
Es muy posible que la bandera del fin de la guerra, enarbolada hace poco en Alemania, aunque sea en una protesta muy minoritaria, crezca en fuerza y recubra a las masas. La ofensiva de la alianza europeo-estadounidense para armar al gobierno de Zelenski con tanques y el envío de aviones de combate a través de Polonia van en contra de los sentimientos de los explotados y de la tendencia a agravar la lucha de clases. Si depende de las decisiones del imperialismo norteamericano, la guerra se prolongará y aumentarán los riesgos de traspasar las fronteras de Ucrania y Rusia. Este es el punto central de la crisis mundial.
Las respuestas tendrán que venir de la clase obrera y de los demás trabajadores. Una paz sin anexiones depende de que los explotados unidos se levanten contra la escalada militar, encabezada por Estados Unidos y contra el asedio de la OTAN a Rusia. Ninguna otra clase que el proletariado puede encarnar la bandera de la paz sin anexiones, que expresa la lucha de los oprimidos contra la guerra de dominación, por el derrocamiento del capitalismo y por el comunismo.
La crisis de dirección es profunda. La clase obrera necesita reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista. En esta lucha, el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI) está a la cabeza. Se trata de que la vanguardia con conciencia de clase refuerce su campaña internacionalista por el fin de la guerra de dominación en Ucrania.
(Editorial – POR Brasil Masas nº685)