El Congreso Nacional aprobó el acuerdo con el FMI y luego rechazó las medidas que se orientaban a la investigación del fraude
La famosa “grieta” se cerró por una semana. Fue cuando hubo que votar la aprobación de la negociación de Argentina con el FMI. Hace un año se unieron los bloques mayoritarios para aprobar el miserable acuerdo antinacional con el FMI.
Decir que la deuda fraudulenta la contrajo Macri es una parte de la verdad. El gobierno de Fernández-Kirchner reconoció esa deuda realizando los pagos previstos e incluyendo las partidas en los presupuestos. El Congreso coronó este fraude votando el acuerdo de pago. Y la Justicia no intervino pese a las denuncias sobre los vicios constitucionales sobre su contratación. Todos unidos contra el interés nacional.
El proyecto ya había tenido media sanción en la Cámara de Diputados el 11 de marzo de 2022 con 202 votos positivos. Los 111 votos de la alianza Juntos por el Cambio -sobre 116- fueron el mayor respaldo. El Frente de Todos contó 75 votos a favor, 28 diputados lo rechazaron y 13 se abstuvieron (aunque muchos de ellos aclararon que si peligraba la votación hubieran votado a favor). Con la aprobación en el Senado de la Nación el 17 de marzo del año pasado se reconoció plenamente la deuda fraudulenta contraída por Macri.
Recordemos también que para contraer semejante deuda en 2018 Macri no convocó al Congreso para su aprobación.
Era el mayor préstamo del FMI en su historia otorgado por presión de Trump para que Macri tuviera posibilidades de ganar las elecciones de 2019.
Los legisladores del FDT en disidencia presentaron un documento titulado “La Vuelta al FMI: ¿Cómo llegamos hasta aquí?”. Decían que no corresponde “aplicar un plan de ajuste en las actuales circunstancias del país”, que los acuerdos con el FMI “no son apropiados para promover el crecimiento ni tampoco para controlar la inflación” y preguntaron “quién va a pagar esta deuda contraída de manera tan irregular cuando, además, buena parte de la misma fue fugada del país”.
Las consecuencias del acuerdo están a la vista. Y todos esos legisladores permanecen dentro del FDT y abogan por mantener su unidad para las próximas elecciones. ¿qué valor tienen las palabras para todos ellos?
El Acuerdo con el FMI siguió las exigencias de las cámaras empresarias más poderosas contra la voluntad de la mayoría de la población, que se expresó en multitudinarias manifestaciones, cortes y ollas populares en todo el país. Pese al repudio popular, la CGT se cuidó muy bien de no lanzar alguna medida de lucha que creara fricciones con el gobierno y los grandes capitalistas, había que dejar que el acuerdo entreguista pase.
Con algo de vergüenza los legisladores que se oponían al acuerdo sostuvieron durante varias semanas una campaña por la “investigación de la deuda”, de la “fuga de divisas”, “que la paguen los que se beneficiaron”, “los que se la llevaron afuera”, etc. Esta campaña se terminó cuando el Congreso rechazó la iniciativa de que se levantara el secreto impositivo, bursátil, financiero, bancario, para poder investigar. Agacharon la cabeza y se callaron para no abrir más la boca con promesas que son incapaces de cumplir.
Toda la política del gobierno de Fernández se estructuró alrededor del objetivo de reconocer y renegociar la deuda externa, aceptando el programa económico del FMI. Lo alertamos desde antes que asumiera. Ni siquiera sus tímidos objetivos de conseguir alguna quita de la deuda del FMI, que se estiraran los plazos de pago o que eliminara la tasa de interés extraordinaria, fueron conseguidos.
El Acuerdo con el FMI exige seguir bajando el déficit fiscal este año, más ajuste, a pesar de las enormes dificultades creadas por la sequía, los aumentos de los precios debido a la guerra, etc. Exige acelerar la quita de subsidios en las tarifas y reducir los programas de “asistencia social”, que la tasa de interés siga subiendo y que se siga devaluando el peso de acuerdo con la inflación.
En este punto se concentra la política antinacional, entreguista de este Gobierno, con el seguimiento del Congreso, la Justicia, la burocracia sindical, los medios de comunicación y los partidos defensores del orden capitalista. No hay cómo conciliar esta política con el interés de la mayoría oprimida.
Se debe desconocer la deuda externa y todos los planes del FMI. Esta es una tarea nacional de primer orden que sólo puede ser conquistada por la lucha de la clase obrera, con sus propios métodos, con su propia política, acaudillando a la mayoría oprimida.