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Crónica de una pobreza anunciada

El problema de la pobreza en Argentina va in crescendo según pasan las décadas, sin pistas concretas que alienten su retroceso en forma abrupta. En la década menemista luego de la hiperinflación de 1989 los índices de pobreza oscilaron en el 22%. Luego de la crisis 2001, durante el mandato presidencial de Duhalde los datos señalaban el 66%. Con la llegada de los Kirchner al poder, se mejoraron los índices al 30% de pobreza (manipulación del INDEC mediante), durante los 12 años de gobierno. Con el macrismo en el ejecutivo nacional, se verificó un nuevo repunte de la pobreza que hacia el final del periodo llegó al 36%.

Llegando a la actualidad con los Fernández en el poder, durante los años 2020 y 2021 (recordemos las restricciones a la circulación) de pandemia las variables tocaron el 43% de pobreza y el 11% de indigencia respectivamente. Si estos datos parecen aberrantes (y justificados desde el oficialismo por el COVID-19), veamos los actuales tomados en el último semestre 2022: aproximadamente 18 millones de personas no cubren sus necesidades básicas, lo que corresponde al 39,2% del total de habitantes del país, corroborado por el INDEC. Asimismo, la indigencia llegó al 8,1%, lo que representa que 3.700.000 habitantes se encuentran en la indigencia.

En la Patagonia la pobreza llega al 34,7% de la población e indigencia en 5,3%. Sin embargo, en el conglomerado Neuquén-Plottier, la cifra llegó al 38,4%, representando un total de 121.534 personas. Por su parte, 13.670 neuquinos (un 4,3%) viven hoy en condiciones de indigencia.

Lo más atroz de estas estadísticas se registran en la pobreza y la indigencia de la niñez, alcanzando el 54,2%, es decir 5,7 millones de entre 0 y 14 años viven en la pobreza. Por su parte, la indigencia alcanza al 12%, abarcando 1.265.000 de las infancias una alimentación insuficiente, al menos.

Este cuadro dramático es realizado por los organismos oficiales de la clase dominante, con sus propios criterios de pobreza e indigencia, que son muy inferiores a los del proletariado, lo que significa que la situación real es aún peor.

Con todo lo reflejado es claro que el AJUSTE de Massa y el nefasto pacto con el FMI, deja ganadores a los países imperialistas y las grandes transnacionales -con sus aliados locales- favorecidos por planes a su medida (SOJA III). Frente a ello, las masas trabajadoras y desocupadas, debemos organizarnos para derribar los acuerdos con organismos depredadores. Intervengamos en las elecciones burguesas para propagandizar el programa de la revolución socialista, anulando el voto con estas ideas.

(Nota de MASAS nº433)

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