Israel: Netanyahu suspende la reforma judicial
El 27 de marzo, en medio de protestas masivas y una huelga general, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, alegando «responsabilidad nacional» y para «evitar una división de la nación», anunció la suspensión de la tramitación de la reforma judicial. La reforma, de aprobarse, debilitaría al Tribunal Supremo, permitiendo al gobierno una mayor injerencia en el nombramiento de jueces, y al Parlamento, dominado por la alianza gobernante, poder anular las decisiones de la Suprema Corte por mayoría simple.
Para los manifestantes, la suspensión de la reforma es insuficiente, pues exigen su retirada del orden del día. Sin ello, Netanyahu podría reanudar el proceso en la próxima legislatura.
La marcha atrás del Primer Ministro disgustó al ala oscurantista y ultranacionalista de su gobierno, que exigió la aprobación inmediata de la reforma, con el fin de eliminar el menor obstáculo que pudiera quedar para una ofensiva abierta contra el pueblo palestino, en forma de masacres y avance de los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania. Para apaciguar los ánimos, Netanyahu concedió al ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, la creación de una «guardia nacional» bajo su mando, que constituiría, en la práctica, un elemento fascista en el gobierno.
Para la decisión de Netanyahu de suspender la reforma influyeron las críticas públicas del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que reprendió el intento del gobierno israelí de debilitar a la Corte Suprema. Los roces de los demócratas con Netanyahu tienen un peso enorme, ya que Estados Unidos es el principal aliado de Israel y el principal responsable de su existencia. Una crisis de esta magnitud, en caso de descontrolarse, perjudicaría sin duda los intereses estratégicos estadounidenses en Oriente Medio, sobre todo teniendo en cuenta el cerco a Irán. En la decisión de Netanyahu también influyeron las fisuras dentro de las fuerzas armadas, principalmente entre los reservistas, que veían en la medida de Netanyahu un debilitamiento del Estado sionista y de la «democracia» burguesa.
La crisis política en torno a la reforma judicial se ha limitado al ámbito de la política burguesa. Las manifestaciones y la huelga general contra la reforma judicial no se oponían a la política de anexión de territorio y genocidio del pueblo palestino por parte del Estado sionista. El 03/04, una nueva invasión del ejército israelí en la ciudad cisjordana de Nablus mató a dos palestinos más, elevando el total a 94 muertos sólo en 2023. El 05/04, antes del amanecer, la policía israelí invadió la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén y llevó a cabo una brutal represión, hiriendo a palestinos y destruyendo objetos, con el saldo de 350 palestinos detenidos.
La intensificación de los conflictos que involucran al Estado sionista opresor se dan en el marco del avance de la crisis mundial del capitalismo, con el agravamiento de la guerra en Ucrania y las tensiones bélicas de EEUU y China en el Indo-Pacífico. Oriente Medio sigue siendo una región estratégica para la dominación del imperialismo estadounidense, en lo que se refiere al control de las fuentes de materias primas (petróleo). El Estado sionista fue impuesto por el imperialismo a través del genocidio del pueblo palestino, como base para la dominación del imperialismo norteamericano en la región. La estrategia revolucionaria no es otra que la unidad de los oprimidos palestinos y judíos para la destrucción del Estado sionista, y la constitución de una República Socialista de Palestina, una e independiente, como parte de la constitución de los Estados Unidos Socialistas de Oriente Medio.
(POR Brasil – Masas nº686)