Brasil: acabar con el racismo con los métodos de la lucha proletaria
Las medidas punitivas y de concientización no son capaces de eliminar la opresión racial
Este domingo (21), la secuencia de ataques racistas que el atleta brasileño Vinícius Jr. sufrió en la Liga española de fútbol causó inmensa conmoción y tuvo eco en las redes sociales. Artistas, clubes de fútbol, profesionales, instituciones, movimientos populares, políticos, entre otras entidades, a través de notas públicas, se solidarizaron con el jugador y expresaron su bronca por la connivencia de los dirigentes del campeonato, del club del jugador agredido y del gobierno español en no pronunciarse y tomar medidas inmediatas para castigar a los hinchas que, a coro, gritaron «mono» a Vinícius antes y durante el partido. Entre otros puntos presentes en las notas de rechazo son recurrentes: el desacuerdo con la perpetuación del racismo, expresado, por ejemplo, en la declaración de Lula a TV Brasil el lunes: «No es posible que casi en pleno siglo XXI tengamos prejuicios raciales ganando fuerza en varios estadios de fútbol en Europa». O la imputación de medidas punitivas a otro caso de racismo.
Pero, ¿por qué, incluso después de la criminalización del racismo y de los insultos raciales, del rechazo de los discursos de odio, de las campañas educativas de concienciación, entre otros recursos, para erradicar esta opresión, el racismo sigue arraigado y operando constantemente de las formas más crueles? ¿A quién interesa que no avance la concientización de las masas de que estos métodos por sí solos no son capaces de acabar con el racismo? ¿Por qué resuenan preguntas cínicas como «¿Hasta cuándo?» en el discurso de las organizaciones políticas que supuestamente deben responder al problema? ¿Por qué, en casos como el del joven negro Vinícius, principal jugador del club, se tardó más de 24 horas en producirse un pronunciamiento de condena, no llevan a la reflexión de que el ascenso social y financiero y la representación en espacios de poder y decisión no eximen a las personas negras de sufrir ataques racistas, y mucho menos eliminan esta opresión?
Para responder a estas contradicciones, el Partido Obrero Revolucionario reivindica la política proletaria como método para acabar con la opresión racial. El racismo es histórica, estructural y esencialmente una manifestación de la opresión de clase. Este hecho es ocultado por organizaciones reformistas que se proclaman antirracistas porque proponen eludir los males del racismo dentro del sistema capitalista. El antirracismo burgués y pequeñoburgués es hipócrita porque se indigna ante casos como éste, pero ignora completamente e incluso apoya las medidas de los gobiernos burgueses que atacan las condiciones de vida de la mayoría negra y pobre del país, como las contrarreformas laborales y de la seguridad social. La sociedad de clases determina las relaciones de poder y somete a la masa trabajadora negra al subempleo, al desempleo, a condiciones miserables de existencia con violencia policial y encarcelamiento masivo, entre otras atrocidades, exponiendo la necesidad de superar el modo de producción capitalista, que orquesta las más diversas formas de opresión, para superar el racismo.
La democracia burguesa, con sus recursos legislativos y parlamentarios, es incapaz de promover siquiera lo que se proponen: reparación histórica, castigo y educación. Basta ver la perpetuación de casos como éste y de nuevos disfraces de esclavitud, ahora asalariada, y con medidas punitivas y de concienciación que, por sí solas, no elevan la conciencia de la sociedad a lo nefasto que son los llamados crímenes de odio, que, en realidad, son manifestaciones raciales de la sociedad de clases, que ha determinado, por razones puramente económicas, que el blanco es superior al negro.
Es urgente levantar la bandera de la independencia organizativa de los movimientos sindicales, estudiantiles y populares, no alimentando la ilusión de que es posible superar la opresión dentro de la democracia burguesa, con sus recursos, hastags y latiguillos. Señalar el camino hacia la unidad y la organización de las masas oprimidas a través de la política proletaria revolucionaria en torno a sus reivindicaciones cotidianas, vinculando estas reivindicaciones a las tareas estratégicas de la revolución proletaria, es decir, con la plena conciencia de que sólo con el fin del modo de producción capitalista se erradicará el racismo reaccionario y odioso.
El movimiento negro brasileño (MNU, Colisão Negra) está totalmente comprometido con el oficialismo, es decir, comprometido con la política burguesa, y por lo tanto no puede responder de forma consecuente al racismo. No puede combatir la opresión racial con el programa y las formas de lucha propias de la clase obrera. No puede levantar las banderas que unen a la mayoría oprimida y que pueden mover a las masas a una lucha consecuente contra la opresión racial: ¡fin a toda opresión de clase! ¡A igual trabajo, igual salario! ¡Empleo para todos (escala móvil de horas de trabajo)! Aumento general de los salarios, por un salario mínimo vital, suficiente para mantener a una familia trabajadora! ¡Abajo las contrarreformas que masacran a la mayoría negra y pobre del país!
Lo que le ocurrió a Vinícius Jr. es el día a día de millones de negros en Brasil, en Estados Unidos y en la mayoría de los países. Por eso, los ataques racistas de los blancos opresores y reaccionarios deben ser respondidos inmediatamente con la organización del movimiento colectivo de masas, capaz de unir a los negros y blancos explotados contra el capitalismo arcaico y el Estado burgués putrefacto. En el momento en que la mayoría oprimida luche y tome conciencia de que el racismo será desterrado en la sociedad socialista, la clase obrera estará a la cabeza de la lucha por su propia liberación de la esclavitud asalariada.
¡NINGUNA CONCESIÓN AL RACISMO!
¡NO A LA HIPOCRESÍA DE LAS INSTITUCIONES Y AUTORIDADES BURGUESAS!
¡TOMEMOS LA LUCHA ANTIRRACISTA EN NUESTRAS MANOS COMO PARTE DE LA LUCHA ANTICAPITALISTA!
(POR Brasil – 24 de mayo de 2023)