CERCI

Reunión de la dirección del CERCI

El día 30, los miembros del CERCI participaron de una evaluación del Congreso con el CC reelegido. Luego celebraron su reunión. Continuó con la valoración del Congreso. Discutió la evolución de la crisis mundial, cuyo epicentro es la guerra en Ucrania y la escalada militar impulsada por Estados Unidos y su alianza imperialista. Se aprobaron puntos para una resolución, que publicamos en este número de Massas. A continuación se discutió un pronunciamiento sobre el asesinato de Trotsky el 20 de agosto de 1940. Próximamente se publicará un manifiesto. También se discutieron los informes de Argentina, Brasil y Chile. Se estableció la importancia de las reuniones periódicas de la dirección del CERCI y se fijó fecha para la realización de su Conferencia, luego de la realización de los Congresos del POR en Brasil y Argentina. Un acta para discusión interna fue circulada. Corresponde a las secciones estudiarlo y pronunciarse. (POR Brasil – Masas nº695)

 

Reunión del CERCI – 30 de julio de 2023

El debate sobre la situación internacional incorporó los acontecimientos de los últimos meses, que confirman nuestros análisis y pronósticos anteriores: la crisis de 2008 nunca terminó, se ha extendido y profundizado. Avanza la descomposición y desintegración del capitalismo, que se está cobrando víctimas entre las mayorías oprimidas, tanto en las semicolonias como en las metrópolis. Se agrava la guerra comercial y su transformación en guerra abierta, que no cesa de intensificarse. Crece la tendencia al proteccionismo en las potencias. Las fuerzas productivas chocan con las relaciones de producción que las bloquean. El capital financiero busca expandirse tratando de derribar las fronteras nacionales por todos los medios posibles, presionando para saquear los recursos de las semicolonias o impedir que otros sectores aprovechen esos recursos. EEUU y la OTAN han declarado explícitamente que su objetivo es confrontar con  Rusia y China para mantener la hegemonía occidental. El endeudamiento de países, empresas y familias ha crecido al máximo nivel, convirtiéndose en otro factor explosivo de la economía. Todas las contradicciones de esta etapa imperialista del capitalismo siguen presentes y tienden a aumentar. Insistimos en decir que vivimos una época de contrarreformas, de ataques a todos los derechos y conquistas de la humanidad en las últimas décadas, que no hay posibilidad de reformar el capitalismo, que la clase obrera debe encabezar los levantamientos de los oprimidos para acabar con su dominación mediante la revolución social y comenzar a construir una nueva sociedad sobre bases nuevas, socialistas, apoyadas en la expropiación de los grandes medios de producción.

 

  1. La crisis política mundial del capitalismo se acelera y amplía

Esta crisis se debe a la división de la burguesía en EEUU, al enorme déficit presupuestario y al coste de su financiación. A principios de año, la deuda alcanzó el límite legal de 31,4 billones de dólares y recientemente se incrementó en otros 2,5 billones a cambio de más ajustes en el gasto. Crisis por la intervención en la guerra de Ucrania y el coste de sostener su economía y armamento, y las consecuencias en la subida de los precios de la energía y los alimentos. El aumento sostenido de los tipos de interés tiene como objetivo forzar una recesión, provocando desempleo, para reducir las tasas de inflación.

Crisis de la democracia burguesa debido a los enfrentamientos que se produjeron en las elecciones presidenciales, la impugnación del resultado electoral por parte de Trump, el asalto de sus partidarios al Capitolio con muerte y destrucción. Y la judicialización de los enfrentamientos contra Trump y Biden.

Crisis en Francia, luchas de masas cada vez más radicalizadas con acciones casi insurreccionales. Macron tuvo que recurrir a medidas dictatoriales para imponer su reforma de las pensiones. Macron, cada vez con menos apoyos, se enfrenta desde hace semanas a huelgas generales masivas y rebeliones en barrios pobres, y ahora a la crisis de sus colonias en África, cuyo epicentro es el golpe de Estado en Níger, manifestaciones masivas de apoyo al nuevo gobierno militar y amenazas de intervención de Francia.

Las huelgas y movilizaciones crecen en Inglaterra y en varios países europeos, también golpeados por el aumento del coste de la vida, la guerra y la recesión.

Las luchas de las masas en Israel contra la reforma judicial promovida por su gobierno de ultraderecha llevan ya varios meses, y el gobierno, por su parte, está intensificando su ofensiva contra el pueblo palestino hasta niveles insoportables.

La agudización de la crisis política en las metrópolis abre el camino a la intervención masiva.

El golpe de Estado del 26 de julio en Níger es el último acontecimiento que refleja el avance de la crisis mundial, ya que implica los intereses del imperialismo, principalmente los de Francia, y la creciente presencia de China y la influencia de Rusia. Se espera que la intervención de las potencias que controlan la Comunidad Económica de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Africana (UA) aumente la inestabilidad en todo el continente. La declaración de Senegal a favor de la acción militar a través de la CEDEAO, y por tanto de Estados Unidos y la Unión Europea, indica la dimensión militar que está tomando África. Francia controla la extracción de uranio y se resiste a perder el control en favor del Estado nigerino. Estados Unidos y Francia mantienen bases militares en Níger, de importancia estratégica para la dominación imperialista. El apoyo del pueblo al golpe tiene como contenido la lucha por la independencia nacional del país, cuya ruptura con el dominio colonial en 1960 no condujo a la verdadera emancipación nacional de Níger, así como la de todos los países africanos. La realización de las tareas democráticas en el continente africano depende de las revoluciones proletarias y de la unidad antiimperialista. Ésta se encuentra objetivamente en el centro de la revuelta popular contra el saqueo de las riquezas naturales por Francia y otros opresores. La clase obrera internacional, y en particular la de Francia, debe apoyar el levantamiento popular, defender la soberanía de Níger y luchar contra cualquier injerencia exterior de las fuerzas del imperialismo y de sus servidores africanos de la CEDEAO. Hay que llamar a los explotados africanos a la unidad antiimperialista, para que la clase obrera, los campesinos y los demás oprimidos de Níger tomen en sus manos la gestión del país y decidan qué forma tomará el régimen social y político, sin ninguna injerencia de los saqueadores. Esta es la manera de construir partidos revolucionarios en África, sin los cuales las antiguas colonias no pueden lograr una verdadera independencia nacional.

 

  1. Fracaso de la reunión de la CELAC

Representantes de la Unión Europea (UE) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reunieron los días 17 y 18 de julio en Bruselas. El objetivo declarado era abrir las relaciones económicas, de las que se viene hablando desde hace tiempo, pero las posiciones sobre la guerra de Ucrania acabaron entorpeciendo las negociaciones. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, invitó a Zelensky a la reunión aun sabiendo que sería rechazado por los representantes de los demás países. La pretensión de apoyar las acciones militares de la OTAN es una auténtica provocación.

La verdadera razón de la provocación reside en el desacuerdo sobre los términos del acuerdo comercial, ya que Europa no consiguió todas las condiciones que le permitirían sacar el máximo partido protegiendo sus intereses, especialmente en agricultura. Sus ofertas de inversiones para «compensar» sus ventajas fueron poco atractivas, por lo que también quedaron en nada. Al mismo tiempo, hubo resistencia en América Latina a permitir que el capital europeo compitiera por las compras y licitaciones públicas en igualdad de condiciones con las empresas locales.

El Mercosur fue incapaz de aparecer como una organización capaz de negociar con el capital imperialista, o incluso de representar los intereses comunes de las burguesías latinoamericanas.

 

  1. Tendencia hacia la Tercera Guerra Mundial

La prolongación de la guerra en Ucrania, el avance de la OTAN incorporando a Suecia y Finlandia (y a Ucrania en un Consejo); la reciente reunión en Japón y su acercamiento, el acuerdo AUKUS, el creciente militarismo y el aumento de los presupuestos militares de los países indican la tendencia hacia una Tercera Guerra Mundial, que está en ciernes.

La OTAN ha definido con precisión a su enemigo inmediato, Rusia, y a China como su enemigo estratégico en la lucha por mantener la hegemonía occidental. Sectores del propio imperialismo advierten del peligro de una nueva guerra mundial, como en su día advirtieron del peligro de provocar a Rusia, pero es la descomposición imperialista, su relativo retroceso en la economía mundial, lo que está llevando a la acentuación de la guerra comercial y el proteccionismo, conduciendo ciegamente a la conflagración mundial.

Son conscientes de que hoy no están en condiciones de lanzar una guerra generalizada, que necesitan prepararse, también son conscientes de que tras las dos guerras anteriores se produjeron las dos revoluciones sociales más importantes del siglo pasado, son conscientes de que, una vez generalizada, la guerra desarrolla su propia dinámica y las condiciones cambiarán rápidamente, pero la lucha por preservar la hegemonía e impedir el avance de China conduce a este choque bélico, que tendrá consecuencias catastróficas para la humanidad.

 

  1. Impasse en la guerra, el debate sobre la paz

La guerra en Ucrania fue promovida por EEUU y la OTAN expandiendo su alianza en Europa, utilizando a Ucrania como carne de cañón, causando un verdadero desastre humano y material. Es quizás el acontecimiento bélico más importante desde la Guerra de Corea, porque tiene lugar en Europa. El objetivo es desgastar a Rusia, acorralarla económica y militarmente, derrocar su régimen, derrotar y subordinar a sus fuerzas armadas y fragmentarla para aprovechar mejor sus recursos. Ucrania ha sido puesta bajo el mando económico del FMI y el mando militar de la OTAN, aunque no ha sido incorporada formalmente, subordinando por completo sus fuerzas armadas.

EEUU fue capaz de construir un frente imperialista en torno a la OTAN como nunca antes en la historia. Esto fue posible gracias a la caída de la URSS y el avance del proceso de restauración capitalista y la sumisión de los gobiernos de Francia y Alemania, que no aceptaban ampliar las bases de la OTAN ni provocar a Rusia en Georgia y Ucrania. La OTAN estaba prácticamente muerta bajo la administración Trump. Esta ofensiva de EEUU le ha permitido avanzar sobre Rusia y también someter a Europa.

Al mismo tiempo que las potencias están suministrando a Ucrania armamento cada vez más sofisticado, probando y corrigiendo las armas que ya han enviado, han empezado a buscar alguna forma de contener la guerra, porque su prolongación provoca mayores costes políticos. Algunos países y sectores quieren intervenir más abiertamente, incorporar formalmente a Ucrania a la OTAN y dar un golpe final, mientras que otros creen que no hay condiciones políticas ni militares para desencadenar esta ofensiva. La tan cacareada contraofensiva no ha logrado los resultados prometidos, apenas ha avanzado unos kilómetros con una gran pérdida de armamento.

Rusia tampoco puede avanzar, sólo se aferra a las posiciones ganadas, soportando la crisis del grupo mercenario Wagner, que ha jugado un gran papel en el frente y ha intervenido militarmente dentro de Rusia en un intento de cuestionar la política militar del gobierno y otros objetivos que aún desconocemos.

Ahora se suma a la crisis de exportación de grano de Ucrania. Rusia no renovó el acuerdo para enviar el grano a través del Mar Negro y bombardeó las instalaciones portuarias, denunciando que el grano exportado de esta forma el año pasado no estaba destinado a alimentar a los pobres de África, sino a países europeos. Ante la alternativa de exportarlo por tren a Europa, Polonia, la República Checa y Hungría rechazaron que el grano pasara por sus países porque compite con su propia producción y no pertenece a la Unión Europea. Polonia, que parecía la más agresiva en su defensa de Ucrania, es la que más obstáculos pone al grano ucraniano.

EE.UU. no puede impulsar la paz, aunque evita comprometerse en una guerra más directa por parte de la OTAN y sus socios. La crisis política y económica, las elecciones presidenciales del próximo año en EEUU, parecen exigir algún acuerdo, explícito o no, para enfriar la guerra. La guerra ha devastado Ucrania, con miles de muertos, heridos y millones de emigrantes y una destrucción de sus carreteras, presas, puentes, fábricas y casas que tardará muchos años en reconstruirse.

Los oprimidos están hartos de la guerra que parece no tener fin y que les acarrea todo tipo de dificultades, desde las pérdidas registradas hasta el aumento de los precios de la energía y los alimentos, la escasez y la recesión.

Las propuestas de paz debatidas por los gobiernos y el Vaticano son pura hipocresía. La base de la guerra y del militarismo reside en la descomposición del capitalismo. Las potencias imperialistas no renunciarán a su objetivo de restaurar un orden mundial agotado. Cualquier propuesta de paz en sus manos es sólo un parche para continuar después la guerra con más fuerza.

El fin de la guerra en Ucrania y una paz duradera sin condicionamientos anexionistas serán impuestos por la clase obrera y su política. Desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares norteamericanas en Europa. Fin del militarismo y de todas las sanciones económicas de los países imperialistas. Derrotar al imperialismo. Esta será la base para conquistar la autodeterminación de las naciones y resolver su integración territorial, sin anexiones, reconstruyendo la antigua URSS o la unidad que deseen, sin ningún tipo de imposición, acabando con todas las formas de opresión. En estas condiciones, Rusia tendrá que retirar sus tropas de los territorios ocupados. La única manera de restaurar la unidad de la clase obrera y los oprimidos de Rusia, Ucrania y toda Europa es reconstruyendo las organizaciones soviéticas, reconstruyendo los partidos bolcheviques, armando a toda la población.

Esta es la manera de defender a Rusia contra la ofensiva imperialista y de lograr la paz sin anexiones. No es mediante la fuerza militar o la dominación económica como se puede defender a Rusia y a los países que formaban parte de la antigua URSS e impedir la injerencia imperialista en sus países, sino mediante la acción de las masas con su propio programa y estrategia, con su propia organización.

Es urgente que la clase obrera mundial adopte esta política para evitar una gran tragedia, mayor que la que vivimos hoy, vinculándola a su lucha por el salario, por el empleo, contra la precariedad, en defensa de los derechos laborales.

 

  1. La crisis política del imperialismo abre el camino a la intervención de masas

La clase obrera está atrasada en su lucha

Las condiciones objetivas y materiales para la revolución proletaria están más que presentes.

Lo que aparece siempre en todas las luchas es la crisis de la dirección revolucionaria, que expresa las tendencias más profundas de las masas a acabar con el orden capitalista con sus propios métodos, con su propia estrategia.

La mayoría de las direcciones sindicales y políticas de la clase obrera en Europa no rompen con la OTAN, y esta falta de independencia frente a la intervención imperialista condena las luchas de los oprimidos, que tendrán que ignorar a estas direcciones. También encontramos corrientes que reivindican el trotskismo que han abandonado cualquier perspectiva de clase y exigen una intervención más activa de la OTAN para derrotar a Rusia.

Esta quiebra de las direcciones sindicales y políticas de la clase obrera es consecuencia de la disolución de la III Internacional, la mayor conquista de la clase obrera internacional en la construcción de su centro político, y de la incapacidad de las corrientes que reivindican el trotskismo para ocupar este lugar debido a su revisionismo. El CERCI trabaja para reconstruir este centro internacional sobre la base de las conquistas políticas programáticas de la clase obrera, reivindicando el Programa de Transición de la IV Internacional.

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