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¡Por el fin de la matanza en la Franja de Gaza!

Llamado del Partido Obrero Revolucionario a la lucha antiimperialista (POR Brasil – 16 de octubre de 2023)

La Franja de Gaza está completamente devastada por los bombardeos del Estado sionista. El número de muertos crece día a día. No importa si son hombres, mujeres, ancianos o niños. En apenas unos días de bombardeos ya se han producido 2.670 muertes, más que en el enfrentamiento de 2014. No importa si las potentes bombas alcanzan casas, edificios, escuelas y hospitales. El objetivo es aterrorizar a la población desarmada, indefensa y desorientada.

La respuesta al ataque de Hamás, preparada por el gobierno de Netanyahu y apoyada por Estados Unidos, es destruir la «organización terrorista». Para ello, las poderosas Fuerzas de Defensa de Israel deben convertir la Franja de Gaza en escombros y pasar por encima de innumerables cadáveres palestinos. El Estado sionista puede cumplir fácilmente esta tarea desde el cielo, con sus sofisticados aviones de guerra, proporcionados por Estados Unidos.

El hecho de que las masas palestinas no estén organizadas y armadas favorece la incursión de las tropas israelíes, como han demostrado las anteriores invasiones de la Franja de Gaza. Hamás cuenta con el apoyo de los palestinos, pero no los arma para la guerra de liberación de su territorio apropiado por la burguesía sionista, con el apoyo del imperialismo norteamericano. El contenido nacional y de clase del enfrentamiento mortifero es que, del lado de los judíos sionistas, se libra una guerra de dominación, y del lado de los palestinos, una guerra de liberación. Este contenido nacional pone al descubierto la dominación imperialista, encarnada por el gran capital y dirigida a explotar a la mayoría explotada.

La experiencia de la ocupación de la Franja de Gaza de 1967 a 2005 demuestra que la burguesía sionista, siempre apoyada por el imperialismo estadounidense, necesita ampliar su territorio y, para ello, someter a los palestinos, cueste lo que cueste. La opresión nacional más pesada y nefasta se concentra en la Franja de Gaza.

La retirada de la ocupación sionista hace dieciocho años no se ha traducido en una relajación del asedio económico, militar y social. Los 2,5 millones de habitantes de la Franja de Gaza no tienen vida propia, dependen de la autorización para todo excepto para la procreación.

La divergencia que rompió la unidad de la OLP y llevó a Hamás al poder en 2007 estuvo condicionada por la extrema opresión que sufría la población de la Franja de Gaza. Ello expresaba el conflicto histórico de la implantación de un Estado sionista, decidido por las fuerzas victoriosas de la Segunda Guerra Mundial en un acto de la ONU bajo la égida de Estados Unidos.

El Acuerdo de Oslo de septiembre de 1993 nació muerto. El Estado sionista no pudo cumplirlo y Estados Unidos no quiso imponerse como su garante. La Autoridad Palestina, dirigida por Fatah/OLP, sumisa y corrompida por la «ayuda» de dinero de las potencias, capituló, poco dispuesta a reaccionar ante el incumplimiento del Acuerdo, que en resumen preveía: la retirada de las fuerzas de ocupación de Cisjordania y Gaza, el autogobierno en Cisjordania y el control de Jerusalén Este, que sería la capital de un Estado palestino.

El Estado sionista y Estados Unidos han maniobrado para impedir una resistencia unida del pueblo palestino. Han trabajado para dividir el movimiento por el derecho de existencia de la nacionalidad expropiada y expulsada de su territorio, mediante acciones militaristas de los sionistas y de subvenciones financieras. Un río de sangre ha corrido desde la creación por la fuerza del Estado sionista en 1948, a partir de la guerra entre los sionistas (apoyados por el imperialismo) y los árabes, que comenzó en mayo de ese año y no terminó hasta julio de 1949. Para los sionistas victoriosos, se llamó «Guerra de Independencia»; para los árabes, «La Catástrofe», cuyo significado histórico fue el de una «Guerra de Liberación».

Judíos inmigrantes y palestinos pasaron a enfrentarse violentamente, en una relación de fuerzas totalmente favorable al movimiento sionista de ocupación de Palestina. Se estableció en la región un colonialismo promovido por el capital financiero y por oligarcas judíos. Frente a esta fuerza social exógena, los palestinos, económicamente atrasados y sin recursos militares, perdieron sus tierras y acabaron presionados en Cisjordania y la Franja de Gaza. Este fue el resultado de la victoria sionista en la guerra de dominación de 1948-1949.

El proceso de dominación ha demostrado que sin armar a la nación oprimida, y por tanto a la población oprimida, no hay forma de resistir al poder militar del capital financiero. El armamento del pueblo en la guerra de liberación depende de una dirección revolucionaria, que en nuestro tiempo es la expresión y encarnación del programa de la revolución social del proletariado.

Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) se distinguió de Al Fatah (Movimiento de Liberación de Palestina) por tener una base religiosa, por no aceptar el Estado sionista y por continuar la resistencia armada abandonada por los dirigentes de Al Fatah/OLP. En 2006, Hamás rompió la hegemonía de la Autoridad Palestina sobre la Franja de Gaza. Formada en 1989, vino a expresar la revuelta instintiva de los palestinos, con los jóvenes al frente, con la Intifada de ese año. Las fuerzas sionistas utilizaron armas de guerra para aplastar un levantamiento masivo, dotado sólo con piedras, palos y rebeldía.

En la revuelta de las masas contra la opresión nacional están los gérmenes de la revolución social. Sin embargo, la organización armada Hamás, surgida frente a los acuerdos de «pacificación», que condujeron a la capitulación de Al Fatah/OLP, se limitaba y se limita al nacionalismo, que preserva la opresión de clase que subyace a la opresión nacional.

Históricamente Hamás tiene como progenitor a los Hermanos Musulmanes, un movimiento religioso cuya propulsión reside en su resistencia al avance de las relaciones capitalistas, impulsadas en última instancia por la penetración y dominación del imperialismo en Oriente Medio. Su fuerza en la Franja de Gaza reside en el hecho de que surgió del seno de una población sufrida y en posición de rebelión contra su colonizador.

La formación de las brigadas Izz ad-Din al-Qassan tuvo lugar como parte de un movimiento político y social para expulsar a los traidores de Fatah/OLP y resistir el asedio colonialista del Estado sionista. La orientación nacionalista-religiosa hace imposible que Hamás converja con la revolución social y arme a las masas oprimidas, sin lo cual no puede enfrentarse al poder militar del Estado sionista.

La retirada de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza, gracias a la resistencia de las masas, no significó la entrega del pequeño trozo de territorio palestino al gobierno de Hamás. El asedio no permitió que su población tuviera un mínimo de libertad económica y autosuficiencia en la construcción de una infraestructura urbana, ni siquiera acceso al agua y la energía. Esto es lo que estamos presenciando ahora, con el corte de estos suministros como arma de guerra utilizada por el Estado sionista.

Las intifadas y los ataques de Hamás contra Israel con sus cohetes de fabricación casera, fácilmente derribables por las «cúpulas de hierro» -suministradas por Estados Unidos a un elevado coste- siempre han sido respondidos con masacres. Las elevadas cifras de palestinos muertos en el curso de la resistencia al colonizador sionista son bien conocidas, no hay necesidad de repetirlas.

El Estado sionista ha impuesto a los palestinos de la Franja de Gaza un aislamiento que debe tener pocos precedentes en la historia de las opresiones nacionales. Egipto, dirigido por una dictadura golpista y sanguinaria, ha cerrado su frontera con mano de hierro, convirtiéndose en un agente de los intereses del Estado sionista y del imperialismo. La actual discusión en la ONU sobre cómo abrir ese «corredor humanitario» depende de que Egipto acepte. El ejército israelí ha lanzado una nube de panfletos, dando un ultimátum a más de un millón de palestinos para que abandonen sus hogares y se dirijan al sur, donde la frontera está cerrada por el gobierno egipcio. Un enorme contingente se agolpa en el sur de Gaza en condiciones terribles. Al pánico de las masas, provocado por los incesantes bombardeos, se suma la expectación ante la invasión terrestre que está a punto de producirse.

En la ONU se ha montado una farsa y se ha propagado la hipocresía de la protección de civiles y el humanitarismo. Se calcula que más de 700 niños han muerto en menos de una semana de ataques israelíes.

¿Cómo se ha justificado esta barbarie? Toda la prensa al servicio de Estados Unidos repite sin cesar que Hamás es responsable de haber perpetrado un atentado terrorista, de utilizar a la población como escudo humano y de poner en peligro la seguridad de Israel. La masacre que se ha abatido sobre las masas palestinas es tan flagrante que la prensa siempre muestra menos de la mitad de la verdad de la hecatombe para eximir de responsabilidad al Estado sionista y a Estados Unidos. De este modo, distorsiona y oculta la raíz histórica de la sangrienta situación actual.

El imperialismo se basa en la falsa caracterización de que Hamás es una organización terrorista que no representa al pueblo palestino y lo utiliza como escudo humano para sus propios fines. Esta falsificación es repetida por la prensa hasta la saciedad. Como la propia ONU, que es una organización controlada por las potencias, no ha asumido esta fórmula, que sirve a la dominación sionista, Estados Unidos y sus aliados presionan para que más países se adhieran a esta falsificación histórica.

Hamás tiene profundas raíces en el islamismo y, por tanto, en los legados oscurantistas del feudalismo, pero su constitución es sin duda producto de la opresión nacional sufrida por los árabes palestinos en la era imperialista del capitalismo. El sionismo también hunde sus raíces en el oscurantismo religioso, pero también es producto del capitalismo de la era imperialista. Esta es la base sobre la que el Estado sionista pudo hacerse viable después de las dos grandes guerras, que dieron lugar a dos momentos de reparto del mundo y de reordenación de las fuerzas imperialistas. Ocurre que se ha creado un Estado desde fuera y sobre Palestina, patrocinado por el capital financiero. La inmensa mayoría de la población palestina no podía ceder lugar al movimiento sionista a no ser a través de la violencia reaccionaria del colonizador. A medida que iba tomando forma, el establecimiento del Estado sionista empezó a chocar con las naciones árabes que se formaron con el fin del Imperio Otomano y la partición de la Primera Guerra Mundial, que se consolidarían -no pacíficamente- con los cambios impuestos en la Segunda Guerra Mundial.

La imposición del Estado sionista mediante guerras y conflictos armados permanentes ha agravado las viejas contradicciones en el atrasado Oriente Medio. Estados Unidos ejerce su poder en la región en gran medida sobre la base del Estado sionista, que se ha constituido no como una nación independiente -históricamente no podía ser de otra manera- sino como un enclave del imperialismo. Por eso, en el conflicto actual, el despliegue de las fuerzas blindadas más poderosas de Estados Unidos en las inmediaciones de Israel en el Mediterráneo representa, para las fuerzas más profundas en conflicto -Irán, Siria, Líbano, Arabia Saudí, Egipto, etc. -susceptibles de la influencia de China y Rusia, que allí hay una potencia decidida a proteger al Estado sionista en su guerra de dominación en la Franja de Gaza.

Sólo teniendo en cuenta este hito histórico y el curso de las guerras y enfrentamientos entre Israel, los palestinos y otras nacionalidades puede explicarse la evasión circunstancial del confinamiento de la Franja de Gaza por Hamás y su sorprendente ataque que dejó cerca de 1.300 judíos muertos. El fusilamiento de civiles y atrocidades se destacaron en el sangriento sábado 7 de octubre. Pero no pueden desvincularse de la violencia histórica sufrida por la nación oprimida y que ahora ha llegado al extremo del Estado sionista arrasar la Franja de Gaza para mantener su dominio. Una vez más, surge la necesidad del armamento popular de las masas palestinas.

La guerra de Israel contra los palestinos forma parte de los enfrentamientos permanentes en Oriente Medio resultantes de la descomposición del capitalismo y de la dominación imperialista. No hay forma de separar la lucha de liberación del pueblo palestino de la lucha antiimperialista que se centra en romper el poder de Estados Unidos en una región en conflicto y potencialmente propensa a guerras y revoluciones.

La orientación política y militar de Hamas, que saca su fuerza de la opresión nacional extrema, expresa la crisis de dirección. Los explotados tendrán que construir partidos revolucionarios que orienten la lucha de liberación nacional hacia la revolución social, para lograr la unidad entre los trabajadores palestinos y judíos en la lucha por una República Socialista de Palestina, que es parte de la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Oriente Medio. Este camino depende de que la vanguardia con conciencia de clase luche por la derrota del sionismo y del imperialismo desarrollando el programa de la revolución social.

– ¡En defensa de la autodeterminación del pueblo palestino!

– ¡Por un movimiento de frente único antiimperialista para derrotar al Estado sionista!

– ¡Fuera los Estados Unidos de Oriente Medio!

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