¡Son 30.000! Son nuestros hermanos, son nuestros compañeros
Decenas de miles se exiliaron, miles y miles fueron perseguidos, presos y torturados
No sólo se pretende ocultar o minimizar el genocidio sino ocultar su carácter de clase.
La represión en Argentina fue parte de un operativo internacional comandado por EEUU para liquidar a los sectores más combativos, a los mejores luchadores, de la clase obrera, de la juventd, de los campesinos. Ilegalizaron y persiguieron a las organizaciones sindicales, sociales y políticas que cuestionbaban el ordenamiento social.
Para impedir que avanzaran los procesos revolucionarios que avanzaban hacia la liberación nacional y social. La represión genocida fue la condición indispensable para profundizar la colonización de nuestros países y aplicar sus planes de sometimiento y saqueo. Así pudieron imponer a Martinez de Hoz y el plan económico del capital financiero internacional, la oligarquía terrateniente y los sectores más concentrados del empresariado local.
Si hubo una guerra fue contra nuestros países, contra los oprimidos, por parte del imperialismo asociado con esos capitales nacionales, con los partidos patronales, con lo peor de la burocracia sindical, con los medios de comunicación. Los militares fueron ejecutores de esa política.
La enorme mayoría de los detenidos desaparecidos, de los asesinados, eran trabajadores. Los arrancaron de sus casas, de sus lugares de trabajo. En sus listas estaban los delegados, las comisiones internas y activistas independientes, estaban los centros de estudiantes, las ligas agrarias, los movimientos de sacerdotes que militaban en los barrios.
Para eso montaron más de ochocientos centros clandestinos de detención (CCD) en todo el país.
Clarín el 25 de marzo de 2006 titula: “Un informe de Estados Unidos asegura que hubo 22.000 desaparecidos”. Ese documento refleja cómo Henry Kissinger, 48 horas después del golpe, alentaba a los militares argentinos a que “lo que tengan que hacer, háganlo rápido”, en una referencia directa a la represión. Lo mismo afirma el diario La Nación en ese momento. El número de desaparecidos corresponde al año 1978 y surge del Archivo de Seguridad Nacional que conserva la Georgetown University. Fue realizado a partir de información suministrada por integrantes del Batallón 601 del Ejército a agentes de inteligencia que operaban de incógnito en la Argentina como parte del Plan Cóndor.
Estos números reflejan lo sucedido en la Argentina hasta agosto de 1978 y corresponden a una de las fuerzas que actuó en la represión: el Ejército, no incluye el accionar de la Armada, ni en las dependencias de la Fuerza Aérea. Ni tampoco se incluyen los cientos de asesinados por el terrorismo de Estado en los dos años previos al golpe.
Existe otro documento del Departamento de Estado mencionado por Hugo Alconada Mon en su artículo de 2006, que adjudica al consejero político de la embajada de EE.UU., Tex Harris, informar que en 1979 elevó 13.500 denuncias sobre desaparición de personas en nuestro país al Departamento de Estado del gobierno de EE.UU.
Los datos de Estados Unidos y de los diarios La Nación y Clarín abarcan sólo los primeros 800 días de dictadura. Faltaban todavía 1.995 días para llegar a la asunción de Raúl Alfonsín.
¿Cuándo empezó esta guerra contra los oprimidos? Tal vez a principios del siglo pasado cuando la clase obrera empezó a ponerse de pie. Con la represión salvaje los 1° de Mayo, con la represión en los talleres Vasena con cientos de muertos, en la Patagonia Rebelede, en los quebrachales, en el bombardeo en la Plaza de Mayo de junio de 1955…
Quienes siguen detentando el poder económico en Argentina, una minoría superconcentrada, tiene sus manos ensangrentadas. Para defender su propiedad y agrandarla, empujando a la pobreza, la desocupación, y precariedad a millones. Todos ellos están impunes. La democracia cuidó de sus propiedades y “buen nombre” y que los juicios se orientaran solo a una parte de los ejecutores, sin tocar a los que dieron las ordenes y se beneficiaron, sin tocar a los ideólogos y los que bendijeron la represión.
Con ellos no hay ni puede haber unidad nacional. Lucharemos por una verdadera Justicia para todos los asesinados, desaparecidos, presos, exiliados, por medio de la revolución social que expropie los grandes medios de producción y los ponga al servicio de la gran mayoría, conquistando por primera vez una verdadera democracia basada en los organismos de los oprimidos.
(Nota de MASAS Nº443)