30 de Octubre: ¿Qué significan estos 40 años?
Hace 40 años se realizaban las elecciones que llevarían al gobierno a Raúl Alfonsín terminando con la dictadura militar.
Hace 40 años pensábamos que las formas democráticas eran muy transitorias, cuánto duraría, ¿3 años?, ¿5? La historia de golpes militares desde 1930 no nos hacía prever más tiempo para esa forma de gobierno. No alcanzábamos a ver que estaba en marcha una política de EE.UU. de ir terminando con los gobiernos militares que habían ocupado casi todo el Continente durante décadas para pasar a formas democrático burguesas bajo su tutela.
La revolución en Nicaragua y el peligro de revolución en El Salvador alertaron al imperialismo que el mayor peligro para su dominación era la existencia de gobiernos dictatoriales que unificaban a la gran mayoría de la población en su contra y legitimaban la utilización de todos los métodos para terminar con ellas y que podían terminar en revoluciones populares, en otra Cuba.
Luego de haber implementado el Plan Cóndor, de aniquilación física de la vanguardia obrera de América Latina, empezó el operativo de EE.UU. para presionar en cada país para que adoptara formas democráticas cambiando completamente el mapa del Continente en pocos años, dejando atrás el color verde que caracterizó casi todo el siglo anterior.
Es en este sentido podemos decir que las “nuevas democracias” son el producto de la lucha popular. Pero será para dividir esas luchas, para ilusionar a un sector de la población con la democracia y el fin de las dictaduras, para marginar a la vanguardia más radicalizada y consciente.
Estas democracias tuteladas por el imperialismo son su victoria política porque en su nombre se avanzó más que antes en el sometimiento de nuestras naciones, en el saqueo de nuestras riquezas, en el desmantelamiento de nuestras industrias. Bajo formas democráticas se acentuó el atraso y el carácter semicolonial de nuestros países.
El imperialismo utilizó formas cada vez más sofisticadas para imponer sus políticas, para combatir a los sectores que no se disciplinaban a sus directivas. Colonizó la Justicia, impuso leyes, alimentó la presencia de bases militares, de acuerdos de seguridad en nombre de combatir el narcotráfico y el terrorismo, etc. Avanzó en acuerdos con los servicios de inteligencia, con las fuerzas armadas, etc. El endeudamiento y la presencia del FMI también caracterizó estas 4 décadas.
40 años, el período más extenso en 213 años, bajo formas democráticas, las que mejor encubren la dictadura de la burguesía y del imperialismo, el poder real detrás de esas formas como lo era antes bajo formas abiertamente dictatoriales.
Recordamos el clima de alegría, de fiesta, que se vivía por terminar al fin con la peor dictadura, movilizaciones y actos multitudinarios, un clima de total libertad impuesto por la acción de las masas. Las libertades democráticas habían sido conquistadas mucho antes de aquellas elecciones de octubre de 1983 en que votó el 86% del padrón. Las masas en su ilusión confundieron esas libertades con la democracia.
Nos gritan ¡NO ES LO MISMO! Democracia que dictadura. Antes secuestraban, torturaban, mataban, desaparecían, abiertamente. Censuraban la prensa. No había partidos políticos. La actividad sindical estaba prácticamente prohibida. La cultura no podía expresarse, etc.
Respondemos: dictadura y democracia burguesa son formas de la dictadura del capital, donde el poder sigue residiendo siempre en las mismas manos, en los dueños de los grandes medios de producción. Que la democracia se limita a votar año por medio. Y que no se debe confundir democracia con las libertades democráticas que sí hemos conquistado. Aquella votación, aquél cambio de gobierno, no modificó en nada el poder de los grandes capitales que tanto crecieron bajo la dictadura.
Está claro para los revolucionarios defendemos la existencia de las más amplias libertades porque eso nos permite llegar con nuestra propaganda a las masas. Quienes restringen las libertades son los partidos, los gobiernos, las instituciones de la burguesía, que no soportan que las masas se expresen, se movilicen, utilicen sus medios de lucha, difundan ideas que cuestionan el orden capitalista. Cínicamente se dice que por culpa de la radicalización social aparecen las formas autoritarias y que habría que resignarse, conformanos con lo que nos ofrece esta democracia.
En el movimiento obrero se puede verificar que es tan difícil la militancia y la organización como en la dictadura militar, los delegados y activistas son perseguidos y despedidos. Cuesta restablecer las asambleas. La organización no puede ser más que clandestina. En la Justicia hay miles de activistas procesados, como una de las formas de perseguir y castigar a la militancia.
Se asocia a Alfonsín y su Gobierno a las libertades, a los derechos humanos, el juicio a las Juntas, como un hecho excepcional en el mundo, sin embargo el hecho excepcional que lo obligó a tomar esas causas e intentar dar alguna respuesta fue la lucha de las Madres, de los organismos de Derechos Humanos, la movilización cada vez más masiva exigiendo aparición con vida, castigo a los culpables. Esa enorme lucha democrática obligó al nuevo gobierno a dar respuesta. Política que traiciona ante el levantamiento carapintada impulsando las leyes de perdón a los genocidas. Luego reprime bestialmente el copamiento de La Tablada, declara el estado de sitio. La demagogia reivindicativa de la democracia oculta estos fenómenos.
En la Argentina semicolonia del imperialismo, con una avanzada concentración de los medios de producción cada vez en menos manos, las formas democráticas van desapareciendo. No podrá haber democracia burguesa plena, apenas una caricatura, supercondicionada por el imperialismo.
Sólo podrá haber democracia, por primera vez, cuando los oprimidos conquistemos el poder, cuando terminemos con la dictadura del capital, cuando las asambleas populares, las coordinadoras, sean quienes instauren un gobierno obrero-campesino, de los oprimidos de la ciudad y el campo, y expropien esos grandes medios de producción para poder ordenar y planificar la economía poniéndola al servicio de la mayoría, empezando a construir el socialismo.