Henry Kissinger sirvió a las fuerzas de la barbarie imperialista

Las condiciones objetivas para la retomada de las revoluciones proletarias están dadas

La muerte de Kissinger a la edad de 100 años ha sacado a la luz importantes acontecimientos del pasado que, en gran medida, condicionan y ponen de relieve las raíces del agravamiento de la crisis mundial, las recientes guerras y el renacimiento de las tendencias belicistas.

Kissinger ascendió a Consejero de Seguridad Nacional en la administración de Richard Nixon en 1969. En 1973 fue nombrado Secretario de Estado con Gerald Ford. En su vida política, sirvió de alguna forma a varios presidentes estadounidenses, el último de los cuales fue Joe Biden. En esta larga carrera, intervino como estratega del imperialismo estadounidense en acontecimientos relacionados con la «Guerra Fría», la destrucción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la incorporación de China a la órbita del mercado mundial, la guerra de Vietnam, el conflicto entre Indonesia y Timor Oriental, la guerra entre India y Pakistán y los golpes de Estado en América Latina. Ayudó a Georg W. Bush, como coordinador de la Comisión para la Investigación del Terrorismo, a forjar la línea contra la yihad islámica y a utilizar el atentado del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas para promover la invasión militar de Afganistán en octubre de 2001 y de Iraq en marzo de 2003.

El hombre que dice buscar un equilibrio de poder en las relaciones mundiales y que recibió el Premio Nobel de la Paz por sellar el acuerdo que puso fin a la guerra de Vietnam en 1973, no podía morir sin llevarse a la tumba su obra de opresión y carnicería de los pueblos. La prensa se vio obligada a señalar que Kissinger había sido considerado responsable de crímenes de guerra sin sufrir ningún inconveniente. Esto se debe a que el peso de la matanza recae sobre Estados Unidos y su burguesía imperialista.

El bombardeo de Camboya como parte de la intervención militar en Vietnam se saldó con una masacre de 50.000 muertos. Con el general Pinochet, Kissinger ideó el sangriento golpe de Estado en Chile. Estuvo a la sombra de la brutal represión de la dictadura militar en Argentina y Brasil bajo el general Garrastazu Médici. No sólo prestó apoyo ideológico, sino también material, financiero y militar a los verdugos de los explotados chilenos. Las intervenciones, las guerras y el apoyo a la reacción fascista hicieron que el nombre de Kissinger se convirtiera en el de gran estratega. Se reconoce también la importancia del Consejero de Seguridad y Secretario de Estado de EEUU en las directrices para Oriente Medio, bajo la política exterior de la «Guerra Fría» de desmantelar el movimiento nacionalista árabe, fortalecer el estado sionista de Israel y reducir la influencia de la antigua URSS.

Sin embargo, entre este amplio abanico de logros contrarrevolucionarios, destaca la labor de Kissinger al estrechar el cerco a la URSS, explotar la escisión sino-soviética y crear las condiciones para que Estados Unidos penetre en el interior de la economía china e impulse el proceso de restauración capitalista. La burguesía en general y el imperialismo en particular le deben mucho a este sagaz enemigo de las revoluciones, del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas y, en definitiva, históricamente, del comunismo.

Kissinger estuvo a la cabeza de la toma de decisiones de la Casa Blanca durante un periodo delicado en el que se reanudó la crisis capitalista tras la Segunda Guerra Mundial, con signos de cambios en los enfrentamientos entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, los callejones sin salida de la política estalinista y el nacionalismo maoísta. Aprovechó perfectamente las contradicciones de los Estados obreros burocratizados, que llevaron a sus dirigentes a bloquear las tendencias revolucionarias del proletariado mundial y a traicionar las revoluciones.

A Kissinger se le atribuye el mérito de haber logrado limitar la escalada militar. Los tratados de reducción y control de armas nucleares fueron la base del objetivo de desarmar a la URSS y debilitarla como potencia militar, que se afianzó como componente fundamental de la victoria de la alianza liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña y del nuevo reparto del mundo. La consolidación del distanciamiento de la URSS y China bajo la estrategia de la «Guerra Fría» de promover la contrarrevolución restauracionista es, sin duda, la gran contribución de Kissinger a las fuerzas del imperialismo y al mantenimiento de la hegemonía mundial norteamericana.

Según los periódicos, el gobierno de Xi Jinping ha enviado un efusivo pésame a los familiares de Biden y Kissinger. Reconoce al carnicero de pueblos como «un viejo y querido amigo del pueblo chino». Elogia la «visión estratégica, el coraje político y la sabiduría diplomática» de Kissinger. Espera que sus logros sirvan para una «relación sino-estadounidense sana, estable y sostenible». La burocracia del Partido Comunista Chino se refiere al papel positivo del carnicero en la promoción del fatídico encuentro de Richard Nixon y Mao Tse-tung el 21 de febrero de 1972, que sirvió para allanar el camino a la contrarrevolución restauracionista en China y fortalecer así el proceso de descomposición de la URSS.

Kissinger muere mientras la crisis mundial marcha cuesta arriba. Estados Unidos está en condiciones de acelerar la guerra comercial con China e imponer límites a su expansión mundial. La guerra en Ucrania sigue haciendo estragos y se acerca a su segundo aniversario. La reciente guerra de Israel en la Franja de Gaza contra los palestinos ha sido calificada de genocidio. El contorno de los conflictos en África, que exponen la insoportable situación de opresión imperialista y la disputa por el espacio entre las fuerzas del capital, es provisional. La difícil situación de la Unión Europea, que sufre obstáculos al crecimiento económico, agravados por la guerra de Ucrania y las disputas comerciales de Estados Unidos con China, tiende a su desintegración. En América Latina, se destaca su dependencia comercial de China y las repercusiones de la guerra comercial se dejan sentir con mayor intensidad. En varios países surgen tendencias ultraderechistas y fascistizantes. En Sudamérica destaca la victoria en Argentina del reaccionario Javier Milei.

La situación mundial también está marcada por el gigantesco movimiento de masas contra la masacre sionista en la Franja de Gaza. En Europa se acumulan las luchas obreras y populares contra el deterioro de las condiciones de vida de los explotados. En Estados Unidos, las masas están hartas de las medidas antiobreras y antipopulares. La crisis migratoria se agrava en Europa y Estados Unidos. De estas condiciones objetivas surge el programa de la revolución social y del internacionalismo proletario. Esto expone la gravedad de la crisis de dirección. La tarea de la vanguardia con conciencia de clase se concentra en la defensa de la vida de las masas, el derecho a la autodeterminación de los pueblos oprimidos, la lucha contra las guerras de dominación, la construcción de partidos marxista-leninistas-trotskistas y la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional.

(Editorial POR Brasil – Massas n°703)


Henry Kissinger: ha fallecido uno de los mayores criminales de la humanidad

Responsable de haber dirigido el golpe fascista de Pinochet, siendo asesor de seguridad nacional de Richard Nixon, y la operación Cóndor en el Continente con decenas de miles de desaparecidos, asesinados, torturados, encarcelados, exiliados. Tuvo entre sus objetivos aplastar a Cuba por todos los medios. 

El gobierno norteamericano temía que el gobierno de Allende no pudiera contener la radicalización popular dentro de los límites de la democracia burguesa y que un triunfo revolucionario pudiera contagiar al resto de los países. Kissinger apoyó fervientemente al régimen de Pinochet.

También encontramos víctimas de sus políticas en Vietnam y Camboya, en Timor Oriental y Chipre. Traicionó a los kurdos, apoyó el régimen del apartheid en Sudáfrica, etc.

En Vietnam alentó la intensificación de los bombardeos para aplastar la resistencia vietnamita, apelando al uso de armas químicas, el agente naranja, el napalm y toda clase de atrocidades.

Para los gobiernos de EE.UU., para sus elites dirigentes, para sus empresarios, Kissinger era su héroe y le rinden un homenaje extraordinario. Los medios de comunicación colonizados exaltan su figura como si hubiera sido un gran estadista. Había recibido el Premio Nobel de la Paz (lo que dice todo de ese premio). Para los oprimidos del mundo es un criminal que murió impune, eludiendo todas las causas y denuncias que se acumularon en el mundo. Pero la condena de los pueblos queda en la historia.

(Nota de MASAS n°447)

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