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La lucha contra la carestía

Ante la catástrofe social que empeora, la clase obrera y la mayoría oprimida deben dar una respuesta para detenerla

Estamos inmersos en los debates sobre los alcances del Megadecreto, si será aprobado por el Congreso o no, el carácter dictatorial de la medida que pasa por encima del Congreso y de la Constitución, sobre la cantidad de reformas que introduce para beneficiar a los sectores más poderosos y concentrados de la economía, sobre lo efímero del protocolo cacareado durante días y días a toda hora por Bullrich.

Pero el tema más terrible para la gran mayoría sigue siendo la inflación potenciada por Milei, que ya era insoportable y ahora es infernal. Nada se puede comprar. Liberaron todos los precios, levantaron todos los controles, los empresarios ya no tienen límites de ningún tipo, pueden hacer lo que les venga en gana, con los precios, con el abastecimiento, con la calidad de los productos. Empujan a propósito la hiperinflación para disolver completamente los ingresos populares para imponer después alguna salida “salvadora” que nos termine de atar de pies y manos.

Serán de las peores Fiestas que recordemos. Sabiendo que la gran mayoría no podrá visitar a sus familiares, o recibirlos y que tendrá poco y nada para colocar sobre la mesa. Nos han saqueado los bolsillos, no hay bono ni ajuste que compense ni mínimamente todo lo que nos han arrebatado. Encima, desde hace semanas, dejan de enviar alimentos a los comedores barriales, cuando más familias se acercan a pedir un plato de comida.

 Y peor, con un panorama negro de recesión, de despidos, de suspensiones, y el fantasma monstruoso de la desocupación, que puede ser prolongado. Si las estadísticas oficiales mostraban que 6 de cada 10 niños estaban en la pobreza hace unos meses, hoy podemos afirmar que más de 8 niños de cada 10 son empujados a la pobreza por el capitalismo en descomposición, que no puede ofrecer ninguna solución. Cada nueva receta que se les ocurre nos entierra más.

Es urgente que los sindicatos, las centrales de trabajadores, convoquen a un plan de lucha para detener la escalada inflacionaria y recomponer los ingresos de todos los trabajadores. Es necesario que impulsemos unitariamente desde los lugares de trabajo, desde los barrios, de los colegios, asambleas y reuniones, para organizar esta lucha, para elaborar el pliego de reclamos.

•         Por un ajuste cubra por lo menos el costo de la canasta familiar y se ajuste de acuerdo a la inflación de los últimos meses. Ajustar todos los ingresos mensualmente.

•         Impedir los despidos y las suspensiones. Impedir toda forma de precarización laboral.

No nos olvidamos del crimen de la deuda externa y el programa del FMI, principales causas de la inflación insoportable que el gobierno no quiere reconocer y ni menciona. Este monumento a la corrupción y el saqueo no es investigado. Cada plan del FMI en las últimas décadas desató procesos inflacionarios incontrolables.

No hay posibilidad de terminar con la inflación si no terminamos con la deuda y con el programa de FMI al que el país está sometido y que los gobiernos aplican contra nuestros intereses.

Hoy estamos en una situación diferente. Cientos de miles ganan las calles para rechazar el saqueo que se anuncia, para detener los nuevos ataques. Esta es la condición para empezar a derrotar este superajuste que descargan sobre nuestras espaldas. Vamos a una larga lucha de alcance nacional que empieza a desenvolverse. Aparecen vivamente las imágenes del 2001, de piquetes y cacerolas, de asambleas populares, de coordinadoras de asambleas que fueron el punto más alto de aquellas luchas.

Depende exclusivamente de nuestras propias fuerzas, de nuestra propia organización, de nuestros propios métodos de lucha, es decir: con independencia completa de la burguesía, sus instituciones, sus partidos. Es en ese marco que ganaremos confianza para poder construir una alternativa de poder que enfrente la dictadura de clase de la burguesía y su gobierno, oponiendo un poderoso frente único antiimperialista bajo la dirección de la clase obrera, la única clase que no tiene ataduras con el régimen de la propiedad privada de los medios de producción. Ese es el camino para detener la barbarie capitalista que nos empuja 200 años para atrás.

(Nota de MASAS N°448)

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