Gran lucha de los agricultores en Europa
Mientras se reunía el Consejo Europeo Extraordinario con la presencia de los dirigentes de cada país se producía a pocos metros una movilización sobre Bruselas con bloqueos y hogueras de los agricultores provenientes de varios países de Europa que reclaman por el rechazo a los acuerdos de libre comercio, precios justos para sus productos, exigen a las autoridades medidas que les permitan sortear la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania.
Los residentes de Bruselas están ya acostumbrados desde hace mucho tiempo a que los agricultores entren al barrio europeo de la ciudad para rociar los edificios con leche o llenar las calles con ganado en protesta por las regulaciones agrícolas de la UE.
El sector desconfía de las medidas introducidas por la UE para renovar su Política Agrícola Común (PAC) de US$59.750 millones y “hacerla más sostenible”. La reforma incluye la obligación de dedicar al menos el 4% de la tierra cultivable a características no productivas, así como el requisito de llevar a cabo rotaciones de cultivos y reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20%. Argumentan que estas medidas harán que el sector agrícola europeo sea menos competitivo frente a las importaciones.
Agricultores belgas a bordo de tractores bloquearon una importante autopista pidiendo cambios en la Política Agrícola Común (PAC).
Los agricultores de Francia se consideran asfixiados por las regulaciones de protección ambiental. Y argumentan que también los perjudica la competencia de importaciones más baratas y producidas con menores normas medioambientales.
Las manifestaciones estallaron por primera vez en los Países Bajos en 2019 por las demandas del gobierno para que la producción ganadera se redujera a la mitad para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno.
Les preocupa que la inflación haya reducido drásticamente el valor de sus pagos directos.
En los últimos días los granjeros franceses habían materializado el asedio a Paris bloqueando 8 autopistas, sitiándola, reclamando además por el costo del diésel agrícola, las demoras en los pagos de los subsidios por parte de la UE o la competencia que suponen las importaciones. Los agricultores aseguran que se trata de una lucha por su supervivencia y que no se detendrán. Los agricultores permanecerán en estas carreteras día y noche “el tiempo que haga falta”, dijo un dirigente del sindicato agrario mayoritario FNSEA, mientras los campesinos organizan campamentos improvisados en la región parisina con fardos de paja, cisternas de agua y baños portátiles.
El sector denuncia la caída de los ingresos, las bajas pensiones, la complejidad administrativa, la inflación de las normas ambientales y la competencia extranjera, y especialmente el acuerdo que negocian la UE y los países del Mercosur. (Esta es la razón por la que Macron se resiste a adherir al acuerdo).
Francia ha perdido en 50 años tres cuartas partes de sus agricultores y ganaderos, y recurre cada vez más a las importaciones: un pollo de cada dos viene del extranjero, así como el 60% de las frutas.
Plantean que la presión del gobierno y los minoristas para reducir la inflación de los alimentos, los ha llevado a una situación de no poder cubrir los altos costos de energía, fertilizantes y transporte.
Ante semejante protesta el Gobierno desplegó fuerzas represivas, 15.000 policías y gendarmes, para custodiar el mercado mayorista de Rungis, para evitar interferencias que afecten el suministro de alimentos hacia París y garantizar el acceso a los aeropuertos parisinos.
En Alemania, Bélgica, España y Países Bajos también se registran acciones similares.
En Alemania protestan por la eliminación gradual de las exenciones fiscales sobre el diésel agrícola. Dicen que los llevará a la quiebra. Los agricultores quieren eliminar por completo los recortes de subsidios. Los agricultores alemanes realizaron una semana de huelgas nacionales a principios de enero. Berlín fue casi paralizada cuando una de sus avenidas centrales se llenó de camiones y tractores. Cientos de tractores invadieron la ciudad de Hamburgo y desde allí algunos dirigentes del campo pidieron la renuncia del canciller Olaf Sholtz.
El efecto dominó de la guerra en Ucrania ha provocado protestas en casi todos los rincones de Europa.
La invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 prácticamente bloqueó las rutas comerciales en el mar Negro. La UE intervino levantando temporalmente las cuotas limitantes y aranceles a las importaciones procedentes de Ucrania, permitiendo que sus productos agrícolas inundaran los mercados europeos, como una forma de apoyar a Ucranianos en la guerra.
Un aspecto que denuncian: una granja orgánica ucraniana promedio tiene alrededor de 1.000 hectáreas; sus equivalentes europeos miden de media sólo 41 hectáreas. No hay competencia posible. Los precios en países vecinos como Hungría, Polonia y Rumania cayeron repentinamente, y los agricultores locales se quedaron sin poder vender sus cosechas.
En la primavera de 2023, los tractores bloqueaban las mismas carreteras polacas que un año antes habían estado llenas de voluntarios que acogían a refugiados ucranianos. La UE impuso entonces restricciones comerciales a las exportaciones de Ucrania a sus vecinos, por un período limitado. Cuando expiró la prohibición, los gobiernos de Budapest, Varsovia y Bratislava anunciaron sus propias restricciones.
Ucrania presentó rápidamente una demanda; las relaciones se tensaron y la compasión por un país que se defendía de la invasión rusa pasó a un segundo plano. Ahora, los países de Europa del Este exigen que la UE revise definitivamente su política comercial hacia Ucrania.
Los agricultores de Rumania han experimentado muchos de los problemas que se denuncian. Los agricultores y transportistas han estado protestando contra el alto precio del diésel, de los seguros y las medidas de la UE, así como contra la competencia de Ucrania, el medio de comunicación Kronika dijo este mes que el hecho de que la UE permitiera la entrada de productos ucranianos baratos era “como si una persona que no sabe nadar intenta salvar a una persona que se está ahogando. Ambos se ahogan”.
En Polonia, los agricultores iniciaron una protesta a nivel nacional el 24 de enero contra las importaciones agrícolas ucranianas. Bloquearon más de 160 carreteras en todo el país.
“El grano ucraniano debería ir a los mercados asiáticos o africanos, no a Europa”, dijo Adrian Wawrzyniak, portavoz del sindicato de agricultores polacos. Opiniones similares se escuchan en Eslovaquia y Hungría.
El Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas (COPA), el principal sindicato de agricultores de Europa, ha pronosticado que los granjeros italianos y españoles comienzan sus propias movilizaciones.
En este caso en rechazo a las medidas para combatir el cambio climático. Los gobiernos español y portugués consideran imponer restricciones al uso del agua en algunas regiones debido a la intensa sequía.
Recientemente en Sicilia, los agricultores bloquearon carreteras en protesta contra el gobierno regional, que, según afirman, no les ha compensado por la intensa y prolongada ola de calor y sequía del verano pasado. Acusan a la UE de ayudar a las “grandes corporaciones”. (con datos extraídos del informe de BBC)
Esta situación explosiva que se vive en Europa es la expresión de la crisis que combinó la pandemia con la guerra de la OTAN contra Rusia. La lucha de los productores agrícolas se suma a la oleada de huelgas por salario y condiciones de trabajo que recorre el Continente y en especial la extraordinaria lucha contra la reforma previsional con varias huelgas generales activas durante los primeros meses del año pasado. La derecha y la ultraderecha tratarán de explotar electoralmente el malestar creciente de la población con sus gobiernos incapaces, cómplices de EE.UU. en la guerra.
Pero solo la clase obrera puede presentar una salida radical a semejante crisis expropiando los grandes medios de producción, terminando con la especulación y el parasitismo, terminando con las guerras. La condición es resolver su dirección revolucionaria reconstruyendo la IV Internacional.
(Nota de MASAS n°450)