Ucrania: ¡Fuera la OTAN!, ¡fuera las bases militares de EE.UU. en Europa!, ¡terminar con el armamentismo!
Solo la clase obrera unida y organizada, con sus propios métodos de lucha y con su política puede terminar con el imperialismo y sus guerras
La guerra ha provocado un verdadero desastre con miles de muertos y heridos, con la destrucción de parte de su aparato productivo, de su infraestructura, de sus viviendas. Millones de ucranianos han migrado hacia el oeste entre ellos cientos de miles que se negaron a alistarse en su ejército para ir a combatir a sus hermanos. Su endeudamiento es enorme, está hipotecada, y grandes consorcios se disputan su multimillonaria reconstrucción y cómo se apoderan de sus tierras. La guerra ha tenido un fuerte impacto en la economía, especialmente de Europa.
La guerra provocada por el imperialismo es la continuación de la guerra comercial que se intensifica en las últimas décadas como advertíamos desde el Cerci. Es expresión de su descomposición y crisis.
La guerra en Ucrania es responsabilidad de EE.UU. y la OTAN que arrastraron a Europa. El objetivo estratégico es debilitar y golpear a Rusia para desarmarla, para crear las mejores condiciones para su derrota, para apropiarse de sus vastos recursos. El objetivo de derrotar y someter a Rusia nació desde el mismo momento del triunfo de la Gran Revolución de Octubre de 1917.
EE.UU. y la OTAN se comprometieron a no extenderse más allá de Alemania, cuando Bush y Gorbachov “dieron fin” a la Guerra Fría. Sin embargo todos los gobiernos de EE.UU. violaron ese compromiso avanzando cada vez más hacia el este pretendiendo incluir a Ucrania y Georgia, esta era la “línea roja”, el límite que Francia, Alemania y sectores de EE.UU. recomendaban no cruzar porque hacerlo era una declaración de guerra contra Rusia, que se sentiría cercada.
Los poderosos consorcios productores de armas impulsan esta guerra y todas las guerras.
EE.UU. también pretende recuperar la hegemonía que fue perdiendo y construir un nuevo orden mundial, ya que el anterior se agotó, forzando un nuevo reparto en su beneficio. Usó a Ucrania como carne de cañón y prolonga la guerra, de la que no sabe cómo salir. Nunca permitió que el gobierno de Ucrania negocie la paz. La verdadera conducción de la guerra estaba en Washington.
El imperialismo desarrolló una feroz campaña en los medios de todo el mundo para aislar a Rusia, para condenarla, presentándola como agresora. Impuso una cantidad de sanciones económico-financieras crecientes que terminaron golpeando a Europa. Proveyó de sofisticado armamento en cantidades, entrenó a las fuerzas armadas de Ucrania desde hace más de 20 años, envió expertos militares y mercenarios, le dio apoyo logístico y financiero.
En esta época de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones, de descomposición y crisis capitalista, todas las guerras tienen esa base material, cómo el imperialismo, especialmente EE.UU. recupera su papel hegemónico e impone su control y dominación sobre vastos sectores del planeta, para apoderarse de los recursos para sí mismo o para condicionar a sus competidores. Esta es la base común de la guerra que desataron en Ucrania, el genocidio contra el pueblo palestino que se transforma en ofensiva militar sobre otros países de la región. La OTAN ha definido a China como su enemigo estratégico principal y que debe prepararse en consecuencia, y que Rusia es el enemigo a derrotar ahora.
El desmoronamiento de la URSS y el fin del Pacto de Varsovia abrió paso para que las potencias imperialistas avanzaran hacia el Este con las bases de la OTAN apoyándose en las oligarquías locales, a las que financiaron generosamente. Trataron de aprovechar la oportunidad para someter a los países de Europa del Este y algunos de la exURSS y también aislar a Rusia para luego cercarla. Al mismo tiempo debían impedir que las masas que protagonizaron movilizaciones extraordinarias contra la burocracia stalinista y el intervencionismo de la URSS, siguieran desarrollándose y fueran contra las oligarquías que se apoderaron de los gobiernos.
Ucrania fue sometida colonialmente por EE.UU., ya desde 1992 inició las tratativas para incorporarla a la OTAN, antes que cualquier otro país. EE.UU., intervino activamente desde 2003 para aplastar la resistencia proletaria, alimentando las fuerzas de ultraderecha, fue responsable del golpe contrarevolucionario de 2014 y la política de guerra civil contra el Este de Ucrania que hasta hace dos años había sumado más de 15.000 víctimas. Era necesario romper la unidad de la lucha de los oprimidos, aislar al sector más radicalizado y más relacionado con Rusia, para avanzar con el proceso de restauración capitalista. La Constitución fue modificada adaptándola a sus exigencias. El FMI y las políticas de endeudamiento completan el cuadro de sometimiento, de verdadera anexión económica, diplomática y militar.
Ucrania ha reclamado constantemente pero aun no fue incluida dentro de la Unión Europea, pese a todas las promesas y la supuesta solidaridad de los países europeos.
Ucrania sólo podrá autodeterminarse como lo hizo en los años ´20 en el marco del triunfo de la revolución proletaria, de reconstrucción de la URSS, expulsando al imperialismo, recuperando las empresas saqueadas-privatizadas, desconociendo el endeudamiento. Ésa es una tarea de la revolución social. Las raíces soviéticas que permitieron la autodeterminación de Ucrania ante las potencias imperialistas deberán dar lugar a una nueva Ucrania, como parte de las revoluciones socialistas en Europa y de la recuperación de las conquistas de la Revolución Rusa que edificó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), liquidada hace 32 años por la contrarrevolución.
La Guerra destroza la economía europea, por el precio de los alimentos y la energía, frenó su crecimiento y empieza a entrar en recesión. Una parte creciente de su presupuesto debe ser destinado a alimentar el aparato militar y a ayudar a Ucrania. En este punto EE.UU. logró quebrar el abastecimiento barato de energía desde Rusia para imponer la venta de su gas. Llegó a concretar su amenaza de destruir los gasoductos. Europa queda relegada en su competencia con EE.UU., se hunde.
Los gobiernos de Europa son responsables de haberse sumado a esta guerra, de someterse a la orientación de EE.UU., de permitir la militarización creciente del continente, de alimentar el peligro de una guerra generalizada. La guerra en Ucrania no es cualquier guerra. Se ubica en el corazón de Europa, en el principal escenario de las guerras mundiales. Son responsables los partidos políticos y especialmente las organizaciones sindicales que quedaron paralizadas aun teniendo la guerra ante sus narices, fueron ganadas por la infernal campaña mediática del imperialismo y por su política conciliadora con los gobiernos. Fueron contadas y honrosas las excepciones en que aparecieron sectores obreros negándose a embarcar armas para la guerra.
La Federación Rusa debe ser defendida con los métodos de la clase obrera, lo que no significa de manera alguna respaldar a Putin y sus políticas. La propia clase obrera rusa debe tomar en sus manos su defensa restableciendo la hermandad con sus hermanos del Este europeo. La opresión burocrática ejercida durante varias décadas por el stalinismo dañó esas relaciones. La clase obrera y los oprimidos de Ucrania deben apuntar sus armas contra el gobierno de Zelensky y restablecer la unidad con los obreros y oprimidos del Este. La unidad de la clase obrera rusa y ucraniana contra la ofensiva del imperialismo y la escalada militar mundial depende de construir la dirección revolucionaria que encarne la lucha contra cualquier forma de opresión nacional y trabaje por el derecho a la autodeterminación y a la separación como producto de la revolución social.
Fracasó la “contraofensiva” ucraniana del 2023, fracasaron las sanciones a Rusia que tiene un crecimiento mayor a Europa el año pasado y el actual. Rusia logró consolidar sus posiciones y avanzar. El imperialismo congela las ayudas, más allá de los discursos, Alemania ha dicho recientemente que no podrá suministrar las armas requeridas, EE.UU. no termina de aprobar un paquete de ayuda, privilegiando sus recursos hacia Israel. El gobierno de Zelensky no consigue reclutar nuevos soldados, sus municiones son escasas y acaba de destituir al comandante de sus fuerzas armadas.
La guerra solamente pudo ser sostenida por dos años debido al financiamiento, la entrega de armas y el entrenamiento militar realizados por Estados Unidos y sus aliados. El imperialismo no hace sino mantener la misma posición tomada desde el inicio de la década del 2000. Con la diferencia de que aumentó el intervencionismo y amplió el bloque de aliados dispuestos a ir a la guerra contra Rusia. Los acuerdos bilaterales de Francia y Alemania de defensa son un camino para colocar a Ucrania bajo el poder de la OTAN, ya que formalmente aún no fue admitida, como lo fueron Finlandia y Suecia. El ministro de Defensa de Alemania señaló que los alemanes están ante el objetivo de acelerar el rearme para enfrentar a Rusia. La propaganda de que Rusia amenaza la seguridad de Alemania y de Europa oculta que la guerra se tornó inevitable debido al cerco de la OTAN, una amenaza objetiva y clara a la seguridad de Rusia. No es Rusia la que pone en riesgo la estabilidad de Europa que se encuentra sumergida en la crisis mundial del capitalismo, sino de la alianza imperialista montada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, que tiene a la OTAN como columna vertebral. No se puede ocultar que la OTAN, como brazo armado de Estados Unidos, constituida en 1949, bajo la doctrina de la Guerra Fría contra las revoluciones y el comunismo, es un factor de las tendencias bélicas que traza el fantasma de una nueva guerra mundial. Esta situación debe quedar clara para la clase obrera y los demás oprimidos, para levantar la bandera de desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares norteamericanas.
La guerra no se detiene con discursos ni con resoluciones de la ONU. Ya fracasaron los acuerdos Minsk I y II de 2014/2015. Para terminar la guerra se debe terminar con la dominación imperialista. Mientras siga existiendo, siempre habrá guerras, es imposible una paz duradera. La única clase en condiciones de derrotar la política del imperialismo es la clase obrera, unida y organizada. Respondiendo internacionalmente a la barbarie. Debemos romper la parálisis de las direcciones políticas y sindicales de la clase obrera que debe convertirse en el caudillo de los levantamientos populares exigiendo el fin de la guerra, el fin del armamentismo, el desmantelamiento de la OTAN y las bases militares de EE.UU. Sus métodos son los tradicionales, la huelga, las ocupaciones, las movilizaciones, los piquetes. La bandera de la clase obrera que expresa ese camino es el de la paz sin anexiones entre Ucrania y Rusia, sin ninguna condición impuesta por los Estados Unidos y aliados.
Las extraordinarias movilizaciones en solidaridad con el pueblo palestino tienen una gran importancia, por su contundente masividad especialmente en los países imperialistas y tiene un contenido antiimperialista que debiera ser guiado por la política de la clase obrera para que pueda ser victoriosa. Y debe tomar también en sus manos las banderas de ¡Fuera la OTAN y EE.UU. de Europa!, ¡fin del armamentismo!
Sólo la clase obrera podrá imponer una paz duradera que permita la reconstrucción de Ucrania y reconstruir la unidad proletaria de todos los países.
Todo el tiempo aparece la crisis de dirección revolucionaria de la clase obrera, la necesidad de su Internacional reconstruida, el partido mundial de la Revolución Socialista, que oriente la lucha del proletariado internacional. La destrucción de la III Internacional por el stalinismo, la masacre de los dirigentes que hicieron la Revolución de Octubre y la persecución por todo el mundo, sumado a la disolución de la IV Internacional por las corrientes centristas y revisionistas del marxismo-leninismo-trotskismo, muestran la enorme tarea que tenemos por delante como CERCI ante un agravamiento extraordinario de la lucha de clases en todo el mundo, la expansión de las guerras y la barbarie que se hace carne en cientos de millones de habitantes.
21 de Febrero de 2024