75º Aniversario de la OTAN: Un poderoso peligro para la humanidad

La conmemoración tuvo lugar en Bruselas. Por primera vez, el Tratado de Washington, firmado el 3 de abril de 1949 por 12 países, salió de Estados Unidos, transportado por un fuerte aparato de seguridad. La forma monumental de los festejos, coronados por una torta de chocolate belga, oculta las tendencias desintegradoras del capitalismo y el impulso hacia la escalada militar. Sus organizadores aparecen como ángeles protectores de la paz, mientras preparan a la OTAN para choques más amplios y profundos que los manifestados en las guerras de Ucrania, que ya va por su tercer año, y de la Franja de Gaza, que cumple seis meses.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y la Guerra de Corea en 1953, la guerra de Ucrania, que comenzó en 2022, es el acontecimiento que más expone las profundas contradicciones del capitalismo en la era imperialista. Estados Unidos y su alianza europea culpan a Rusia de esta convulsión. La OTAN estaría solamente defendinedo el derecho de autodeterminación de Ucrania.

Desde la crisis de 2014, la oligarquía ucraniana ha estado proponiendo que el país se una a la Unión Europea y se convierta en miembro de la OTAN. La reacción de Rusia ante el desarrollo de la llamada «revolución naranja», apoyada abiertamente por Estados Unidos, y la manifestación de grupos identificados con el nazi-fascismo fue ocupar militarmente Crimea, que había sido concedida a la todavía República Soviética de Ucrania en 1954, y anexionársela. Este fue el punto álgido de la crisis ruso-ucraniana, bajo el embate de la coalición imperialista y la OTAN.

El fracaso de los Acuerdos de Minsk de septiembre de 2014 y febrero de 2015 fue el resultado de la presión de Estados Unidos, decidido a estrechar el cerco económico y militar sobre Rusia. La invasión de Ucrania por tropas rusas el 24 de febrero de 2022 fue la consecuencia de este proceso de confrontación entre los objetivos estratégicos de Estados Unidos y los de Rusia, que tuvo y tiene lugar en territorio ucraniano.

También hay que tener en cuenta la persistencia del imperialismo estadounidense en anexionar institucionalmente Ucrania a la Unión Europea, como se refleja en las Cumbres de la OTAN de Bruselas (junio de 2021) y Bucarest (noviembre de 2021). La Carta de Asociación Estratégica Estados Unidos-Ucrania de noviembre de 2021 pretendía concretar la decisión de Bucarest. La «invitación» a Ucrania a unirse a la OTAN en la 20ª Cumbre de la OTAN en Bucarest en 2008 ha sido alimentada por la expansión de la alianza imperialista, que está estrechando su cerco sobre Rusia.

De los doce miembros originales, la OTAN cuenta ahora con 32,  de los cuales los dos últimos  son Finlandia y Suecia, ampliando así su frontera con Rusia a 1.300 kilómetros. El cerco de Rusia por Europa y Asia ya es poderoso. La inclusión de Ucrania daría al imperialismo un poder aún mayor frente a una Rusia restaurada, que persiste en mantener su independencia y el control sobre parte del territorio sobre el que se construyó la URSS. El imperialismo necesita proyectar la OTAN y falsifica la historia.

La celebración del 75 aniversario de este brazo armado de Estados Unidos, que las potencias europeas se sirven como vasallos decadentes, tuvo lugar bajo el pretexto de que era «bajo la sombra de la amenaza rusa». La escalada bélica, que recuerda la situación anterior a la guerra mundial, ha sido impulsada por las contradicciones estructurales del capitalismo en la era imperialista y por las necesidades de la industria militar, sobrepotenciada en Estados Unidos.

Una segunda celebración de la longevidad de la OTAN en Washington, tuvo como objetivo la propaganda electoral de Biden en su pugna con Trump. Los europeos temen que la victoria del republicano ponga en peligro el fortalecimiento de la OTAN, señalando que Trump ha exigido a sus miembros que paguen por sostener su «seguridad».

Con la guerra de Ucrania, afirman que la OTAN no solo ha sobrevivido a la «muerte cerebral» anunciada por el presidente francés Macron, sino que se ha rejuvenecido y engrandecido. Está dispuesta a seguir las directrices de EEUU en todo el mundo, y en particular en Asia Oriental, marcada por la guerra comercial del imperialismo contra China.

La OTAN fue concebida en el marco de la «Guerra Fría», cuyo objetivo principal era destruir a la URSS y así hacer retroceder y obstaculizar la lucha mundial del proletariado. La URSS se derrumbó bajo los golpes de la restauración capitalista y la «Guerra Fría» terminó oficialmente. Pero la OTAN siguió siendo un instrumento del imperialismo para llevar el proceso contrarrevolucionario hasta sus últimas consecuencias. Comenzó a justificarse como medio armado para aplastar a Rusia y China, continuando la división del mundo resultante de la Primera y Segunda Guerras Mundiales.

Ucrania se convirtió en carne de cañón para el imperialismo bajo las condiciones de la restauración capitalista y la liquidación de la URSS. El mantenimiento de la hegemonía estadounidense depende de la OTAN y de la disciplina impuesta a las demás potencias tras la Segunda Guerra Mundial.

Desde mediados de los años 70, el capitalismo ha entrado en un proceso de crisis sucesivas, altibajos, guerras e intervenciones y contrarreformas que destruyen las viejas conquistas de los explotados. En 2023, el gasto militar ascendió a 2,2 billones de dólares. Los países de la OTAN aumentaron su gasto militar una media del 8,5%. Eso si no se tiene en cuenta a Estados Unidos, que gastó el 3,8% del PIB, pero que posee «el 40% del presupuesto militar mundial». La justificación de un gasto tan parasitario y destructivo es que se debe a la «amenaza latente del expansionismo ruso en Europa del Este».

El problema central no es Rusia, sino la dominación imperial y la descomposición del capitalismo. Lo que está ocurriendo con Rusia, que está reforzando los lazos de opresión nacional sobre las antiguas repúblicas soviéticas, es parte de este problema. Independientemente de que la política de Putin salga victoriosa, la escalada militar y el cerco a Rusia continuarán. El problema de la opresión nacional seguirá empeorando.

La clase obrera y el resto de los explotados se enfrentan a estas contradicciones y están sometidos a ellas. Los explotados son la única fuerza social capaz de reaccionar y hacer frente a las tendencias belicistas en curso.

Las manifestaciones contra el genocidio en la Franja de Gaza han sido un signo favorable para la lucha del proletariado mundial. Las masas se han visto atrapadas en la camisa de fuerza del imperialismo con respecto a la guerra en Ucrania y la lucha contra el asedio de la OTAN. Es cuestión de tiempo y de experiencia que reaccionen ante la barbarie. La respuesta global a la guerra en Ucrania y en la Franja de Gaza, así como a la guerra comercial de EEUU con China, depende de que la clase obrera y el resto de los trabajadores vinculen sus revueltas instintivas con el programa de transformación del capitalismo en socialismo. La lucha por la autodeterminación de las naciones oprimidas está en el centro de la tormenta. Sólo es posible detener la escalada militar y el asedio de la OTAN a Rusia con las propias banderas, programa y métodos de lucha del proletariado.

Corresponde a la vanguardia revolucionaria luchar bajo la estrategia de la revolución social y el internacionalismo proletario. Debemos insistir en el objetivo de superar la crisis de dirección construyendo partidos marxista-leninistas-trotskistas como parte de la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional.

(POR Brasil – Massas n°712)

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