Elecciones en Portugal: el significado del avance de la ultraderecha
Las elecciones legislativas en Portugal, celebradas el 10 de marzo, se saldaron con la victoria del frente de centro-derecha (Alianza Democrática), apoyado por el Partido Socialdemócrata (PSD). Las elecciones de marzo depararon también dos sorpresas: la derrota del Partido Socialista (PS), que perdió 43 escaños en la Asamblea de la República, pasando de 120 a 77, y el crecimiento de Chega, el partido ultraderechista portugués, que pasó de 12 a 48 escaños. Partidos más pequeños, como Iniciativa Liberal (IL) y el Bloque de Izquierda (BE), que agrupa a algunos centristas, se mantuvieron con el mismo peso parlamentario: 8 y 5 escaños respectivamente, mientras que la federación del Partido Comunista Portugués (PCP) y el Partido Verde cayó de 6 a 4 diputados.
Desde noviembre de 2015, el PS, de António Costa, se mantiene al frente del Gobierno portugués. Hace apenas dos años, en marzo de 2022, el PS salió de las últimas elecciones con una victoria aplastante, al obtener 120 escaños, lo que permitió a su primer ministro gobernar con mayoría absoluta. Los últimos 24 meses, sin embargo, han estado marcados por crisis políticas, dimisiones en el gabinete y finalmente, acosado por acusaciones y una operación de influencia, la dimisión del propio António Costa.
Fiel a su tradición reformista socialdemócrata, el PS ha sido uno de los pilares del régimen democrático burgués desde el final del salazarismo en la década de 1970. Su política de conciliación de clases no sólo sirvió para contener las luchas de los oprimidos, sino también la ilusión de que las medidas de bienestar social serían el camino hacia la prosperidad nacional. La crisis de 2008, que dio lugar a un nuevo ciclo de endeudamiento, golpeó con especial dureza a los países más débiles de la Unión Europea, entre ellos Portugal. El Gobierno de centro-derecha de la coalición Portugal à Frente (PSD-CDS-PP), que se mantuvo en el poder de 2011 a 2015, se agotó y tuvo que ceder el paso a la coalición de oposición liderada por el Partido Socialista, que incorporó al Bloque de Izquierda y al estalinista PCP. Las mejoras salariales y laborales, las prestaciones sociales y la reducción de la deuda se vieron poco a poco minadas por la desindustrialización, la emigración de los jóvenes portugueses desempleados para buscar trabajo en los países centrales, la inmigración acelerada de extranjeros africanos y latinos, el retorno de la violencia, etc.
La incapacidad del PS para presentar una salida al impacto de la crisis capitalista global, la guerra en Ucrania y el colapso de la economía europea en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, fue decisiva para socavar sus posiciones. La ultraderecha portuguesa se nutre de la crisis política y social del régimen. En este sentido, forma parte de las tendencias generales que se están haciendo viables en otros países (Italia, Eslovaquia, Países Bajos, Hungría y, más recientemente, en Francia). La incapacidad de obtener una mayoría segura obligará al PSD y a su coalición a negociar en bloque con Chega. El PS, el BE y el PCP ensayarán su papel de oposición parlamentaria y democrática y, frente a la ultraderecha, podrían resucitar la antigua coalición.
Ni el centro-derecha, ni la izquierda burguesa y pequeñoburguesa, y menos aún la ultraderecha xenófoba, podrán dar una salida a los explotados portugueses. El proletariado portugués necesita deshacerse de sus direcciones traidoras y colaboracionistas (del estalinismo a la socialdemocracia) y construir su propio partido marxista-leninista-trotskista. Sólo la revolución proletaria, que expropia a la burguesía y pone en el orden del día el desmantelamiento del bloque imperialista (incluida su alianza militar) y la constitución de los Estados Unidos Socialistas de Europa, podrá presentar una solución real a todos los oprimidos y sentar las bases de una sociedad sin explotados ni explotadores.
(POR Brasil – Massas n°710)
