Es hora de preparar un nuevo paro general activo
En Masas anterior dábamos cuenta de la fuerte presión de EE.UU. sobre la CGT para que garantice la gobernabilidad y contribuya a evitar el caos, le pedía que no convocara a medidas de lucha y que se reuniera con los empresarios y el Gobierno.
La reunión de Comisión Directiva de la CGT del 25 de julio respondió a esa presión rechazando el “diálogo social” convocado por el Gobierno y los empresarios, adhiriendo a la movilización del 7 de agosto y llamando a plenarios para debatir cómo sigue la lucha.
Héctor Daer, secretario general de la CGT: “No estamos dispuestos a sentarnos en una mesa de negociación y conversación tripartita… No va a ir a esa discusión, porque lo que queremos discutir es cómo generamos empleo, discutimos el salario y generamos trabajo digno y desarrollo del país”.
El Gobierno cruzó a la CGT tras el rechazo al diálogo: “De vuelta a la mesa, señores, no es momento para levantarse de ningún lado, sino para sentarse a debatiry plantear disidencias, inconsistencias y, si lo consideran, algunas propuestas superadoras en algunos puntos… Es momento de dialogar, de encontrar consensos y avanzar” (Adorni, vocero de Milei).
En medio de la crisis el Gobierno se dispuso a avanzar con la reglamentación del impuesto a las ganancias sobre los salarios y a preparar una nueva reforma laboral sin dar marcha atrás con todas las medidas incluidas en el DNU enviado en diciembre, parado en la Justicia. Esta nueva ofensiva no dio margen a la dirección de la CGT para sentarse a negociar. Los sectores más conciliadores de la CGT se quedaron sin argumentos. Se abre una nueva etapa de profundización de la lucha de clases.
Varios sectores en lucha reclaman de las centrales sindicales una actitud unitaria que centralice todos los reclamos porque además viene otra andanada de despidos. No alcanza con atenuar el impacto de las medidas del Gobierno, no se puede reformar su política. Es necesario derrotarlo lo antes posible para que no haga más daño. Esa es la estrategia del plan de lucha que hay que discutir, sin esperanzas en el Congreso ni en las elecciones.
Para ajustar los salarios y recuperar su poder adquisitivo, para impedir los cierres y las suspensiones, para crear puestos de trabajo genuino, para imponer un plan de obras públicas y presupuesto para salud y educación, la primera medida es desconocer toda la deuda externa, parar con la sangría de dólares, desconocer el programa del FMI. Esa es una de las claves para destrabar las fuerzas productivas y desarrollar el país. Ninguna fuerza política “opositora” levanta un programa para salir de esta catástrofe social que vivimos y se agrava día a día.
Esto tenemos que discutir en las reuniones, asambleas y plenarios, cómo hacemos para terminar con éste y todos los gobiernos capitalistas, se llamen anarcos, progresistas, neoliberales o conservadores.