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El fuerte crecimiento de la pobreza, la indigencia y la desocupación es el resultado de las políticas de Milei y del agotamiento del capitalismo

En 8 meses duplicó la indigencia, hay ocho millones y medio que padecen hambre y 25 millones que vivimos bajo la línea de pobreza, según los parámetros oficiales. Si tomáramos como referencia el costo de la canasta familiar somos más de 40 millones los pobres. Es un cuadro de verdadera catástrofe social, peor que si estuviéramos en guerra.

Mientras crece la rentabilidad de las empresas que tienen records de rentabilidad. Una expropiación de ingresos de la mayoría para beneficio de una minoría muy concentrada.

Hay estimaciones que calculan que la pérdida de puestos de trabajo ya alcanza los 700.000 y sigue creciendo. La recesión se profundiza debido a una política de ajuste que privilegia generar superávits para pagar la deuda y cumplir con el programa del FMI.

El fracaso de su política muestra que no puede recomponer las reservas del Banco Central, que siguen retrocediendo, lo que ya indica que no podrá hacer frente a los vencimientos de la deuda del año próximo, un riesgo cierto de default que mantiene elevado el llamado “riesgo país”. Los exportadores y el FMI presionan por una nueva devaluación ya que la inflación de 8 meses ya superó la megadevaluación de diciembre. La brutal recesión se expresa en la caída de la producción y el consumo repercutiendo en la recaudación de impuestos.

Los datos del desastre están a la vista. Lo que no se ve es cómo terminar con este infierno. La crisis de las instituciones y partidos que defienden el orden capitalista nos da una idea de su incapacidad absoluta para revertir esta situación. Las cámaras empresarias advierten de los serios problemas de la economía, pero siguen apoyando al Gobierno porque ven la oportunidad de avanzar contra los derechos de los trabajadores y exigen que cumpla con la reducción de impuestos prometida.

Crece la resistencia al ajuste del Gobierno y crece la bronca por los aumentos en el transporte y los tarifazos de gas y electricidad. La movilización de San Cayetano por Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo inicialmente convocada por los movimientos sociales tuvo la adhesión de las centrales sindicales y organismos de derechos humanos, congregó a decenas de miles. Las centrales no convocaron a parar, solo ATE. La protesta se replicó en casi todo el país con los mismos convocantes. 

El debate más importante es cómo terminamos con este desastre, ya que la paciencia se está acabando incluso para aquellos que creían que “habría un cambio” con Milei.

¿Qué frente hay que construir? ¿Para qué, con qué estrategia?

Pablo Moyano, uno de los dirigentes de la CGT, al finalizar el Acto en Plaza de Mayo dijo “Cada vez crece más el hambre y la pobreza, por eso es tan importante esta jornada de unidad en la calle… Argentina, con esta casta que nos gobierna, no tiene destino. Lo único que nos queda es la confrontación. Este es un gobierno que ataca a los trabajadores y hay que confrontarlo en la calle y conformando un gran frente nacional para el año que viene, que nos permita tener mayoría en ambas cámaras. Hay que ponerle un freno, en la calle y en el Congreso de la Nación”.

Claro que hay que confrontarlo en la calle, como se viene haciendo desde que asumió. Es necesario que prepararemos un gran paro activo que levante todo el pliego de reivindicaciones laborales, sociales, democráticas, nacionales. Ese paro debemos prepararlo desde las bases, en plenarios y asambleas en las próximas semanas, para garantizar la mayor participación y efectividad. Y debatir cómo continuar con el plan de lucha.

La clase obrera debe ser el caudillo de todos los oprimidos, la que encabece la rebelión, no hay otra clase social que pueda jugar este papel decisivo. Por su organización, por su peso en la economía, y sobre todo por la perspectiva política que puede imprimir porque es una clase desposeída, que no tiene ningún interés en defender la gran propiedad de los medios de producción, por su instinto clasista. La clase obrera es esencialmente antagónica e irreconciliable con los capitalistas por su defensa del salario y los derechos conquistados, por terminar con la explotación del trabajo, en defensa de las condiciones de vida.

El frente que es necesario construir es un frente político, un frente antiimperialista que unifique a la mayoría oprimida, que luche por imponer su programa, su perspectiva, con los métodos de acción directa. 

Moyano nos propone en cambio un frente nacional con sectores de la burguesía, bajo su programa de defensa del orden capitalista, de no romper con el FMI y su programa, y que organice en función de las elecciones del próximo año para aumentar la bancada opositora. Esta perspectiva fracasó una y mil veces. El Congreso no es el lugar para defender el interés nacional, es una cueva de bandidos sometida a las imposiciones del capital financiero. No son las elecciones, no es el Congreso el terreno para derrotar a Milei. Será una nueva frustración para los trabajadores que no quieren saber nada con la politiquería burguesa.

No se pueden destrabar las fuerzas productivas si no empezamos por desconocer la deuda pública externa e interna que absorbe una parte importante del presupuesto, es necesario romper con el programa del FMI para impulsar la obra pública, para terminar con el parasitismo bancario, para monopolizar el comercio exterior. Las empresas privatizadas de sectores vitales de la economía deben ser estatizadas. Debemos recuperar los ríos y los puertos, el petróleo y el gas, toda la minería, en función de industrializar el país, reconstruir lo que el capitalismo destruyó.

Esta es una orientación clara y precisa de lucha por la soberanía nacional, contra el saqueo del FMI, contra el saqueo de las multinacionales, de lucha por puestos de trabajo genuino para los millones de desocupados, de terminar con la precarización y los salarios y jubilaciones de hambre. De defensa de las libertades democráticas contra la represión creciente en todos los terrenos.

El capitalismo está agotado y no puede ser reformado, debemos ser absolutamente claros, no hay nada que esperar bajo el régimen de la propiedad privada.  La clase obrera y la mayoría oprimida deben conquistar el poder para transformar el país a su servicio.

(nota de MASAS n°462)

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