Israel y EE.UU. en guerra contra Oriente Medio – En Argentina Milei en guerra contra los trabajadores, los jubilados y los jóvenes
En un marco internacional de agravamiento de la guerra comercial que se traduce en guerra militar en la ofensiva extraordinaria de Israel en Oriente Medio con el genocidio del pueblo palestino, el ataque al sur del Líbano, contando con el respaldo económico y militar de EE.UU. y las grandes potencias; en la ofensiva de EE.UU. y la OTAN sobre Rusia, Milei no dudó en alinearse incondicionalmente con esas tendencias, las más reaccionarias mostrando su servilismo colonial. Que también se expresa en el plano económico subordinando sus políticas al cumplimiento del programa del FMI y accediendo a todos los reclamos del capital financiero.
Así, el gobierno avanza con su política de destrucción y saqueo. Vuelve a insistir con la privatización de Aerolíneas Argentinas, ya rechazada en la Ley Bases. Avanza con el despido de trabajadores estatales y el cierre de oficinas públicas, cierre de hospitales, mantiene su bota sobre las jubilaciones para que no recuperen su poder adquisitivo, redujo a la mitad el presupuesto para las universidades ahogándolas, sigue reduciendo los aportes a las provincias…
El ataque violento a las condiciones de vida y de trabajo se traduce en una fuerte caída de las ilusiones en los sectores que votaron y apoyaron a este Gobierno. El show televisivo de presentación del presupuesto el 15 de septiembre tuvo como respuesta un estrepitoso apagón y caída de televidentes; el acto de lanzamiento de su partido nacional LLA en Parque Lezama tuvo una pequeña concurrencia de 5000 personas; todas las encuestas revelan una caída fuerte en su respaldo especialmente a partir del rechazo al pequeño ajuste en las jubilaciones, el festejo de su veto presidencial y la represión brutal contra los jubilados que protestan frente al Congreso. Además, siguen los choques y fricciones en sus propias filas. Los medios de comunicación que defendían y promovían sus políticas no pueden evitar mostrar las contradicciones y desastres. Todas muestras de la crisis política que se agrava por el potenciamiento de la catástrofe social que se sigue profundizando, con niveles de pobreza e indigencia peores que si estuviéramos en guerra. El gobierno que fue débil en su origen es más débil que antes.
Las masas resisten desde el principio al Gobierno enfrentando los protocolos represivos y todas las amenazas y persecuciones. Con paros generales, con paros parciales, con movilizaciones multitudinarias. Si las respuestas no han sido más radicalizadas es por el papel de las direcciones políticas y sindicales atadas al legalismo burgués, a respetar el calendario electoral y castigar electoralmente al gobierno, a confiar en que la presión sobre los legisladores puede mejorar o eliminar los planteos más nefastos del gobierno.
La oposición burguesa aparece fragmentada sin poder articular respuesta frente a la ofensiva del capital financiero, de las grandes corporaciones. Unos parecen convencidos de que deben seguir la línea del gobierno, reforzando el sometimiento colonial, rompiendo sus compromisos partidarios y otros ceden frente al feroz chantaje económico sobre las economías provinciales.
Lo mismo ocurre con las direcciones de la CGT y CTA donde algunos sectores aparecen ganados por el oficialismo por convicción, siempre colaboracionistas, y otros que buscan diferenciarse del Gobierno y que apuestan a la movilización y la resistencia, pero sin romper con las políticas patronales quedando condenados a la impotencia. Claro que es mejor que ganen la calle y choquen con el Gobierno, pero no es suficiente.
Las referencias clasistas aún son muy débiles. Es necesario intervenir en las luchas, en los paros, en las movilizaciones, pugnando por una política de independencia de clase, de ruptura con la democracia burguesa, de centralizar y coordinar la resistencia con una perspectiva de poder propia. Apoyándonos en los métodos de acción directa de masas, confiando exclusivamente en las propias fuerzas, elaborando nuestro propio pliego de reivindicaciones.
Necesitamos construir un frente político, un frente único antiimperialista, que unifique a los oprimidos bajo la dirección de la clase obrera, de su estrategia, para realizar una revolución social que termine con la dictadura del capital, con su Estado y rompa todas las ataduras con el imperialismo, recuperando los sectores vitales de la economía, expropiando los grandes medios de producción, para empezar a planificar la economía en función de nuestras prioridades. Revolución que empezará en los marcos nacionales pero que deberá extenderse y anudarse con las revoluciones triunfantes en Latinoamérica y el mundo. Para que la clase obrera pueda jugar un papel de dirección debe construir su partido revolucionario, el que exprese conscientemente su estrategia. Ese es el trabajo que hacemos desde el POR-CERCI.
(nota de MASAS n°466)