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La CGT debe independizarse políticamente de la burguesía y de sus partidos

La CGT ha emitido un comunicado para pronunciarse sobre las internas del Partido Justicialista titulado “Recuperar los mejor de nuestra tradición justicialista”.

Dice que “los trabajadores organizados tenemos legitimidad y vocación para participar en la recuperación política de un justicialismo con voluntad transformadora hacia un país justo y soberano, y de la que el movimiento obrero, como afirmara el Gral. Perón, constituye su columna vertebral”.

El Justicialismo es un partido nacionalista burgués, defensor del orden capitalista, de la gran propiedad de los medios de producción y de la explotación de los trabajadores. Aunque millones de trabajadores se identifiquen con ese partido, eso no cambia su contenido de clase, definido por los intereses que defiende.

Los trabajadores tienen que independizarse políticamente rompiendo con este partido, adoptando su propio programa, su propia estrategia, construyendo su partido, que deberá ser revolucionario, que proyecte sus luchas hacia la conquista del poder para poder transformar la sociedad.

El justicialista se diferencia de los partidos liberales o conservadores porque plantea una política de conciliación de clases en vez del choque abierto con los trabajadores, porque plantea, discursivamente, el reclamo de independencia nacional, de defensa de la patria. Cada vez tiene menos margen para sostener esta política porque la presión capitalista es arrebatar todas las conquistas y derechos a los trabajadores, una política de guerra. Las grandes corporaciones, el imperialismo, buscan disciplinar al peronismo a este programa. Lo vivimos recientemente con Alberto Fernández/Massa un gobierno sometido al acuerdo con el FMI que no pudo sostener el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones y recuperar lo perdido en el gobierno de Macri.

¿Qué peronismo quieren recuperar? El del Pacto Social y la Triple A de Perón en los ´70; el de Isabelita con el Rodrigazo; el de Menem que privatizó y saqueó el Estado, que aplicó profundas reformas neoliberales; el de Néstor y Cristina Kirchner que pagó una deuda externa fraudulenta. El lenguaje ambiguo, sin precisiones, apunta a ocultar el verdadero programa.

“Así es que, desde la CGT, proponemos revalorizar el histórico contrato social justicialista, integrador, con eje en tres pilares fundamentales: desarrollo, producción y trabajo”.

Ese “contrato social” es de subordinación de los trabajadores al capitalismo en descomposición. Se debe decir que para que se desarrollen las fuerzas productivas y haya trabajo para todos se deben romper todos los bloqueos: romper con el programa del FMI, desconocer la deuda externa, terminar con el parasitismo financiero, estatizar expropiando los sectores vitales de la economía monopolizados.

“Mientras el gobierno nacional lleva adelante un modelo que ajusta gravemente los ingresos de los que menos tienen, transfiere beneficios a sectores concentrados de la economía, habilita tarifas de servicios impagables para los hogares y las pymes, posterga la atención de los jubilados y desfinancia la salud y la educación pública; todo esto en medio de un cuadro recesivo con aumento de la desocupación y la pobreza, sin un horizonte de salida”.

El peronismo quiere postularse nuevamente como el bombero que podrá apagar el incendio que deja Milei, el caos y la catástrofe social. Quiere buscar figuras que ayuden a recrear las ilusiones perdidas. Insiste en caminos institucionales para enfrentar a este gobierno. Este es un objetivo absolutamente reaccionario y debe ser rechazado. Su estrategia es electorera, acumular fuerzas para ganarle a Milei las elecciones, renunciando a la lucha o montándose en las luchas para orientarlas en esa perspectiva electoral.

“Necesitamos avanzar hacia un programa común, innovador y sustentable, manteniendo los fundamentos históricos de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política; incorporando también las novedades que la época, el desarrollo tecnológico, las nuevas formas de vida y las nuevas demandas, solicitan. Ideas que inspiren, entusiasmen y movilicen, con el interés nacional como prioridad, pero también recuperando lo mejor de nuestra tradición justicialista que permanece en la memoria colectiva”.

No hay ni puede haber un programa común entre las grandes corporaciones, los bancos, los terratenientes, las petroleras, y los trabajadores. Sus intereses son antagónicos, contradictorios, irreconciliables. Esos sectores siguen con el poder, son ellos los que ordenaron la dictadura genocida que mató, torturó y persiguió a decenas de miles, mayoritariamente a compañeros que se reclamaban peronistas.  La CGT no coloca sobre la mesa de debate los programas históricos de La Falda, Huerta Grande, de la CGT de los Argentinos, que efectivamente colocaban una perspectiva de independencia política, de soberanía económica.

La CGT no tiene nada qué hacer en la interna de un partido patronal, ni formar listas, ni sumarse a las candidaturas, ni tomar cargos en el Gobierno. La CGT es la representación sindical del conjunto de los trabajadores. Los trabajadores que crean que sigue siendo su partido intervendrán a título personal.

En el marco de esta ambigüedad es que la dirección de la CGT se rune en secreto con el Gobierno, hace todo lo posible para no centralizar las enormes luchas en curso. Y negocia incorporar un representante al Consejo de Mayo cuyo programa es el Pacto de Mayo que sintetiza las políticas antiobreras y antinacionales de este Gobierno. Esta es la base de la crisis en la dirección de la CGT que estalla con las denuncias internas y la renuncia de Manrique (mecánicos) a la dirección.

La clase obrera debe ser la columna vertebral y la cabeza del frente único antiimperialista que tenemos que construir apoyado en la organización y los métodos históricos de lucha y con un preciso programa de poder.

(Nota de MASAS n°467)

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