24 de Marzo: 49 años del Golpe genocida: ¡Milei, basura! ¡Vos sos la dictadura!
Así se canta en las movilizaciones en solidaridad con la lucha de los jubilados, contra su represión permanente. Y se ajusta a la realidad. Porque reprime las protestas desde el primer día de Gobierno. Porque amenaza y persigue a los movimientos de desocupados, a los jubilados, a los sindicatos que luchan. Porque pisotea la Constitución y las leyes desconociendo y destruyendo todos los derechos sociales conquistados. Reivindica la última dictadura y hace todo lo posible por terminar con los juicios y las pruebas. Utiliza los medios de comunicación más poderosos para mentir y difamar a quienes se oponen, a quienes lo critican. Extorsiona a los gobernadores para que apoyen sus leyes y decretos. Para aplicar el brutal ajuste contra la mayoría necesitaba instaurar un régimen de dictadura civil. Eso es Milei y su régimen, admirador de Trump, Bolsonaro y el genocida Netanyahu. Por encima suyo está el poder real, las grandes corporaciones nacionales y extranjeras que ordenaron el Golpe genocida en su propio beneficio y que hoy dictan sus políticas en crisis. Declaró la guerra a los trabajadores y la Nación abandonando toda forma democrática y de conciliación de clases.
Es imprescindible no perder la Memoria: Los militares fueron ejecutores de una represión sangrienta que comenzó bajo el gobierno constitucional de Perón-Isabel Perón. La 3A fue organizada bajo el gobierno peronista.
Fueron 30.000 asesinados, detenidos-desaparecidos, decenas de miles exiliados, decenas de miles presos, torturados, perseguidos. Las organizaciones sindicales, estudiantiles, campesinas, barriales, los partidos políticos, que tenían una actitud combativa, fueron ilegalizados y reprimidos.
El objetivo del golpe era liquidar a lo más avanzado de la vanguardia política y sindical para poder aplicar abiertamente los planes de saqueo y entrega al imperialismo, para arrancar a las masas las conquistas más valiosas.
El golpe fue preparado por las Cámaras empresarias nacionales y extranjeras, desde varios meses antes, ellos fueron los principales beneficiarios de la política económica que se aplicó. Fue apoyado por los partidos políticos patronales, entre ellos la UCR. Y también por sectores de la burocracia sindical, que temían perder la dirección de los sindicatos a manos de las bases cada vez más radicalizadas. Fue bendecido por la cúpula de la Iglesia, cómplice directa.
No olvidamos tampoco a aquella izquierda como el Partido Comunista que tenía como estrategia un “gobierno cívico-militar” para superar la crisis institucional y que no condenaron al golpe porque decían que el ala de Videla había impedido que los pinochetistas dieran el golpe. No nos olvidamos tampoco de aquellos que creían que el golpe era contra la guerrilla, que era una “dictablanda” y que habría elecciones… Todo debe estar guardado en la Memoria.
Y nunca debemos dejar que se oculte cuál fue el carácter de clase del golpe: fue la burguesía, fue el imperialismo, que veían peligrar su régimen de dominación. Por lo tanto, no habrá verdadera Justicia hasta que terminemos de raíz con quienes lo ordenaron y se beneficiaron. Son los mismos responsables de todos los golpes militares del siglo pasado, de las represiones sangrientas en los talleres Vasena, en los quebrachales, en la Patagonia, los 1° de Mayo de principios de siglo, en la Fusiladora. La dictadura militar es una de las formas de la dictadura de la burguesía, que se continúa bajo los gobiernos que tienen algunas formas democrático burguesas. El poder real siguió en las mismas manos que bajo la dictadura (más concentradas, más internacionalizadas), ellos no fueron enjuiciados.
Si pudo haber formas democráticas durante casi 4 décadas es porque antes aplastaron a lo mejor de la vanguardia, porque cortaron buena parte de las mejores tradiciones y experiencias de lucha y a quienes mejor la expresaban.
Reconocemos la extraordinaria importancia de la lucha popular, de los organismos de Derechos Humanos, consecuente, incansable, para enjuiciar y castigar a cientos de responsables militares y algunos civiles y eclesiásticos, lucha que sigue aún hoy día y chocando con todos los intentos de impunidad que pactaron los militares con la iglesia, los partidos, la justicia y los grandes medios de comunicación. Esa lucha debe avanzar sobre las bases materiales del golpismo. El régimen actual busca demoler todas las conquistas democráticas y reivindicar la peor dictadura.
Un aspecto que también debemos tener presente: el carácter internacional del golpe. Fue comandado por EE.UU. a través del Plan Cóndor que se preparó desde comienzos de los años ´70 y se ejecutó sangrientamente en varios países de Latinoamérica.
Argentina ingresó al FMI en 1956, bajo la dictadura militar de la “Revolución Libertadora” (fusiladora) que derrocó a Perón un año antes. Bajo la última dictadura militar la deuda externa creció de 8.000 millones a más de 45.000 millones de dólares, hasta ese momento el mayor crecimiento de la historia en tan poco tiempo y se empezaron a aplicar las medidas de corte neoliberal que se completarían años más tarde bajo el gobierno de Menem.
Bajo el imperio del terrorismo de Estado el capital financiero avanzó fuertemente en el sometimiento nacional. El país cada vez más sometido colonialmente a sus dictámenes. Los gobiernos de la democracia burguesa dieron continuidad a esa tendencia.
El acuerdo con el FMI, con su programa, es una confirmación de ese vasallaje. Impusieron el reconocimiento de una deuda fraudulenta, entregada para salvar a Macri del default, importe que fue fugado íntegramente. El gobierno de Fernández y el Congreso la reconocieron, se negaron a investigar y empezaron a pagar. Milei se empeñó en llevar el ajuste contra las masas al extremo para poder pagar esa deuda impagable, para profundizar el saqueo de nuestros recursos, para multiplicar las ganancias de las multinacionales.
Es hora de terminar con el saqueo y la entrega.
La burguesía es una clase antinacional, que privilegia sus relaciones con la oligarquía terrateniente y el capital financiero, por lo tanto, todas sus instituciones, sus partidos bloquean cualquier reclamo de soberanía, de defensa del patrimonio nacional, sus recursos, sus empresas. No hay posibilidad de reformar el capitalismo en descomposición. Han probado todas las variantes y todas han fracasado hundiendo al país.
Sólo la clase obrera puede ofrecer una salida consecuentemente antiimperialista, acaudillando a todos los oprimidos, rompiendo todos los acuerdos con el imperialismo, expulsando a las multinacionales de los sectores vitales de la economía, estatizado la banca y el comercio exterior, recuperando los hidrocarburos, los puertos, los ríos, todas las fuentes de energía, industrializando el país para imponer el pleno empleo y terminar con el hambre, la miseria y la pobreza. Es una sola lucha que terminará con las bases materiales en que se apoyaron y se apoyan todos los golpes y los golpistas, de ayer y de hoy.
Solo así podremos castigar definitivamente a los principales responsables de aquel golpe genocida, a los que lo ordenaron y se beneficiaron.
Solo por medio de la acción directa de masas podremos conquistar la soberanía nacional, expulsando al imperialismo opresor, desconociendo todas las deudas y sus planes, recuperando todos los recursos.
Liberar a nuestro país de toda opresión, romper todas las ataduras con el imperialismo, conquistar la soberanía, será el mejor homenaje a los miles de compañeros caídos en la lucha por el mundo mejor que soñaron. El camino es el de la revolución social. Por eso la clase obrera debe independizarse políticamente, construir su partido revolucionario, recuperar todos los sindicatos y las centrales para los trabajadores.
La tarea de los oprimidos es tirar abajo, más temprano que tarde, a Milei y todo su régimen, para que no haga más daño. Con nuestros propios métodos de lucha, con nuestra propia organización, con nuestro programa. Debemos debatir cómo nos preparamos para tomar en nuestras manos nuestro destino.
(nota de MASAS n°476)