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Se agravan los enfrentamientos entre EE.UU. y Europa en varios terrenos

En las últimas semanas han aparecido fuertes choques entre las potencias imperialistas aliadas que inevitablemente tendrán consecuencias en todo el mundo.

El gobierno Trump aparece decidido a imponer fuertes aranceles comerciales a Europa; a imponer su propio plan de paz en Ucrania; a romper con organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud; cuestionar su papel en la OTAN; avanzar sobre Groenlandia como sea; cuestionar el tratamiento de la Inteligencia Artificial; romper con los acuerdos sobre cambio climático; etc. Su política está dictada por el objetivo de recuperar la economía de EE.UU. y poder restablecer su papel hegemónico. Los acuerdos que se establecieron hace 80 años con el fin de la Segunda Guerra Mundial están agotados. En la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero también aparecieron las diferencias entre las potencias.

Diferencias sobre la guerra en Ucrania

Trump empezó a negociar directamente con Putin los términos de un acuerdo de paz sobre la guerra en Ucrania en Arabia Saudita (a través de sus cancilleres), sin la participación de Ucrania y la Unión Europea, resolviendo cómo recuperaría “lo invertido” en la guerra, apropiándose de minerales, tierras raras y recursos energéticos que tienen importancia estratégica para su país, más ser parte del negocio de su reconstrucción.

La burda prepotencia de Trump quedó en evidencia en la reunión humillante con Zelensky del viernes 28 de febrero ante la prensa y prácticamente echándolo de la Casa Blanca, culpándolo de no querer la paz y de querer provocar una tercera guerra mundial. Durante las semanas anteriores se ocupó de hostilizar públicamente al títere Zelensky. Inmediatamente de regreso en Europa encontró la solidaridad y respaldo de sus países.

Fue Macron quien había pedido a Trump recibir a Zelensky. Según el canal de televisión francés BFM TV, desde EE.UU. habían informado al Presidente ucraniano que no visitara Washington, pero este se puso en contacto con Macron para que intercediera con Trump para ser recibido.

Trump quiere desentenderse completamente de la responsabilidad de EE.UU. y la OTAN en esta guerra provocada para cercar militarmente y bloquear económicamente a la Federación Rusa y desgastarla. Quiere cargar las culpas de la derrota en el gobierno de Biden. Quiere aparecer como quien puso freno a la guerra y también logrando el resarcimiento por lo invertido y generando nuevos negocios. El propio Trump reconoce que sin el apoyo de EE.UU. la guerra no hubiera durado dos semanas. Inmediatamente después de la reunión Trump decidió suspender toda ayuda para obligar a Zelensky y a la UE a aceptar sus términos. Y prohibió al Reino Unido a compartir inteligencia de EE.UU. con Ucrania. Semanas antes ya había cortado algunos suministros.

El resultado fue inmediato, Zelensky escribió: “En cuanto al acuerdo sobre minerales y seguridad, Ucrania está dispuesta a firmarlo en cualquier momento y en cualquier formato conveniente». En su discurso del 4 de marzo Trump se refirió a la carta de Zelensky en que pide volver a resolver el acuerdo de paz reconociendo el papel central de EE.UU. 

La rauda salida de Zelensky de la Casa Blanca estuvo precedida por reuniones con Macron, y el Primer Ministro del Reino Unido, Keir Starmer, para reclamar su participación en las negociaciones de paz; y también por las posiciones antagónicas entre Estados Unidos y Europa en la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la paz en Ucrania.

Macron planteó a Trump que no querían un “acuerdo débil” y que “esta paz no debe significar la rendición de Ucrania” y que podrían desplegar tropas en tierra y aviones en el aire del Reino Unido y Francia para garantizar el alto el fuego. Rusia respondió inmediatamente que el objetivo es “avivar aún más el conflicto” ya que ambas son fuerzas de la OTAN.

Hasta la intervención de Trump, los líderes europeos, casi sin excepción, descartaban algún acuerdo de paz. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, afirmaba que no había nada que negociar con Rusia, aun reconociendo que no dejaban de retroceder en el frente militar y el fracaso de su “contraofensiva” de 2023. La situación ha cambiado bruscamente en pocas semanas y ahora deben reconocer la derrota y ver cómo se suman a las negociaciones y se reparten una parte del botín.

Transcurridos tres años desde la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por consenso y sin modificaciones un breve texto presentado por EE.UU. en el que se pide “un rápido fin al conflicto” y se insta a que “se logre una paz duradera”. La resolución recibió diez votos a favor, incluido el de Rusia, y la abstención de otros miembros permanentes: Francia, Reino Unido, Dinamarca y Grecia.

En la mañana, ese mismo texto fue sometido a votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas. En ese órgano, donde están representados los 193 países, la Unión Europea logró que se aprobasen enmiendas: 1)se modificó la referencia al “conflicto” por “la invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Federación de Rusia” 2) se insertó un párrafo que reafirma el “compromiso con la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas”.

EE.UU., a pesar de que había presentado la propuesta, se abstuvo de votar a favor debido a la introducción de las enmiendas. Las resoluciones adoptadas en la Asamblea General no tienen carácter vinculante, pero son importantes políticamente. Se destaca la votación dividida de EE.UU. y sus socios de la OTAN en Europa y la votación de Rusia junto a EE.UU.

Ucrania presentó otro proyecto de resolución apoyado por los 27 miembros de la Unión Europea, entre otros 50 países, en el que “se reitera el llamamiento a Rusia para que retire completamente sus tropas del territorio ucraniano, dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente, y se exige que cesen de inmediato las hostilidades en su contra”. La resolución fue aprobada con 93 votos a favor, 18 votos en contra, entre ellos Rusia y Estados Unidos, en un hecho histórico, y 65 abstenciones. Con el acuerdo que se firme se podrá constatar qué queda de estas votaciones.

Ante el brusco cambio de la situación política internacional marcada por la política de EE.UU. que abiertamente se lleva por delante a Europa se están produciendo innumerables reuniones para definir la respuesta ante el plan de paz para Ucrania, cómo seguir financiando y armando a Ucrania, cómo incrementar el presupuesto militar bajando el gasto social, reactivar la producción de armamentos y lograr independencia militar de EE.UU., con el argumento de la amenaza rusa. Su discurso se orienta a seguir la guerra contra Rusia o imponer su presencia militar en Ucrania como “garantes de la paz”, es posible que este discurso radicalizado apunte a conseguir algún beneficio económico sobre Ucrania ya que también pretendían quedarse con sus riquezas naturales y los negocios de la reconstrucción. Para la UE Ucrania sigue siendo una moneda de cambio en la disputa general con EE.UU.

Esta paz saqueadora que pretende imponer Trump debe ser rechazada. Ni el títere Zelensky ni la UE representan, ni pueden representar las aspiraciones de paz del pueblo ucraniano. Todos contribuyeron para transformar a Ucrania en carne de cañon. Responsables de cientos de miles de muertos, de heridos, de millones de emigrados, de la destrucción de su infraestructura, del colapso de su economía. Ucrania sólo podrá imponer su autodeterminación como lo hizo hace un siglo, recuperando sus organizaciones políticas y sindicales, organizándose y derribando a los oligarcas y burócratas que han destruido el país, por la vía revolucionaria, reconstruyendo la URSS, desconociendo todos los acuerdos económicos, financieros, militares, que le están imponiendo, recuperando todos sus recursos, desconociendo todas las deudas y anulando la Constitución que le hizo reformar el FMI y la OTAN. No podrá haber una paz duradera hasta que se termine con el imperialismo y su militarismo, hasta que no se expulsen las bases de la OTAN y las bases militares norteamericanas del territorio europeo. Ese programa unirá al proletariado y a los oprimidos de Rusia, Ucrania y toda Europa.

Lo cierto es que asistimos a un choque, a una fractura, de la alianza política, económica y militar entre las potencias capitalistas con EE.UU. queriendo escapar de su crisis sometiendo completamente a Europa.

La clase obrera de Europa debe independizarse políticamente, enfrentar a sus gobiernos, a sus burguesías, combatir el mayor armamentismo, que es perspectiva de nuevas guerras y porque esos mayores recursos para la producción de armas, saldrá de un nuevo ataque a las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría. No puede asistir pasivamente a las políticas que impone EE.UU. viendo cómo se vuelven a someter sus gobiernos. La clase obrera debe recuperar sus sindicatos barriendo con todos los reformistas, debe resolver su crisis de dirección política construyendo partidos revolucionarios.  Esta es la tarea en que estamos empeñados desde el CERCI.

(POR Brasil – Massas n°734)