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El Encuentro de trabajadores ocupados y desocupados debe ayudar a la coordinación y unificación de todas las luchas y los luchadores

El ajuste, la desocupación, el hambre y los bajos salarios golpea fuertemente a la clase obrera y oprimidos en general. Las medidas antiobreras, antinacionales que lleva adelante el gobierno de Milei, que profundiza las medidas de dictadura civil, son rechazadas por las masas como pueden.

Durante los últimos meses asistimos a un crecimiento de los conflictos en defensa de los puestos de trabajo ante el cierre de decenas de fábricas, aumento de salarios y en defensa de las jubilaciones, de la salud y la educación públicas. Este reguero de luchas tiene como gran ausente a la CGT, que ha demostrado que no va a ir a fondo en la lucha contra el ajuste de Milei y en defensa de las libertades democráticas. Los burócratas de la CGT temen que, de poner en pie un plan de lucha, pueda perder el control y la dirección. Al igual que el resto de la dirigencia peronista cobarde, sostienen una política conciliadora que les permita llegar a las elecciones de octubre.

Ante la ausencia de la CGT y el paro general activo que necesitamos para defender las condiciones de vida de las masas, diferentes sectores del sindicalismo combativo, tanto de origen peronista con la marcha que nucleó a 70 sindicatos bajo la consigna “Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos”, como los encuentros impulsados por la izquierda como el de Luz y Fuerza, buscan poner en pie espacios de organización y coordinación de todas las luchas.

Como partido saludamos cada una de estas iniciativas y nos sumamos a los debates que surgen. El 27 de junio se realizó una reunión virtual impulsada por las organizaciones que participaron del encuentro de Luz y Fuerza en Córdoba, se debatió convocar a este Encuentro de trabajadores ocupados y desocupados en el cual se discuta un programa y cómo enfrentar las políticas del gobierno de Milei. Surgieron debates en el seno de la izquierda sobre qué tipo de encuentro es el que necesitamos construir y quienes deben formar parte de él. Estos debates no son nuevos, se dieron con el llamado al encuentro de Racing (2016), con el Plenario del Sindicalismo Combativo y en cada instancia que busca poner en pie espacios de coordinación. Es necesario hacer un balance sobre esas experiencias que pueda ayudar a superar las políticas sectarias y aparateras que nada tienen que ver con las necesidades de los trabajadores y que terminaron frustrando los esfuerzos. La fortaleza de cualquier encuentro que se impulse es la participación de los sindicatos, comisiones internas y sectores en lucha. Para fortalecer este espacio, no basta con la unidad de toda la izquierda, es necesaria la unidad de todos los sindicatos incluso los que están dirigidos por el peronismo, que como Aceiteros viene demostrando que quiere transformarse en dirección de los procesos de lucha. No se puede prescindir de la base de los sindicatos dirigidos por el peronismo que son la mayoría. Otro aspecto es el carácter democrático del encuentro, en él deben tener voz y voto todos los trabajadores ocupados y desocupados, se deben realizar asambleas en cada sector que participe, encuentros regionales preparatorios para llegar con una síntesis programática al debate nacional.

No estamos de acuerdo con desconocer la existencia de la CGT y los sindicatos, o de poner en pie una central paralela como plantean algunos compañeros. La división de las centrales sindicales y los sindicatos tienen costos muy grandes para los trabajadores, debemos luchar para recuperar su dirección expulsando a la burocracia repodrida. Sin CGT no hay paro general. Necesitamos fortalecer la coordinación y unidad de todas las luchas que nos ayude a imponerlo. El programa y método del encuentro es central.

El encuentro debe llamar a confiar exclusivamente en los métodos de lucha de la clase obrera, en su acción directa de masas, en su organización y en su programa. Combatir cualquier ilusión de que por medio del voto o del Congreso se puede terminar con Milei y su régimen.

Los sindicatos y la CGT son una creación del movimiento obrero, son nuestras organizaciones, la mayoría usurpadas por direcciones burocráticas que se subordinan a partidos patronales y las cámaras empresarias, partidarias de la conciliación de clases. Es nuestro trabajo romper esa política, exigiendo e imponiéndole el llamado al paro activo de 36 horas, como parte de un plan de lucha por todos nuestros reclamos. ¡Que le ponga fecha ya! Sin esperar al resultado electoral. Necesitamos golpear al gobierno del FMI y las grandes corporaciones nacionales y extranjeras, como un solo puño. Una medida de lucha generalizada y unitaria debe ser convocada por la CGT y las CTA, sin ellas hoy no es posible, son las organizaciones que los trabajadores reconocen como sus organizaciones, aunque critiquen y choquen con sus dirigentes burocráticos. Ese es el camino para avanzar en la construcción de una nueva dirección del movimiento obrero. Tomando las medidas en nuestras manos, realizando asambleas en todos los lugares de trabajo, preparando la lucha desde las bases, unitariamente, para lograr la mayor participación y contundencia. 

Necesitamos poner en pie un encuentro de trabajadores ocupados y desocupados que ayude a resolver la tarea más importante, la crisis de dirección de la clase obrera, conquistando su independencia política, para que pueda aparecer como el caudillo de la rebelión popular, de la mayoría oprimida, para derribar este régimen. Ninguna otra clase puede encarnar consecuentemente esta tarea. La clase obrera sola no puede, necesita poner en pie un frente único antimperialista, bajo su dirección, que plantee la expulsión del imperialismo y el no pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, la estatización de los resortes vitales de la producción, salarios y jubilaciones mínimas vitales y móviles iguales al costo de la canasta familiar, la defensa de las libertades democráticas, el sistema único estatal de salud y educación, plan de obras públicas, generación de puestos de trabajo en base al desarrollo de la industria nacional.

Vivimos un momento de grave agudización de la crisis mundial debido a la descomposición y agotamiento del capitalismo. Se traduce en la aceleración de la guerra comercial y de las tendencias bélicas que pueden evolucionar hacia una nueva guerra mundial. El genocidio del pueblo palestino no se detiene, se extiende y profundiza, también en ataques sobre Siria y Líbano. El reciente bombardeo de EE.UU. e Israel sobre Irán, sobre sus plantas nucleares, muestra también hasta dónde pueden llegar en su desesperación por retener su hegemonía. La Unión Europea sometida a los dictámenes de EEUU sufre las consecuencias de sus políticas y a la vez contribuye al armamentismo y alimenta la prolongación de la guerra en Ucrania de la OTAN contra Rusia. El imperialismo norteamericano ejerce la máxima presión e intervención sobre Latinoamérica para imponer sus políticas en todos los terrenos, mientras las burguesías locales, sus partidos, sus instituciones se someten casi sin resistencia. Se acelera el curso de barbarie capitalista que solo puede ser detenido por la intervención decidida y consciente de la clase obrera, aquí y en todo el mundo.

16 de agosto 2025