El colonialismo británico designa un embajador a la medida de sus intereses estratégicos sobre nuestro país
El nuevo embajador del Reino Unido en Argentina, David Cairns, está relacionado con el gigante petrolero Equinor. Su llegada se cruza con la visita del ministro de Comercio británico Chris Bryant. Una avanzada en línea con la política abiertamente antinacional de Milei.
Diplomático de carrera, con más de 30 años en el Servicio Exterior británico, el “Foreign Office”, Cairns pasó a ocupar un cargo de peso en el sector privado: fue vicepresidente internacional de Equinor durante 6 años, desde Londres, el gigante petrolero de origen noruego, con fuerte presencia en dos áreas de shale oil en Vaca Muerta y en las áreas offshore del Atlántico Sur.
Controla ocho bloques offshore en la Cuenca Argentina Norte y, en sociedad con YPF, desarrolla exploración offshore en la Cuenca Austral y en la Cuenca Malvinas Oeste, frente a la isla grande de Tierra del Fuego, con el aval del estado argentino.
Cecilia Degl’Innocenti publica que “este trasfondo petrolero es clave para leer el arribo de Cairns a Buenos Aires, en un momento en que el gobierno de Milei necesita destrabar la llegada de inversiones extranjeras para darle un respiro a las reservas del Banco Central”.
El gobernador fueguino, Gustavo Melella, encabezó las críticas de un amplio sector que pidió el rechazo del placet al gobierno nacional. Cuando se oficializó al reemplazante de Kristy Hayes el 6 de mayo, calificó la decisión como un “acto de extremo cinismo” y de “provocación sin precedentes”. Además, acusó a Cairns de haber “asesorado directamente” al gobierno británico desde su rol ejecutivo en Equinor, para “la exploración ilegal de hidrocarburos en aguas argentinas circundantes” al archipiélago del Atlántico sur.
Días después de su designación creció la indignación. Cairns se reunió en Londres con Richard Hyslop, representante de la administración británica de las Islas Malvinas. Es un gesto provocador teniendo en cuenta la disputa por la soberanía con UK.
Su llegada a Buenos Aires coincidió con el “enérgico repudio” de la Cancillería argentina a la explotación ilegal de la cuenca León Marino, al norte de la isla Soledad y a 220 kilómetros del territorio argentino continental, a manos de la compañía israelí Navitas Petroleumen consorcio con la británica Rockhopper.
El comunicado del gobierno argentino ocurrió un mes y medio después de que la compañía anunciara su proyecto extractivista para 2026 en Puerto Argentino, con un valor estimado de hasta 4.000 millones de dólares en impuestos y regalías dirigidas a las arcas de la administración británica durante la vida útil del yacimiento. El accionar fue contra la resolución 31/49 de la ONU que exige a las partes abstenerse de alterar un territorio en disputa por la soberanía; y contra la ley nacional 26.659 que prohíbe operar en la plataforma continental argentina con licencias emitidas por el Reino Unido.
El 18 de septiembre arribó también a Buenos Aires el ministro de Comercio británico, Chris Bryant, en la primera visita de un funcionario de ese rango desde 2018. Su presencia se enmarca en el lanzamiento de las Estrategias Comercial e Industrial del Reino Unido en América Latina, con Brasil y Argentina como ejes de la ofensiva británica para ganar mercado.
“Brasil y Argentina son las dos economías más grandes de Sudamérica, y unos lazos comerciales más estrechos nos ayudarán a lograr el crecimiento económico establecido en nuestro Plan para el Cambio”, afirmó Bryant.
Es claro que su objetivo es su crecimiento económico y el de sus multinacionales, pisoteando la soberanía argentina. Toda empresa multinacional que opera en Malvinas debe ser inhabilitada para operar en nuestro país y expropiada. Extienden el saqueo y la piratería a todo nuestro país con la complicidad y colaboración del gobierno cipayo.
(Artículo de Masas n°489)
