Túnez: Responder al golpismo, levantando un movimiento independiente del proletariado

Las protestas masivas se apoderaron de Túnez. Exigen la destitución del Primer Ministro, la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones. Acusaron a las instituciones y partidos del orden burgués de ser incapaces de frenar el avance de la miseria y el hambre, y ser cómplices del colapso del sistema sanitario, y del avance de las muertes por Covid-19.

El país tiene la tasa de mortalidad por la pandemia más alta de África, sólo superada por Namibia. Faltan vacunas y medicamentos para tratar las secuelas de la enfermedad, a pesar de ser el país más avanzado en la vacunación de su población: 8%. Al mismo tiempo, la alta inflación está destruyendo los ya bajos salarios, el desempleo ha llegado al 25% de la población (35% entre los jóvenes), se agravan el parasitismo financiero y las contrarreformas exigidas por el imperialismo.

Es en las condiciones de la creciente barbarie social, producto de la combinación de las crisis económica y sanitaria, es que las masas tunecinas retomaron el rumbo de los levantamientos, que acecharon a Oriente Medio y el Norte de África en 2011. En esa época, las masas pasaron a combatir las contrarreformas antinacionales y antipopulares, aplicadas por los gobiernos de la región, destinadas a proteger las ganancias de los capitalistas, ante la crisis económica mundial que estalló en 2008.

La relevancia de Túnez en los acontecimientos de 2011 radica en que el país fue el escenario del primer levantamiento obrero y popular de la región. La inmolación de un vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, que se quemó vivo en protesta por las leyes que prohibían el comercio informal, fue la mecha que encendió el poderoso movimiento nacional de los explotados contra la miseria y el hambre, que rápidamente se extendió más allá de las fronteras nacionales.

En combate contra los gobiernos impotentes para proteger a la mayoría oprimida de las heridas del desempleo, la miseria y el hambre, los explotados en lucha colectiva y de masas abrieron el camino a una nueva etapa de la lucha de clases en la región. Argelia, Libia, Egipto, Yemen y Siria se vieron arrastrados por la agitación de las revueltas. La crisis de los regímenes políticos se proyectaba, con la apertura de una situación revolucionaria. Pero sin la presencia del proletariado organizado como clase independiente, luchando bajo su propio programa y estrategia de poder, toda la energía, radicalización y determinación mostrada por las masas no podría abrir el camino a una solución revolucionaria a la disgregación del capitalismo y al avance de la barbarie social. El imperialismo aprovechó esta contradicción. Apoyado en el conjunto fuerzas burguesas semicoloniales, garantizó la gobernabilidad burguesa, frenando los levantamientos mediante promesas electorales combinadas con una brutal represión.

Esta síntesis nos permite entender por qué el derrocamiento de la dictadura de Bem Alí en enero de 2011 y la reapertura democrática fueron maniobras para desviar los levantamientos y contener el avance de la situación revolucionaria. También es cierto que no lograron borrar las tendencias de lucha de los explotados. Desde que el levantamiento de las masas tunecinas derrocó a la dictadura de Alí, se han sucedido 12 gobiernos y nada ha cambiado en favor de los oprimidos. Por el contrario, las condiciones de miseria y hambre han empeorado. Cansadas de las promesas y de la farsa de la democracia burguesa que cambia de gobierno pero mantiene las mismas políticas antipopulares y antinacionales, las masas han decidido levantarse una vez más contra el régimen burgués que es impotente para resolver sus necesidades más acuciantes.

La mayor responsabilidad de la desarticulación del movimiento de los explotados recae en la burocracia sindical de la mayor central sindical del país: la UGTT. Junto con la oposición, los burócratas se declararon en contra del golpe de Estado. Pero se negaron a promover el movimiento de masas para derrotar el golpe, porque significaría ceder a las tendencias de la lucha de clases. Y tras una hipócrita declaración de fe democrática, buscaron la vía de los acuerdos con el gobierno golpista.

Por el momento, las masas han quedado a la expectativa de los 30 días establecidos por Saied para fijar una fecha para la celebración de nuevas elecciones. Pero un nuevo gobierno elegido no podrá frenar la quiebra de las instituciones y el fracaso de la democracia burguesa para resolver los graves problemas sociales y nacionales. De hecho, las tendencias dictatoriales y los golpes de Estado se han fortalecido sobre la base de la descomposición de la democracia formal y bajo la presión de los monopolios y del capital financiero para acelerar el curso de las contrarreformas y el saqueo de las naciones oprimidas.

El retorno de la bandera de las nuevas elecciones llevará a los explotados a un callejón sin salida, como demuestra la experiencia anterior. La vanguardia con conciencia de clase debe combatir esta orientación burguesa, vinculando las reivindicaciones vitales con la estrategia de un gobierno revolucionario, obrero y campesino. La construcción del partido obrero revolucionario, marxista-leninista-trotskista, es la condición para que el levantamiento de las masas se libere de las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, y avance en la tarea de derrocar a la burguesía e instaurar el gobierno obrero y campesino, expresión gubernamental de la dictadura del proletariado.

(MASSAS nº 644 POR Brasil)

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