Chile: El gobierno de Gabriel Boric es capitalista, defensor de la gran propiedad de los medios de producción

Declaración del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI)

No cuestionará los cimientos sobre los que se asienta el régimen pinochetista, que es el poder de las multinacionales y un pequeño grupo de familias que detentan el poder, que controlan la economía del país. Ahí reside lo esencial de las políticas neoliberales que se han aplicado desde hace casi 50 años. Boric busca conciliar con todos ellos y les muestra sumisión. El nombramiento de Mario Marcel como Ministro de Hacienda lo confirma, (se desempeñaba como Presidente del Banco Central).

Es de gran importancia para los marxistas poder ayudar a caracterizar un gobierno desde el inicio, para combatir toda ilusión, para que la vanguardia pueda prepararse para enfrentarlo. Boric constituirá un gobierno pequeño burgués, rodeado de representantes de la burguesía en los puestos claves del Estado, que gobernará para el gran capital. No es necesario esperar a que gobierne, a que se conozcan sus medidas. Ya conocemos su programa, sus políticas, sus límites, sus alianzas. Debemos hacer consciente el proceso que se inicia ya que en todo Latinoamérica y en el mundo se lo presenta como una experiencia progresista, de centroizquierda, y que encarnaría nada menos que la rebelión popular de 2019 que transformó la situación política propinando un duro golpe a la dictadura civil pinochetista. Con esos calificativos se pretende ocultar el carácter burgués de su gobierno y por lo tanto antinacional y antipopular.

Nuestro deber es desenmascarar su discurso. Señalar que su política es contraria a los reclamos de aquella rebelión. Boric fue artífice de aquel acuerdo que impulsó al Convención Constituyente para apaciguar la lucha, dividirla, aislar a los sectores más radicalizados. Desde el Cerci, y desde su Sección Chilena, no se llamó a votarlo, como hicieron casi todas las corrientes que se reclaman de izquierda (que además se sumaron a la maniobra constituyente por carecer de una política proletaria).

El desvío democratizante está destinado a dividir y confundir a las masas para desactivar su tendencia a la acción directa, para resguardar el régimen de dominación. Esta política se aplica en Chile y en varios países de Latinoamérica donde la rebelión popular se abre camino.

Los funcionarios de Boric y sus aliados provienen de los gobiernos anteriores concertacionistas, Democratacristianos, Socialdemócratas y stalinistas de la Nueva Mayoría. Son los que aportan a Gabriel Boric la experiencia burguesa proimperialista, para seguir entregando todo su apoyo a las políticas hegemónicas que someten a los países de capitalismo atrasado como es Chile.

Esos gobiernos que ilusionaron a grandes mayorías nacionales y del mundo con la primera transición a la “democracia”, que duró hasta el 18 Oct. 2019 fracasaron por sus políticas conciliadoras con el gran capital, no afectaron en nada la estructura neoliberal que heredaron de la dictadura pinochetista.

La experiencia nefasta de la Unidad Popular que abortó las tendencias revolucionarias en los ´70, desarmó a las masas y preparó las condiciones para el golpe sangriento de Pinochet, no ha sido debidamente balanceada. Es necesario asimilar las lecciones de aquella derrota histórica para evitar nuevas frustraciones. El nuevo gobierno reivindica aquella experiencia que comandó el stalinismo contrarrevolucionario, que quiso hacer creer que era posible una vía pacífica al socialismo.

Hoy estamos frente a una gran crisis mundial, estructural, del sistema capitalista, agravada por el Covid 19 y por la guerra en Ucrania. En estas condiciones la extrema miseria de la población escaló. En el 80% de los trabajadores de los servicios públicos sus contratos son anuales y a honorarios. En el trabajo privado el 80% es proporcionado por la Pymes, que la mayoría están quebradas y sin capacidad de reanudar su producción por el alza de tasas de interés. La inflación de productos de primera necesidad no se detiene, generada por el fuerte alza del precio de los combustibles y las materias primas en el mercado mundial.

Ha crecido fuertemente la desigualdad entre la riqueza extrema de tres familias y la extrema miseria de la clase obrera y todos los oprimidos.

Esta realidad condicionará fuertemente a un gobierno que no podrá atender los principales reclamos.  Especialmente porque las masas hambrientas han transitado por el camino de lucha ocupando el eficaz método de la acción directa, como única solución para satisfacer sus demandas más urgentes, como ha sido pelear por la liberación de los presos políticos Mapuche y urbanos, por las canastas familiares, por el retiro de los fondos previsionales, por los ingresos de fondos de emergencias que sirvieron a las familias para arreglar sus casas, no morir de hambre y mantenerse en pie para seguir la lucha contra la decadencia capitalista. Ese camino de lucha no ha sido derrotado, pero sí desviado transitoriamente del curso de la lucha de clases.

 

La “nueva” Constitución no resuelve ninguno de los problemas esenciales de nuestra sociedad

La Convención Constituyente ratifica lo esencial del capitalismo que es la propiedad privada de las ocho familias más ricas del país y Latinoamérica. La agudización de la miseria extrema se enfrenta a las reformas democráticas constitucionales, que entraban a la burguesía y a su gobierno que no podrá dar solución a la falta de trabajo, a la precarización de los que lo tienen, a los graves problemas en la educación y salud de los sectores marginales de la sociedad, los viejos, niños, hombres y mujeres. Ni tampoco a la decadencia de la empresa estatal del cobre.

El ex-presidente de la Convención Constituyente, Jaime Bassa celebró con alegría que el Derecho de Propiedad, queda garantizado como principal norma constitucional. El cinismo convencional y jurídico encubre con términos técnicos y sancionatorios, la proliferación de más zonas de sacrificio, la impunidad de las multinacionales que contaminan y depredan la naturaleza, los proyectos inmobiliarios sobre humedales o dunas, o la propiedad del agua.

Al contrario de lo que afirma Boric, la “nueva” Constitución no podrá ser democrática, ni paritaria, y “con los pueblos originarios de nuestra patria” porque no está dispuesto a chocar con la gran propiedad. Para terminar su discurso de campaña Boric prometió: “proyecto de 40 horas semanales y un sueldo de 500 mil pesos” y ni siquiera eso podrá cumplir.

No desmantelará el aparato represivo, pinochetista, ni avanzará en el juicio y castigo a todos los responsables de las peores represiones contra el movimiento popular.

No podrá resolver las principales demandas de la Mujer trabajadora. La presencia mayoritaria de mujeres en el gabinete no resuelve el desempleo, los bajos salarios, la discriminación salarial respecto de los varones, la vivienda, la educación y mantención de sus hijos. La opresión sobre la mujer sólo se resuelve por medio de la lucha de clases, peleando por todas las reivindicaciones y por la perspectiva de transformación de la sociedad, terminando con la dominación del capital.

Los reclamos históricos del pueblo mapuche tampoco podrán ser satisfechos. La incorporación de “representantes” de los pueblos originarios a instituciones burguesas será otra farsa para confundir y dividir.

 

Gobierno servil al imperialismo

La falacia de Boric iguala a la de Piñera, ambos defienden el capitalismo decadente. El nuevo mandatario seguirá entregando el país al imperialismo norteamericano y con apoyo explícito a sus políticas hegemónicas que utilizan el chantaje económico, que prohíbe el abastecimiento de productos de primera necesidad mayoritariamente a los sectores más miserables del mundo capitalista. Las condiciones materiales de los oprimidos quedarán postergadas debido a los acuerdos secretos ya firmados entre el nuevo gobierno y el imperialismo yanqui.

Intentará destruir cualquier atisbo de rebelión popular como la del 18Oct2019 que traicionó el 15Nov2019 en el tratado convocado por Piñera y apoyado por la ex Concertación y el propio Boric denominado “por la  Paz y no Violencia” que luego  utilizó para apoyar un llamado a plebiscito para generar la falsa idea de una “nueva“ constitución.

 

La crisis y las tareas del proletariado

La clase obrera y trabajadores en general deben sacudirse en primer término del yugo de las burocracias sindicales impuestas por los partidos que dicen ser de izquierda, el pacifismo aplicado. No solo de los partidos burgueses socialdemócratas y stalinistas, también por las minúsculas agrupaciones del centrismo democratizante que aun débiles política y estructuralmente perjudican gravemente a los sectores de vanguardia que tienen confianza en llevar adelante una lucha valiente, decidida y vigorosa contra este sistema caduco, putrefacto que nos impone una vida miserable.

La responsabilidad histórica de la clase obrera es liderar a todos los oprimidos del país contra la burguesía nacional y el imperialismo, que por las actuales condiciones de sometimiento y pasividad debemos activar los mecanismos esenciales de supervivencia como clase proletaria en contra de la clase burguesa, basado en la lucha de clases y ocupando los métodos y organizaciones que garanticen la recuperación de todos los beneficios ganados a la burguesía de entonces, en desiguales luchas emprendidas por los obreros de principio del siglo XX.

Los gobiernos burgueses siempre trabajan en bien de sus patrones, enemigos de la clase obrera y todos los oprimidos que somos mayoría. Es necesario repudiar todo ente servil y lacayo de los explotadores, que siempre dará la espalda a los explotados, esa es su forma de vivir en base a una democracia corrupta y decadente, utilizada como herramienta de sometimiento.

Nuestro potencial de lucha debe ser activada por la vanguardia de las nuevas generaciones que asimilen el programa revolucionario del marxismo-leninismo trotskismo, convertidas en partido político de la clase obrera revolucionaria, con la estrategia de aniquilar el poder burgués e instaurar la dictadura del proletariado que terminará con la propiedad privada y la herencia y transformará esta propiedad en propiedad colectiva de los medios de producción, los que servirán para destrabar una economía basada en el egoísmo, en una solidaria que permita el trabajo a amplios sectores hoy cesantes, oprimidos por la concentración del capital de estas ocho familias.

Debemos fortalecer todos los sindicatos de base, de la minería, de la pesca, agroindustria, de campesinos, forestales, unificar las luchas con la nación clase Mapuche y las Asambleas Populares Urbanas, con un programa nacional de reivindicaciones para imponer al gobierno y a los capitalistas.

Ese programa nacional de reivindicaciones en favor de los trabajadores deben considerarse como abre camino a las tácticas del proletariado con el fin de lograr imponer la estrategia revolucionaria proletaria de toma del poder.

El problema de los problemas es resolver la crisis de dirección revolucionaria, construyendo el partido que exprese estas ideas, este programa, esta estrategia de revolución social, tarea en manos de la Sección chilena del CERCI, el Partido Obrero Revolucionario.

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