Organizar la resistencia al gobierno militar y policial de Bolsonaro Constituir un frente de izquierda en el campo de la independencia de clase ¡Trabajar por un frente único de movilización local, regional y nacional!
BRASIL 4 DIC 18 DECLARACION P. ORGANIZAR LA RESISTENCIA
Organizar la resistencia al gobierno militar y policial de Bolsonaro
Constituir un frente de izquierda en el campo de la independencia de clase
¡Trabajar por un frente único de movilización local, regional y nacional!
4 de diciembre de 2018
Están definidos la composición y los objetivos generales del nuevo gobierno. Su núcleo está formado por militares y policías. Su política estará militarizada. Asentado en las Fuerzas Armadas, Bolsonaro tenderá a colocarse por encima del Congreso Nacional y de las fracciones burguesas. Actuará en contra de las políticas que favorecen la existencia de organizaciones sindicales, los medios de comunicación y la organización independiente de la clase operativa. Tomará como un peligro a la gobernabilidad, las reivindicaciones y la lucha directa de las masas, que contrarresten sus directrices antinacionales y antipopulares.
Lo fundamental en su orientación estratégica reside en la alineación con los Estados Unidos, en particular con la política mundial de Trump. Esta definición por uno de los campos del imperialismo determina por entero la naturaleza y la inclinación política del gobierno de Bolsonaro. No puede haber la menor duda de que el País está ante un giro objetivo de la burguesía nacional hacia la ultraderecha. Evidentemente, no se trata de un fenómeno nacional. Refleja y acompaña un movimiento de derechización y de fascistización impulsado con la elección de Trump.La decisión de perfilar a Brasil detrás de la guerra comercial decretada por Estados Unidos indica que el gobierno militarizado de Bolsonaro abandona la línea exterior de aprovechar las diferencias, los conflictos de intereses y las disputas entre las potencias. Se trata de un giro radical que no ocurrió ni siquiera en el ciclo de la dictadura militar. No hace falta recordar que ni siquiera después del fin de la dictadura, con gobiernos neoliberales, se llegó a un alineamiento tan bien definido. Incluso la derecha burguesa tradicional está absorto con el objetivo de los bolsonaristas de encadenar el país al carro de Estados Unidos y a la línea proteccionista de Trump, cuya acción resulta en guerra comercial abierta.
Bolsonaro constituye un gobierno más que francamente pro-imperialista en general, como fue el de Fernando Henrique Cardoso. Constituye un gobierno servicial de la más poderosa fracción imperialista, que viene promoviendo intervenciones, carrera armamentista, incentivando y alimentando guerras regionales, como las de Oriente Medio. Y que viene preparando condiciones para destruir el gobierno nacionalista de Venezuela.
No nos es desconocida la ascendencia de Estados Unidos sobre Brasil y la primacía en América Latina. Hace mucho, el colonialismo y el imperialismo europeo cedieron espacio a la potencia del Norte, no sólo en el continente latinoamericano, sino en todo el mundo. Ni siquiera los gobiernos burgueses nacionalistas más definidos del pasado lograron romper los hilos de la dominación norteamericana. Esta constatación tiene interés en lo que se refiere a la mayor o menor sumisión del Estado a las determinaciones del imperialismo yanqui. En el mayor o menor aprovechamiento del gobierno burgués de la semicolonia en utilizar las contradicciones interimperialistas para defender intereses nacionales, aunque mezquinos.
La burguesía nacional, incapaz de conquistar la real y completa independencia nacional, tuvo y tiene como alternativa apoyarse en las contradicciones que ponen una potencia contra la otra para extraer ventaja. El gobierno burgués del PT fue el que más recurrió a ese camino, apoyándose en los presupuestos del multilateralismo, de las negociaciones y de la convivencia pacífica dictadas por las potencias, ora alineándose a un lado, ya otro, en nombre de la cooperación y de la armonía. La crisis de 2008, que se proyecta hasta hoy, alteró las relaciones comerciales, que parecían estables y duraderas, y potenció los conflictos de intereses. Los cambios ocurrieron no sólo en Estados Unidos, pero también en Europa occidental, que de la unidad se retrotrae a la disgregación.
China, que surgió como un punto de la economía mundial, pasa a la condición de adversaria principal del imperialismo norteamericano. La sustitución por Trump del multilateralismo por el unilateralismo trazó una nueva línea divisoria en la política mundial. Es por esa línea que el gobierno de Bolsonaro pretende guiar al país. Y Estados Unidos presiona para que toda América Latina tome el mismo camino.
El peso de Brasil es muy importante para la materialización de la estrategia del imperialismo norteamericano. Está en curso, desde la dictadura civil de Temer, la confección de acuerdos militares, que apenas se sabe cuán avanzados están, debido a las negociaciones confidenciales. La Base de Alcántara podrá, finalmente, ser entregada a la NASA. La liquidación de Embraer, que pasará al control de Boeing, fue una demostración de servilismo, que revela cuánto la burguesía brasileña y las Fuerzas Armadas están dispuestos a ceder a los intereses de Estados Unidos. Luego, sabremos lo que se pretende con las reservas de uranio y niobio, muy codiciadas por las potencias y por sus multinacionales. Las reservas petroleras están en adelantado estado de desnacionalización. Petrobras acabará como la Embraer, es cuestión de tiempo. Si dependiera del ministro de Economía de Bolsonaro, ya estaría puesta a la venta.
Los Estados Unidos están inclinados a apoderarse de los recursos naturales, de las materias primas, que aún se encuentran nacionalizadas. Y, para ello, es importante recrudecer los vínculos de dependencia y de subordinación de los militares, que ya no tienen preocupación ni siquiera con la soberanía formal del país.
Las ramas fundamentales de la producción fueron poco a poco desnacionalizadas, de forma que los negocios de la burguesía interna son complementarios y subsidiarios. Lo que se objetiva es ampliar la desnacionalización de los recursos naturales, por donde el capital financiero puede aumentar su control de la economía como un todo. Recordemos que el golpe de Estado, que dio lugar a la dictadura civil de Temer, estuvo bajo la égida del capital financiero. El gobierno electo que lo sustituye es de continuidad. Hay un vínculo umbilical entre el golpe de 2016 y las elecciones presidenciales de octubre de 2018. La égida del capital financiero mantiene su influencia y la amplía con la política pro-imperialista de Paulo Guedes. El control monopólico de las ramas fundamentales de la producción, el avance de la desnacionalización de los recursos naturales, el aumento de la concentración agraria y la gigantesca deuda pública desorganizan a las fuerzas productivas internas.
La política proimperialista de Bolsonaro agravará aún más estas contradicciones. Los gobiernos anteriores -incluidos los del PT- no pudieron eliminar mínimamente trabas tan poderosas, que se alimentan de las condiciones adversas de la contradicción general entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y entre aquéllas y las fronteras nacionales. El fin de la dictadura militar y la democratización no sirvieron para atenuar el dominio imperialista. Se observa que se han fortalecido los obstáculos al desarrollo de las fuerzas productivas internas. El fracaso del nacional-reformismo petista se debe, en última instancia, a su adaptación al dominio imperialista. No habiendo otra vía en la presente situación de crisis, más que la revolución proletaria, el Estado fue entregado a un gobierno volcado a potenciar aún más la dependencia del país. El contenido abiertamente antinacional, concretamente expresado en la alineación del país a los objetivos del país, el imperialismo norteamericano, está en la base del trastorno derechista, en términos políticos e ideológicos.
La tarea del movimiento obrero, campesino y popular es la de derrotar y barrer la política de mayor sumisión y mayor compromiso de la independencia de la nación oprimida. Cualquiera sea el frente único contra Bolsonaro, para ser plenamente consecuente, tiene que tener por contenido el combate antiimperialista y la independencia nacional. Es típico de la burguesía la actitud de responsabilizar a los trabajadores por las trabas al desarrollo. Para ellos no sería a causa de la deuda pública, la pesada carga del Tesoro, y el parasitario Presupuesto de Unidad [del 2019], sino más bien las jubilaciones, el aumento del salario mínimo, el régimen de estabilidad del funcionalismo, los gastos obligatorios en salud y educación, etc.
Temer impuso la reforma laboral y la tercerización. Bolsonaro tiene la misión de imponer la reforma jubilatoria. La desactivación del Ministerio de Trabajo expone un plan mayor de ataque a los asalariados y de recrudecimiento de la represión al movimiento sindical. Los explotados sólo pueden contar con sus propias fuerzas para responder a los ataques del gobierno y su entreguismo. El problema está en que la burocracia sindical se encuentra de cabeza baja. El pronunciamiento del presidente de la CUT, de que se pretende responder a los ataques de Bolsonaro con propuestas, predice una capitulación. La llamada «oposición propositiva» es parte de la política de conciliación de clases. El PT y la burocracia cutista ya no hablan de gobierno dictatorial y sobre el peligro del fascismo. Está ahí el más poderoso obstáculo a la tarea de combatir desde ahora el gobierno reaccionario. Los izquierdistas, desde las elecciones, principalmente para justificar el voto en Haddad, abogaron por el frente único. El problema está en salir de las palabras para la acción. No se puede contar con la burocracia sindical, que busca la vía de la conciliación, de esperar para ver. Lo que se puede hacer es constituir un frente de izquierda, que trabaje entorno a una plata forma de reivindicaciones y que se organice en comités de base.
La unidad de las izquierdas, en ese sentido práctico, permite enfrentar en el seno de los explotados la política de la burocracia y del PT, y trabajar por el frente único de combate al gobierno. Es por ese camino que se crean las condiciones para la formación de un poderoso frente único antiimperialista, bajo la dirección de la política del proletariado.
El POR se dirige al PSTU, PSOL, PCB y demás corrientes que se reivindican del socialismo a colocarse por un frente de izquierda, apoyado en el método de la acción directa y en la organización independiente. Que de común acuerdo convoquemos las plenarias regionales y nacionales. Que la Conlutas y la Intersindical se pongan al frente de ese objetivo.