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Presupuesto Nacional: confesión de impotencia y sometimiento

El proyecto de presupuesto 2021 que presentó el gobierno al Congreso estima que el PBI (producto bruto interno) caerá este año un 13,6% y que el crecimiento de los próximos años será: de 5,5% en 2021, 4,5% en 2022 y 3,5% en 2023.

Con estas proyecciones se llegaría en 2023 casi al mismo nivel que tenía la economía en 2019. Recordamos muy bien el desastre que teníamos a fines de 2019 y en tres años y medio ni siquiera volveríamos a esa situación.

Es una confesión de impotencia total frente al desastre de desocupación y pobreza que sufrimos, que requiere de un verdadero plan de emergencia inmediato para poder dar respuesta.

Hablamos de un plan de obras públicas a largo plazo destinado a resolver los problemas básicos de la población, vivienda, agua corriente, cloacas, red de gas, reparar y construir nuevas escuelas y hospitales, a recuperar toda la red ferroviaria y a producir todo el material necesario, fabricar los barcos que trasporten lo que se exporta, por mencionar algunas actividades, que ocuparían de inmediato a decenas de miles de trabajadores con puestos de trabajo genuino. Plan que pondría en movimiento toda la economía reactivando el consumo y la producción.

¿Por qué no lo hace? ¿Acaso no sabe de las necesidades de la población y de la importancia que tienen estas medidas? No lo hace porque ha decidido respetar a rajatabla los lineamientos del FMI y los bancos. Por no afectar a los poderosos capitalistas dueños de los principales medios de producción y distribución.

Lo mismo ocurre con su respuesta frente a los reclamos de ajustes salariales y de jubilaciones: nada de recuperar lo perdido en los últimos años, apenas no perder frente a la inflación de este año. Una trampa para dar por consumado el saqueo que se ha hecho de nuestros bolsillos.

Ninguna respuesta ante la ocupación de terrenos por miles de familias. No alcanza con repudiar las amenazas represivas contra los ocupantes. Exigimos que el Estado expropie esas tierras y las entregue a los ocupantes, de esto tampoco hay referencia en el presupuesto que dice que contempla una “perspectiva de género”, le avisamos al Ministro que la mayoría de las ocupantes son mujeres, muchas son madres con sus hijos.

En su presentación del presupuesto el Ministro habla de “impulsar la recuperación económica … un Estado que cumple un rol fundamental para proteger a los sectores más vulnerables, incentivar el mercado interno y potenciar un crecimiento de la producción y de las exportaciones. Ejes esenciales para que nuestro país pueda sostener el crecimiento”…. “los objetivos estructurales del Gobierno Nacional son construir un modelo de desarrollo sustentable en términos económicos, sociales y políticos que reúna en simultáneo cinco condiciones estructurales: inclusión, dinamismo, estabilidad, federalismo y soberanía”.

Guzmán destacó que el Estado “tendrá un rol activo en el proceso de reconstrucción” y que este proyecto de Presupuesto “es para la recuperación económica”.

Cuando dice que “La infraestructura volverá a ser un motor de la economía, la generación de empleo y la competitividad, con un criterio inclusivo y federal”. “Para eso duplicaremos la inversión real en infraestructura productiva y social respecto a 2019, a partir de una inversión proyectada en $835.000 millones o 2,2% del PBI”, destacó.

Como todos los gobiernos, ocultan detrás del palabrerío más de lo que dicen: los números deben ser acompañados de información precisa, por ejemplo: el déficit de viviendas es de tantos millones, se van a construir tantos cientos de miles el año que viene, otro tanto el año siguiente y así en los siguientes; se construirán tantos miles de kilómetros de agua corriente y gas, en todos los rubros, para que se pueda ver con precisión la magnitud del plan y poder controlar su ejecución en concreto.

Como se puede apreciar estamos frente a una política miserable del gobierno frente a la catástrofe que se vive, que requiere adoptar urgentemente otras medidas. La paciencia y la ilusión de las masas empezará a agotarse, como también la capacidad de los burócratas sindicales y de los movimientos de desocupados para contener la bronca.

Las burocracias que dan la espalda a los reclamos urgentes, y aíslan las luchas, sólo piensan en movilizarse para apoyar al gobierno. Debemos preparar la lucha, organizándonos desde los lugares de trabajo, desde los barrios, para exigir que se satisfagan todos nuestros reclamos. Es necesario imponer la independencia política y sindical de los sindicatos frente al gobierno, los partidos patronales y las instituciones del Estado.

La burguesía no resolverá la dramática situación que se vive, con ninguno de sus gobiernos, debemos comprender más temprano que tarde que la única salida se encuentra en manos de la clase obrera, de su política, acaudillando al resto de los oprimidos, tomando el poder en sus manos, para terminar de una vez con la gran propiedad, expropiándola, transformándola en propiedad social.

 

(nota de MASAS nº 378)

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