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La CGT celebró 90 años de colaboracionismo de clases

La Confederación General del Trabajo (CGT) conmemoró el 27 de septiembre el 90º aniversario de su creación con un documento en el que reconoció cínicamente la lucha de sus dirigentes, bregar por una central obrera “fuerte y unida” sosteniendo los principios de la “independencia económica, la soberanía política y la justicia social”.

Sus direcciones se han integrado cada vez más al Estado burgués. Cuentan con elementos en todas las instituciones y empresas estatales. Manejan sumas multimillonarias a través del sistema de obras sociales y toda clase de negocios y prebendas, con el Estado y con los empresarios. Sus principales dirigentes son voceros del sector más concentrado del capital y uno de ellos, Gerardo Martínez de la UOCRA, reconocido colaborador de los servicios de inteligencia bajo la dictadura.

Sin embargo, pese a todas las traiciones y divisiones, habiendo destruido todo vestigio de democracia sindical, aún con un bajo nivel de afiliación, y siendo repudiados por sus bases, los trabajadores le reconocen a la CGT su papel centralizador, presionan para que convoque a la lucha y cuando se concreta paran y se movilizan masiva y disciplinadamente. Este es el hecho que mantiene su poder frente a los gobiernos y las grandes patronales.

Desde hace décadas la CTA se dividió de la CGT y nunca más se reincorporó. En la dirección de la CGT/CTA aparecen fracciones enfrentadas relacionadas con distintos sectores patronales, políticos y empresariales, a los que sirven. Se unen o se dividen de acuerdo a esos intereses que defienden.

Santiago Cafiero dijo “A 90 años de la creación de la CGT nuestro reconocimiento a las y los trabajadores organizados. Su historia es la historia de la conquista de los derechos laborales y sociales en la Argentina. Para reconstruir el país es central la unidad y el compromiso del movimiento obrero”. Las conquistas laborales y sociales fueron producto de las luchas heroicas de los trabajadores, generalmente impuestas a sus direcciones conciliadoras. Muchos de esos derechos y conquistas se pierden por esa misma actitud colaboracionista que se logra imponer.

En medio de la gran crisis de 1929, que acarreaba despidos masivos de trabajadores, los miembros de dos de las organizaciones locales, la Confederación Obrera Argentina y la Unión Sindical Argentina, de tendencias sindicalista y socialista, decidieron unirse para formar una Central Única. No asistieron representantes de la FORA del V Congreso (anarquista).

Se constituye 3 semanas después del primer golpe militar, de Uriburu contra Irigoyen. En su primera declaración ya deja sentado cuál será el papel miserable de sus dirigentes y que la política burocrática de conciliación de clases es muy anterior al peronismo: “conocedora de la obra de renovación administrativa del gobierno provisional y dispuesto a apoyarla como está en su acción de justicia institucional y social”, pedía la conmutación de la condena a muerte impuesta por un tribunal militar a tres choferes del sindicato forista, y se declaraba “convencida de que el gobierno provisional no mantiene la vigencia de la ley marcial sino para asegurar la tranquilidad pública y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno; aún más, entendiendo que los procedimientos y sentencias se han ajustado en absoluto a los reglamentos militares, promueve esta gestión invocando como única razón del hecho que los condenados no registran antecedentes policiales”.

Diego Abad de Santillán, anarquista, también critica otros pronunciamientos de la CGT donde dicen que “los actos de los sindicatos no han sido molestados… No se conoce el caso de militantes, ni miembros de los cuerpos centrales de la CGT, que hayan sido detenidos ni perseguidos en virtud de la acción sindical…” y critica que “del fusilamiento de Penina, un militante obrero de alma franciscana, y de otros hechos similares, no se hace ninguna mención”. “Y cuando se hacían aquellas declaraciones, el diario La Protesta había sido clausurado, sus redactores y administradores encarcelados, la cárcel de Villa Devoto, y otros lugares de detención se hallaban abarrotados. Las prisiones y las deportaciones asumieron proporciones mucho más vastas que las de 1910 y las de 1919…”

El congreso constituyente de la CGT comprometido por las organizaciones que la conformaron no fue citado por años y derivó en una escisión en 1935 que formó una nueva Junta Ejecutiva y convocó a ese Congreso para el año siguiente. Y se dividirá la CGT en dos.

Las relaciones entre la dictadura y la dirección de la CGT se manifestaron también en la designación de los delegados obreros a la conferencia de la OIT en Ginebra. Bajo el gobierno del general Justo las relaciones se prolongaron e incrementaron, con visitas casi mensuales al despacho presidencia.

Es plenamente coherente que esta dirección de la CGT reivindique aquella fecha de nacimiento sin cuestionar mínimamente aquella traición de la central recién constituida. De aquel árbol son estos frutos.

Es esencial para la clase obrera recuperar la CGT para todos los trabajadores, ocupados y desocupados, afiliados o no, recuperarla desde las bases mediante un congreso que unifique todos los sectores, adopte un programa, un pliego de reivindicaciones y el plan de lucha para imponerlas, eligiendo entre los luchadores más consecuentes y probados a su dirección. El método es la plena democracia obrera, las asambleas para debatir y decidir y elegir delegados y dirigentes, en todos los gremios.

La situación catastrófica que vivimos los trabajadores nos impone la defensa de las condiciones de vida más inmediatas y urgentes y también terminar con el sistema de opresión, de explotación y saqueo capitalista socializando los medios de producción, transformándolos en propiedad social.

 

(nota de MASAS nº 379)

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