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Polonia: Tendencias de lucha de las masas polacas

Cientos de miles de polacos, en su mayoría mujeres, salieron a las calles durante dos semanas contra el endurecimiento de la ley contra el aborto en el país. El nuevo paso fue dado por la Justicia, el 22 de octubre, cuando aumentó las restricciones a la interrupción del embarazo, en los casos en que el feto presente deformaciones irreversibles. En Polonia, hasta entonces, solo se practicaba el aborto en casos de anomalías fetales, que amenazaran la salud de la madre o en el caso de incesto o violación.

El gobierno de derecha, oscurantista y nacional-chovinista del partido “Verdad y Justicia” (PiS) finalmente decidió retirar la medida y allanar el camino para una negociación de los alcances de la ley. Fue una maniobra para desmantelar las movilizaciones más grandes y extensas, tras la caída de la URSS. Sucede que la ley afecta al 97% de los casos de abortos legales (2 mil al año). Sin embargo, la información es que hay más de 200 mil abortos clandestinos al año, que se realizan en el país o en el exterior. Como vemos, este es un problema de grandes proporciones, que ha desencadenado, desde hace más de cinco años, periódicas movilizaciones masivas de mujeres a favor de la legalización del aborto.

El aspecto fundamental de las movilizaciones es que las masas femeninas, luchando por sus derechos democráticos, chocaron con la tendencias reaccionarias y oscurantistas, que han ido desmantelando, una tras otra, las conquistas legales y civiles que resultaron de la expropiación de la burguesía y la proclamación de la República Popular de Polonia.

Con la burocracia estalinista derrocada y la burguesía polaca reinstalada en el poder estatal, hubo una ofensiva reaccionaria, liderada por la Iglesia Católica, para restaurar el oscurantismo, como parte del aparato de dominación ideológica del aparato estatal. La reconstitución de la burguesía polaca abrió el camino a la reacción religiosa, que jugó un papel importante en la organización y dirección política del movimiento que condujo, en 1982, a la destrucción de las bases materiales del Estado obrero, que nació burocratizado.

La movilización por el derecho al aborto confluyó con las huelgas obreras y de trabajadores públicos, contra el avance de los ajustes dictados por el imperialismo, la reducción de salarios, el crecimiento del desempleo y la destrucción de derechos. De modo que la ofensiva contra los derechos de las mujeres es un eslabón en la cadena de contrarreformas y ataques a las masas. Lo que, a su vez, explica por qué las movilizaciones no se limitan solo a protestas contra las medidas oscurantistas del gobierno. Incluso los campesinos se manifestaron contra las medidas del gobierno, que aprobó una serie de leyes, que afectaron la producción de pieles y derivados, uno de los más rentables en el comercio con Europa.

En resumen: la lucha por los derechos de las mujeres y la movilización de los explotados reflejan las tendencias instintivas de las masas a reaccionar ante las llagas que resultan de la restauración capitalista y el avance del colapso del capitalismo. A su vez, el creciente y masivo rechazo de la Iglesia Católica y su injerencia en los asuntos del Estado indica el agotamiento de su influencia, para impedir el avance de la lucha de masas por sus derechos y demandas más inmediatas. El problema, sin embargo, radica en el hecho de que las masas polacas padecen la ausencia de una dirección revolucionaria, lo que les permitiría llegar a comprender la necesidad de combatir el gobierno servil, romper con el oscurantismo religioso y enfrentar el proceso de restauración capitalista, asimilando el programa y métodos de lucha de clases.

La vanguardia con conciencia de clase, tiene la tarea de comprender que las movilizaciones en Polonia, con sus consignas inmediatas, tienen como contenido histórico la lucha de masas contra el capitalismo putrefacto. Las ilusiones en el proceso de restauración se están acabando. Cabe aclarar los hilos de la descomposición de la Polonia capitalista con la destrucción de las conquistas de los explotados en el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Y para elevar la conciencia política de las masas, todavía atrapadas en un anticomunismo clerical, que ganó expresión con el rechazo de la clase obrera a los métodos totalitarios del estalinismo.

Sólo así se irán recuperando las raíces del internacionalismo proletario y se reanudará el programa de la revolución proletaria, única vía para derrotar definitivamente las tendencias chovinistas y fascistas. Solo así se restablecerán las tradiciones revolucionarias del pueblo polaco, lo que le permitirá proceder a la construcción del partido marxista-leninista-trotskista.

Parte de esta tarea es la crítica programática e histórica, no solo del estalinismo contrarrevolucionario, sino particularmente del movimiento restauracionista, liderado por Karol Wojtyla (Papa Juan Pablo II) y el obrero, servil de la Iglesia, Lech Walessa, líder y fundador del sindicato Solidarność (Solidaridad), quien ascendió como el primer presidente de la restaurada república burguesa de Polonia, después de convertirse en el sepulturero de la extinta República Popular de Polonia.

El movimiento de mujeres por el derecho al aborto solo impondrá una derrota al gobierno y al clero, si se funde con la lucha del proletariado por la recuperación de las conquistas. La burguesía no hará ninguna reforma progresiva para acabar con la opresión de la mujer. Al contrario, se opondrá violentamente a la lucha para acabar con la discriminación y la liberación de la prisión familiar. La vanguardia femenina tiene la tarea de demostrar que la vieja opresión de la mujer tiene profundas raíces en las sociedades de clase. Solo la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la construcción de la propiedad social nos permitirá ir a las últimas consecuencias sobre los derechos y la igualdad con los hombres.

(nota de MASAS nº 623 – POR Brasil)

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