Breve reseña de “El Frente Único Antiimperialista”
Documentos del volumen 2 de las Obras Escogidas de Guillermo Lora
El documento al que nos referimos, escrito en 1984, reviste una importancia fundamental para comprender por qué el POR y solo el POR defienden la táctica del frente único antiimperialista (FUA), rechazado y combatido por todas las organizaciones que se reclaman “trotskistas”.
Esta táctica revolucionaria fue aprobada en el IV Congreso de la III Internacional (1922) bajo la denominación de “Tesis generales sobre la cuestión de Oriente”. Fue rescatada por el POR boliviano en la década del ´50 y combatida por varios sectores sin la más mínima rigurosidad teórica.
Nuestro partido reivindica los primeros 4 Congresos de la Internacional Comunista, que, bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, sintetizaron la experiencia revolucionaria del proletariado. Sus resoluciones, lamentablemente, son desconocidas por la mayoría de los militantes de izquierda. Son deliberadamente ocultadas por sus direcciones porque allí se encuentran definiciones precisas acerca de la política y el tipo de partido que hay que construir en la etapa imperialista del capitalismo, de ruptura con la política socialdemócrata.
Correspondió a los bolcheviques y a la III Internacional la estructuración de la política mundial del proletariado basada en la distinción de naciones opresoras y naciones oprimidas. Enmarcada en las tesis de la Revolución Permanente sentaron la concepción materialista de que es el mundo entero, la economía mundial, la que está preparada y exige la revolución y dictaduras proletarias, abandonando el viejo esquema de países “maduros y no maduros” para la revolución. Esto significa que en los países atrasados, coloniales y semicoloniales, el proletariado debe tomar en sus manos las tareas democráticas que la burguesía no realizó (fundamentalmente en torno a la cuestión agraria y la soberanía nacional). La existencia de tareas democráticas y el hecho de que el proletariado no constituye en sí la mayoría de la población, obliga a la clase revolucionaria y a su partido a formular en su programa aquellas tareas que la burguesía no pudo ni podrá realizar, como así también la necesidad de contar con una política dirigida a las clase oprimidas no proletarias para erigirse en caudillo de la revolución. Por ello se estableció la táctica del FUA para los países atrasados como el equivalente del Frente Único Proletario en los países desarrollados.
Guillermo Lora realizó una autocrítica sobre la Tesis de Pulacayo, señalando por qué fue incorrecta la formulación del Frente Único Proletario: “Por ese camino, el movimiento minero no podía convertirse en dirección de las masas, condición para la revolución proletaria. El frente único, de clase no tenía un futuro político en un país atrasado, en el cual la masa campesina comenzaba a marchar hacia las posiciones del proletariado. La crítica a la táctica del frente único proletario fue hecha oportuna y radicalmente por el POR, que así abrió una perspectiva correcta para la construcción del frente único antiimperialista bajo la dirección política de la clase obrera”.
La táctica del FUA “emerge de la entraña misma de la naturaleza de la revolución en los países atrasados”, se desprende del programa, de la caracterización del tipo de país, de las tareas objetivas que deben ser resueltas y de las clases sociales existentes. Para transformar la realidad es preciso descubrir de qué modo singular las leyes generales del capitalismo han tomado forma en nuestro país, que tiene mucho en común con el resto de los países del continente, pero también muchas diferencias. No basta con extrapolar consignas mecánicamente, es necesario definir con precisión cuáles son las tareas y cuál es la mecánica de clases.
Nuestro partido caracteriza que la Argentina es un país atrasado y semicolonial. Esto significa, por un lado, que existen tareas democráticas (la necesidad de acabar con la oligarquía terrateniente y la independencia nacional sobretodo), y por el otro, que la clase obrera no constituye la mayoría de la población. A diferencia de otros países atrasados, donde es evidente el peso del campesinado, es decir, de la pequeña burguesía rural, en nuestro país tal clase no tiene el mismo peso. En su lugar encontramos un proletariado rural. Pero esto no debe confundirnos, existen importantísimos destacamentos de las “clases medias” o pequeña burguesía urbana, como los estudiantes, docentes y empleados que han tenido un rol relevante en la historia de la lucha de clases y por tanto exige que el proletariado, para ponerse a la cabeza de la nación oprimida, debe dirigirse a estas clases con su programa.
Los marxistas rechazamos la definición de “clase trabajadora” que utiliza el revisionismo. Cuando decimos que la clase obrera es la clase revolucionaria de nuestra época, nos referimos concretamente a los obreros industriales, a aquellos que no solo son asalariados, sino que producen colectivamente la riqueza y tienen en sus manos la capacidad para parar la producción. Nos referimos a los obreros metalúrgicos, de las automotrices, petroleras, mineras, etc. No la confundimos con las “clases medias” asalariadas, o pequeña burguesía urbana, como los docentes, empleados y profesionales. El fenómeno de “proletarización” de las clases medias significa su pauperización, la pérdida de autonomía frente al capital, su transformación en asalariados, la sindicalización, todos aspectos que acercan a estas capas de la pequeña burguesía urbana al proletariado, pero no la convierten en proletarios.
La definición de “clase trabajadora” es ajena al marxismo, sí encontraremos, por ejemplo en Lenin, la referencia a “clases trabajadoras”, en plural, para referirse a la clase obrera y al conjunto de las clases no proletarias que trabajan, oprimidas por el capital. Consideramos que la utilización de esta terminología por parte la izquierda centrista es parte de su abandono del marxismo.
Dado el peso que tienen en los países atrasados las clases oprimidas no proletarias la III Internacional llegó a la conclusión de que la táctica del Frente Único Obrero no era correcta para estos países y por ello planteó la táctica del FUA. La clase obrera está obligada a defender las tareas y consignas democráticas, tomar en sus manos el programa que la burguesía ha abandonado y enarbolarlo bajo su propia estrategia de poder.
Ante la posibilidad de conformar frentes unitarios de lucha, defendemos la preeminencia proletaria aunque este no constituya la mayoría. Así por ejemplo, fue construida, bajo la política del POR boliviano, su Central Obrera, una central única, forjada al calor de la Revolución del 52’ que incluye a todos los sectores oprimidos, como estudiantes y campesinos, pero donde, más allá del peso numérico de cada sector, los obreros tienen mayoría en todos los organismos de dirección.
La gran tarea es la superación de la tutela nacionalista, peronista, del movimiento obrero. La esencia de la política del FUA consiste en reconocer que estamos interviniendo en un país atrasado y sometido al imperialismo y que por lo tanto existirá el nacionalismo burgués o pequeño burgués que buscará someter al proletariado a la burguesía con la promesa de que sería posible superar el atraso y el sometimiento nacional sin acabar con el capitalismo.
El partido revolucionario tiene la misión de arrancar el control ideológico que el nacionalismo ejerce sobre la clase obrera y demás oprimidos. Esta es la tarea que la izquierda revisionista no puede cumplir. La ausencia de programa, de comprensión de la importancia que revisten las tareas democráticas, de una táctica para enfrentar al nacionalismo, determinaron que a lo largo de nuestra historia hayan quedado del lado de la oligarquía, como con la Unión Democrática, o más recientemente frente a la 125. Cuando la izquierda revisionista interviene dividiendo las marchas o rechazando a importantes referentes del movimiento obrero por peronistas, no hace más que dejarle el terreno servido al nacionalismo.
Este es el sentido de la táctica del “frente único revolucionario” (FUR), que propone una unidad de “la izquierda” pero que en los hechos significa aislarse de los sectores nacionalistas. La táctica del FUR fue acuñada por Nahuel Moreno y devino en expresión táctica del abandono del concepto bolchevique de partido, al que consideraba una “excepción histórica”. Reemplazó el partido-programa por la concepción de movimiento, más amplio y laxo, en torno a un puñado de acuerdos coyunturales. Este tipo de organización no resiste las presiones de la lucha de clases y en definitiva tiene como norte convertirse en una plataforma electoral.
No se debe confundir el problema de la construcción del partido con el de la unidad de las masas para la lucha por el poder. Nosotros tomamos la táctica de los primeros cuatro Congresos de la III Internacional, que indica la del Frente Único Proletario para los países desarrollados y el Frente Único Antiimperialista para los países atrasados coloniales y semicoloniales, como el nuestro.
El punto fundamental de la diferencia radica en la postura frente al nacionalismo burgués y pequeño burgués. En nuestro caso consideramos que el escollo fundamental en la conciencia del proletariado es el peronismo. Hay cuerpos de delegados muy valiosos, como aceiteros o la 60, donde buena parte se reivindica peronista. ¿Es necesario construir la unidad con ellos? Desde la perspectiva del FUR no lo sería, en la medida en que no son “clasistas” o “revolucionarios”. Desde la perspectiva del Frente Único Antiimperialista justamente la tarea es construir una unidad para la lucha con estos sectores, para poder disputarle al nacionalismo burgués la dirección del proletariado.
La principal “crítica” que se le hace (desde el morenismo) a la táctica del FUA es identificarla con el Frente Popular. La realidad es que es la política de la izquierda revisionista la que conduce al Frente Popular, en la medida en que no está dispuesta a dar la lucha frente a las bases obreras y oprimidas que controla el nacionalismo para disputarle su dirección. La realidad no se amolda a esquemas preestablecidos. En el curso y exacerbación de la lucha de clases van surgiendo formas de frente único o de tipo soviético donde el partido de la clase obrera tiene la obligación de intervenir para colocarlos bajo la estrategia proletaria. Los que dicen que no hay que intervenir en ellos “porque están los nacionalistas” no hacen más que confirmar que han renunciado ya hace mucho tiempo a la revolución.