Brasil: Dos tragedias combinadas

El sentido de la lucha por la superación de la crisis de dirección

Editorial, Massas 630, POR – Brasil, 7 de marzo de 2021

Todo indica que la pandemia se mantendrá durante dos años, en el mejor de los casos. Después de un año, los contagios y las muertes vuelven a los índices más altos. La mutación  del Covid-19 ha causado asombro entre los infectólogos. Mucho se aprendió enfrentando a la pandemia. Pero, la nueva incógnita, sobre cuánta capacidad tienen las vacunas para responder a las variantes del virus, provoca una mayor imprevisibilidad sobre el futuro.

Esta aprensión se produce cuando se tiene la certeza de que la vacunación seguirá siendo lenta. Mientras las potencias no den un salto en la inmunización, los países semicoloniales seguirán a merced de las indefiniciones. Está claro que los monopolios farmacéuticos se valen de la guerra comercial, impulsados ​​por las potencias, con Estados Unidos al frente.

La política burguesa de aislamiento social ha fracasado. Estuvo determinada por los límites económicos y por los conflictos políticos, que se desataban dentro de los Estados y gobiernos. Se buscó ganar tiempo y retrasar el colapso del sistema de salud, a la espera de las vacunas. Debidamente testadas y aprobadas, los monopolios comenzaron a dictar el curso de la lucha contra la pandemia. Las potencias se han apoderado de casi toda la producción. El resto del mundo quedó al descubierto. El virus se adaptó con mutaciones, se volvió más transmisible y las muertes aumentaron.

Los pobres y miserables, que constituyen la mayoría mundial y nacional, pagaron caro el fracaso de la política burguesa de aislamiento social y ahora pagan caro no contar con la inmunización. Los números cambian diariamente. Basta haber llegado a más de dos millones quinientos mil en el mundo, avanzando hacia los tres millones, para tener la dimensión de la tragedia humana. En Brasil, las muertes superaron los doscientos sesenta mil, evolucionando rápidamente a trescientos mil. En números absolutos, el país ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos.

Los conflictos entre Bolsonaro y Doria, que involucran a gobernadores, alcaldes, autoridades judiciales, etc., que parecían haberse enfriado con el alivio del aislamiento social y haberse concentrado en la guerra de las vacunas, se han vuelto aún más contundentes. La vuelta al cierre parcial de actividades, ante la falencia del sistema hospitalario, y los cuerpos que son amontonados en contenedores refrigerados, da la dimensión precisa de nuestra tragedia, que no es de la burguesía y sus gobernantes, sino de la mayoría oprimida.

Hay otra tragedia, que permanece oculta y que pocos ven. La clase obrera y demás explotados han sido objeto de despidos masivos, reducción de salarios, destrucción de derechos y la implementación de las contrarreformas de Temer y Bolsonaro. El cierre de fábricas, comercios y servicios perjudican los negocios de la burguesía, pero es el asalariado quien lo sufre en carne propia. La expansión de la miseria y el hambre obligó a los funcionarios del gobierno a paliar la crisis social con ayudas de emergencia, que son migajas. Las masas sufren la pandemia y las medidas económicas de los explotadores.

Las direcciones sindicales no cumplieron ni cumplen el deber de organizar a los explotados, para defenderse con sus reivindicaciones y con el método de lucha colectiva. Adoptaron la política burguesa de aislamiento social de Doria y compañía, y no quisieron levantar a las masas contra el gobierno de Bolsonaro, que subestimó la gravedad de la crisis sanitaria a lo largo del tiempo, persistió en la línea de las contrarreformas y se dedicó a proteger el capital financiero.

La clase obrera, desarmada política, ideológica y organizativamente, no tuvo cómo reaccionar al temor de la pandemia, y lanzarse a la lucha en defensa de su propio programa de emergencia, que respondiera a la crisis sanitaria, los despidos y las medidas del gobierno y del Congreso Nacional, como la MP 936.

La crisis de dirección surgió de la tragedia vivida por las masas. Esta es la peor de las tragedias, ya que la descomposición del capitalismo no tiene nada de progresivo para ofrecer a las masas y resulta en un avance constante de la barbarie social. La economía de Brasil cayó un 4,1%. No se rehabilitará en el próximo período. El año que adentra seguirá siendo difícil para los explotados. La lucha por la protección sanitaria y los puestos de trabajo es una exigencia de la situación.

La vanguardia con conciencia de clase debe colocase al frente, propagandeando y agitando el programa de emergencia de los explotados. Las necesidades apremiantes de la mayoría oprimida están en choque con la política de conciliación de clases de las direcciones. Por lo tanto, pueden volverse contra los obstáculos políticos y organizativos que impidieron las manifestaciones colectivas. El avance en la construcción del Partido Obrero Revolucionario, vinculado a la lucha del proletariado, es condición para superar la crisis de dirección.

Obreros, demás trabajadores y jóvenes oprimidos, estamos viviendo dos tragedias: la crisis sanitaria-económica, combinada con la crisis de dirección. Es con nuestro programa de reivindicaciones, con nuestra organización y con nuestras propias fuerzas, que atravesaremos esta tormenta del capitalismo bárbaro, y saldremos fortalecidos, para luchar por la transformación de la propiedad privada de los medios de producción en propiedad social, colectiva, socialista!

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