45 Años del golpe cívico-militar ordenado por la gran burguesía y el imperialismo

Realicemos actos, campañas, movilizaciones, el 24. Es importante mantener viva la Memoria colectiva y activamente. Una manera de contrarrestar el uso que quieran darle a la jornada los medios y los gobiernos.

Aunque repitamos algunas ideas, es necesario, para enfrentar el lavaje de cerebro que quieren hacer todos los días para que olvidemos lo que pasó, quiénes son los responsables, quiénes las víctimas, cómo está presente hoy la dictadura.

El objetivo del golpe y la mayor represión de la historia era destruir a la vanguardia militante, a sus organizaciones políticas, sociales, sindicales. Impedir que siguiera avanzando el proceso de radicalización política y organización como parte del proceso mundial. Cerrar violentamente la situación que se había abierto con el Cordobazo. Esta era una condición necesaria para poder implementar una política económica de mayor saqueo e incrementar la explotación del trabajo, arrancando a la clase obrera sus mayores conquistas.

No era la primera vez que había una represión sangrienta e ilegalización del movimiento obrero, ya se había vivido en la Patagonia, en los Talleres Vasena, en los 1° de Mayo de comienzos de siglo, en la Libertadora. Pero nunca en esta dimensión, debido a la masividad y extensión de los movimientos.

Tomamos la fecha del 24 que es la fecha del golpe militar pero la represión sangrienta comenzó mucho antes, desde el gobierno de Perón-Isabel. Desde la masacre de Ezeiza, desde la creación de la Triple A, con el asesinato y cárcel a cientos de activistas, con la intervención de todas las provincias que no se disciplinaban al gobierno nacional.

El golpe de marzo se preparó desde muchos meses antes. Las Cámaras empresarias discutían el programa del futuro gobierno. Martínez de Hoz, presidente de Acindar, la principal acería del país, será nombrado Ministro de Economía. El gran capital se puso a preparar el golpe ante la incapacidad del gobierno peronista para contener a las masas, pese a su actitud fuertemente represiva y su decisión de tomar políticas abiertamente antinacionales y antiobreras como las del “Rodrigazo”. En junio de 1975 la clase obrera había impuesto una huelga general, la primera gran huelga contra un gobierno peronista.

El golpe militar fue parte de una ofensiva continental, el “Plan Cóndor”, que coordinó la represión en nuestros países bajo la dirección de Estados Unidos. Nunca olvidemos la responsabilidad esencial de EE.UU. en todos los golpes en Latinoamérica y en todos los golpes militares en Argentina. La coordinación venía de muchos años antes, de los servicios de inteligencia y las fuerzas represivas de Paraguay, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Bolivia. Tampoco olvidemos la complicidad de la jerarquía de la Iglesia, principalmente la Católica, respaldando el golpe y al gobierno militar.

El golpe genocida y la represión contó con el apoyo de los partidos políticos que colaboraron con funcionarios en la dictadura. La cúpula del radicalismo dio su apoyo y recomendaba terminar con “la guerrilla fabril” es obvia alusión a los cuerpos de delegados y comisiones internas clasistas. Los medios de comunicación tuvieron un papel destacado en la propaganda de la dictadura y en ocultar la represión y las luchas. Su papel siniestro no puede ser olvidado nunca.

El Golpe contó con el apoyo de buena parte de la burocracia sindical, que previamente colaboraba con los grupos terroristas armados desde el Estado. Para ellos era un peligro el crecimiento de corrientes clasistas y antiburocráticas que amenazaban con recuperar los sindicatos para los trabajadores. Muchos de esos burócratas entregaron las listas de los sectores más combativos a la dictadura, los llamados “colaboracionistas”. Otros directamente se borraron y dejaron hacer.

Toda la burguesía, sus empresas, cámaras empresarias, sus partidos políticos, se encolumnaron detrás del golpe. No hubo un solo sector empresario que se enfrentara al golpe y al plan económico. Buena parte de la pequeñaburguesía asustada con el caos económico y la radicalización social compró el discurso del orden y apoyó y dejó hacer a los militares. Otra parte buscó cómo resistir junto a la clase obrera.

La clase obrera tempranamente empezó a resistir, aisladamente, y a ganar confianza en su lucha, pese a que sus organizaciones habían sido diezmadas y había sido el principal blanco de la represión. A fines de 1976 se paraliza Peugeot reclamando y obteniendo la liberación de 6 activistas secuestrados. A principios de 1977 grandes luchas de los trabajadores de Luz y Fuerza con movilización al sindicato en Capital y se produce una oleada de huelgas. Ya en 1978 se calculan 4.000 conflictos y se realiza en marzo la primera toma de fábrica bajo la dictadura. La burocracia para retomar el control del movimiento obrero empieza a modificar su actitud frente a la dictadura y convoca a una Jornada Nacional de Protesta en 1979 y otra en 1981.

Y crece la lucha democrática por la aparición con vida de los militantes secuestrados, por la libertad de los presos, por el castigo a los asesinos. Avanza la organización de los organismos de Derechos Humanos y empiezan a ganar la calle con sus denuncias. Se funda 1977 Madres de Plaza de Mayo que se convertirá en la referencia más fuerte por su actitud decidida de ocupar la Plaza de Mayo con su reclamo, pese a que secuestran a su primera Presidenta y varias Madres del grupo inicial. Su lucha tozuda y valiente ocupará siempre un lugar extraordinario en la historia nacional e internacional.

Esa lucha decidida hizo fracasar una por una todas las componendas de los partidos, los gobiernos, los jueces, las iglesias para lograr la amnistía para los represores, el perdón a los militares asesinos, todos los acuerdos de “reconciliación”, indultos, puntos finales, leyes del olvido, 2×1, los pedidos de liberación de los “pobres viejitos”, la maniobra con las indemnizaciones a los familiares, la búsqueda de los restos, buscar la “verdad”, etc. Si los juicios siguen, si más de mil represores fueron procesados y condenados, y muchos siguen en prisión es por esa lucha que no han logrado doblegar y que se extiende a otros movimientos que siguieron su ejemplo.

Toda esa conquista es mérito de la lucha popular contra la democracia burguesa que buscó todas las vías para “cerrar las heridas” y dar por finalizada esta historia, o en palabras de Alberto Fernández “dar vuelta la página”.

Toda la burguesía utilizó la contraposición entre “dictadura” y “democracia” para defender a rajatabla su dictadura de clase, gran parte de la sociedad fue arrastrada a defender la democracia como un valor esencial, confundiéndola con la defensa de las libertades democráticas, ocultado así el carácter de clase de ese régimen. Y será en el altar de la democracia que se producirá la mayor entrega y desnacionalización del patrimonio nacional y el mayor ataque a conquistas de los trabajadores de décadas. Bajo la democracia burguesa se completó el plan que la dictadura no pudo llevar hasta el final, como sí ocurrió en Chile.

Esta ficción de democracia burguesa no se puede reformar, ni profundizar, como pretenden algunos izquierdistas. Todo el tiempo debemos desenmascarar que es la dictadura del capital.

No sólo el poder está hoy en las mismas manos que bajo la dictadura sino que ese poder está mucho más concentrado. Los terratenientes, los banqueros, las multinacionales avanzaron en la centralización de su poder. La injerencia de los servicios de inteligencia de EEUU e Israel y de otras potencias, como de los grandes medios de comunicación combinados con la colonización que han hecho de la justicia, hacen que hasta las formas de democracia burguesa queden fuertemente restringidas. La capacidad de presión, de extorsión y acogotamiento del país es mucho más fuerte que hace 4 décadas.

La tarea de hacer justicia, de extirpar de la sociedad las bases materiales del golpismo, siguen pendientes, sólo podrán ser resueltas con la expulsión del imperialismo, con la recuperación de todas las empresas y todos los recursos vitales terminando con las multinacionales, con la nacionalización de la banca y el comercio exterior, con la expropiación de los terratenientes. Porque son ellos los que ordenaron, financiaron y se beneficiaron con la dictadura militar.

Esta tarea le cabe a la clase obrera acaudillando a la mayoría oprimida, que tire abajo la dictadura del capital, a su Estado, para imponer un gobierno obrero-campesino, de los oprimidos de la ciudad y el campo. Recién ahí podremos empezar a construir una nueva sociedad, el socialismo, la que soñaron y pelearon nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros compañeros y camaradas. A todos ellos vengaremos con la revolución social.

 

(nota de MASAS nº 389)

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