Brasil: La crisis avanza: ¿de dónde viene la tranquilidad de Bolsonaro?

El presidente de la República dice estar tranquilo ante la situación política. Eso es porque no ha habido manifestaciones que desafíen a su gobierno. Entre los partidos de la oposición, el analisis es que el impeachment no avanza porque no hay movilizaciones en la calle. Pero el hecho es que las fuerzas políticas enfrentadas no están dispuestas a promover ninguna manifestación.

La preocupación de Bolsonaro con la CPI del Covid es que sirve como herramienta electoral de la oposición. La confirmación en el pleno del STF de la sospecha sobre Moro restauró los derechos políticos de Lula. Lo que no fue bueno, ni para Bolsonaro ni para la oposición de centro-derecha, encabezada por el PSDB. La CPI y la candidatura de Lula abren el camino para la disputa electoral, aunque los comicios estén lejanos.

Bolsonaro, sus generales y los políticos del “Centrão” están en condiciones de dar el giro necesario para preservar la gobernabilidad en medio del ritmo frenético de la crisis, con el objetivo de reducir el margen de maniobra de la oposición, que se ha ampliado con la pandemia descontrolada y los más de 400.000 muertos.

La adaptación del Gobierno a las orientaciones mundiales de Biden, sin tener que rechazar su trumpismo, es el viraje más reciente. Bolsonaro y su cuarto ministro de Salud esperan que el acuerdo de compra de la vacuna al laboratorio estadounidense Pfizer contrarreste la embestida de Doria con la china Coronavac. Es posible que China empiece a perder la guerra comercial de las vacunas una vez que EE.UU. esté inmunizado y se sienta relativamente seguro para liberar a sus multinacionales a la ofensiva mundial. Por extraño que parezca, Bolsonaro está obligado pasarse al lado de Biden si quiere hacer frente a la acusación de genocida, y a los resultados de la CPI.

Lo fundamental para la gobernabilidad es no perder la iniciativa política y mantener amortiguada la lucha de clases. Tras ponerse del lado de Biden en la Cumbre del Clima, Bolsonaro se apresuró a activar la entrega de la base de Alcântara al imperialismo. El plan de privatización de Paulo Guedes ya estaba siendo impulsado, con la subasta de aeropuertos. Las privatizaciones de Eletrobras, las refinerías de Petrobras y los ferrocarriles están en marcha. La salida a bolsa de la Caixa de Seguridade revela la voluntad de Bolsonaro de llegar lejos con las privatizaciones y desnacionalización.

Sin embargo, no hay manera de contentar al gran capital y al imperialismo con las ofertas. Se observa que la aprobación del Presupuesto, en el que se entregan miles de millones de reales en fondos a los parlamentarios, y muchos miles de millones de dólares en ayuda a los sectores capitalistas y a las iglesias. El capital financiero no aprobó la maniobra que sortea el Techo de Gasto, criterio que rige la pauta presupuestaria destinada a garantizar el superávit primario y el pago de la gigantesca carga de intereses, provenientes de la deuda pública.

Es visible la descomposición de la política burguesa y la continuidad de la crisis sanitaria y económica, que recae sobre la mayoría oprimida. El movimiento del gran capital de aproximación y distanciamiento hacia Bolsonaro es típico del cuadro de inestabilidad. El país atraviesa una profunda división interburguesa, que ha sacudido su funcionamiento federativo. El gobierno militarista-fascistizante ha sufrido muchos golpes. En este mismo momento, el ministro Paulo Guedes acaba de cambiar a casi todo el equipo económico, reflejando los choques internos y externos al gobierno entorno al presupuesto.

Sin embargo, los enfrentamientos viscerales en el marco del poder y de la política burguesa se producen en las condiciones de un profundo retroceso de las masas y de la contención de las luchas obreras. La quiebra reciente de la lucha contra el cierre de la Ford y ahora la de LG, aún en curso, fueron y son fundamentales para la tranquilidad de Bolsonaro.

Llegamos al 1 de mayo con las centrales y sindicatos refugiados en el mundo virtual, completamente inofensivos para la burguesía y los gobernantes. Bolsonaro aprovechó la pasividad de las cúpulas sindicales para reeditar la maldita MP 936, en forma de MP 1045, que golpea más profundamente a los trabajadores. Por lo tanto, es correcto afirmar que Bolsonaro sigue en pie, obstaculizando las limitadas medidas de contención de la pandemia, atacando empleos y salarios, recortando recursos de la educación y la salud, y privatizando, gracias a la política de colaboración de clases de la burocracia sindical y la impotente oposición reformista, liderada por el PT.  La lucha contra el gobierno de Bolsonaro sólo depende de la reanudación de la lucha organizada del proletariado y de la mayoría oprimida. Esa es la tarea que hay que realizar inmediatamente.

Editorial  Masas 635, 1 de mayo de 2021

En portugués: http://www.pormassas.org/2021/05/02/a-crise-avanca/

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