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Coronavirus: Fuerte crecimiento de contagios y muertes

Fracaso de las políticas del gobierno que llevaron al colapso sanitario

 

Estamos atravesando el peor momento sanitario desde que comenzó la pandemia. Las medidas apuradas que tomó el gobierno no podrán atenuar la crisis.

El diario The New York Times refleja la situación del país. Está basado en el promedio de casos cada 100.000 personas registrado en la última semana, con 54 casos cada 100 mil personas. Sólo es superada en el mundo por Uruguay con 88 casos cada 100 mil habitantes. Es peor situación que la India y otras naciones que sufren el impacto de la pandemia.

En la última semana aumentó un 35% el promedio de los casos y subió un 16% el promedio de fallecidos por día. Estos números implican que en los últimos siete días, el promedio de nuevos casos duplicó al de muertes.

India, uno de los países que más preocupa al mundo por la curva acelerada de contagios que registró en las últimas semanas, tiene 21 casos cada 100 mil habitantes.

Ha crecido fuertemente el promedio de muertos por millón de habitantes llegando a 166, acercándose a los peores registros del continente que encabezan Brasil, Perú, Estados Unidos, México y Colombia. Luego sigue Argentina.

¿Por qué se llegó a esta situación? Después de 14 meses de experiencia en el país y conociendo el impacto de la llamada segunda ola en Europa. Poco importan las imbecilidades que pueda decir la derecha negacionista, que le viene como anillo al dedo al gobierno para polemizar con sus tonterías y no dar explicaciones sobre cómo se llegó a semejante crisis sanitaria.

Lo que importa es hacer un balance de los errores cometidos, que el Gobierno oculta, que los presenta como una fatalidad inevitable, escudándose en los desastres sanitarios de otros países. Que demuestra lo que alertamos desde el primer día de la pandemia: la salud pública no puede quedar en manos de la burguesía, porque no está dispuesta a tomar las medidas necesarias para cuidar la salud de los oprimidos.

El gobierno se negó a estatizar los laboratorios farmacéuticos y el sistema privado de salud, para poder centralizar todos los recursos materiales y humanos.

El gobierno amplió la cantidad de camas disponibles en el sector público y también la cantidad de camas de terapia intensiva, pero no el sector privado que siguió recibiendo subsidios, al igual que las obras sociales, que derivan al sector público lo que desborda sus capacidades. El sector público en las grandes ciudades ya está al máximo de su capacidad. No hubo una política de incorporación masiva de trabajadores de salud al sistema y de mejorar las condiciones de trabajo y salariales de la planta existente.

En nombre de reservar recursos para enfrentar el coronavirus se suspendieron operaciones, estudios, tratamientos, de millones de personas.

El gobierno explica que hizo todo bien con las vacunas, compró antes que nadie la Sputnik, compró más de 60 millones de dosis, envasó millones de dosis de Astra Zeneca, y llegó a acuerdos para que laboratorios privados produzcan vacunas en el futuro en el país.

No explica por qué Cuba puede producir su propia vacuna, con su economía bloqueada, con muchísimos menos recursos y Argentina no pudo siendo que cuenta con una industria farmacéutica privada, muy desarrollada. No explica por qué no estuvieron las decenas de millones comprometidas por el empresario Sigman y Astrazeneca para los primeros meses de este año, acuerdo al que apostó fuertemente el gobierno.

Es cierto que los países imperialistas acapararon la producción y distribución, pero solo la cobardía y la impotencia explican que no se rompa ese cerco. Si no se liberan las patentes ante semejante crisis humanitaria se las debe desconocer y avanzar con la producción estatal. Esta es la política que corresponde en “defensa de la vida”. El país no contó a tiempo con las vacunas porque por encima de la salud de la población se privilegiaron los negocios privados. No solo no expropia los grandes laboratorios privados sino que entregó recursos financieros a los privados para que hagan negocio con la producción farmacéutica. Y también manipula las estadísticas para decir que Argentina es uno de los países que dispone de mayor cantidad de vacunas cuando en realidad se ubica en el puesto 45 comparando el porcentaje vacunado de la población.

Sabiendo que el transporte público es uno de los principales lugares de contagio, con horarios de concentración de trabajadores, no hicieron nada por incorporar masivamente al servicio más unidades, más vagones, más formaciones, para ampliar las frecuencias, incorporando masivamente trabajadores a las empresas para garantizar las mejores condiciones, para evitar la formación de largas colas de espera. Ni cómo organizar los horarios de las actividades para distribuir mejor la circulación. Los trabajadores alertaron con mucha anticipación cómo se debía hacer.

Mientras el gobierno culpa a las “fiestas clandestinas” y las reuniones sociales, los trabajadores del ferrocarril denuncian que cada vagón es el equivalente a una “fiesta clandestina”. En esas condiciones no hay cómo garantizar el distanciamiento. El gobierno no destinó los recursos necesarios para evitar los mayores amontonamientos de personas que se producen todos los días, varias veces al día.

El gobierno se sometió al condicionamiento de los empresarios a que no se detenga la economía y por la incapacidad para auxiliar a los millones de trabajadores que se quedan sin ingresos. El gobierno no quiere pagar siquiera el miserable IFE, porque por encima del cuidado de la salud está el cuidado de los números del presupuesto para complacer al FMI que vigila de cerca las cuentas.

El gobierno nacional siguió los lineamientos neoliberales de no estatizar las empresas privadas de salud y también de descentralizar la salud dejando que cada provincia y cada municipio haga lo que le parezca mejor, como si el virus respetara fronteras. El gobierno renunció a centralizar todas las medidas sanitarias neutralizando el efecto de las medidas que tomaba. Tampoco quiso afectar los negocios de las empresas vinculadas al turismo y al transporte de larga distancia, sabiendo que contribuía a esparcir más rápido el virus por todo el país.

El gobierno se queja por los efectos nocivos de las campañas de los grandes medios de comunicación contra toda medida preventiva, contra las vacunas, difundiendo mentiras, etc.

Sólo la clase obrera y los oprimidos pueden tomar en sus manos las medidas urgentes y necesarias para enfrentar la emergencia. Debatir y decidir qué medidas se deben tomar en defensa de la vida, de los puestos de trabajo, del salario. No se puede delegar en los gobiernos.

La burguesía es incapaz de cuidar la salud. Desde hace décadas que se deteriora el sistema de salud a manos de los negocios privados que acumulan fortunas incalculables, y que se llevan al exterior. Está en nuestras manos, en nuestra organización y lucha poder terminar con este estado de cosas.

Toda la burocracia es cómplice del gobierno y las patronales, disciplinándose a sus políticas miserables. Más temprano que tarde tenemos que terminar con ellos. Imponiendo las asambleas, los plenarios, y las medidas, presenciales. No hay excusa que valga para que nos digan que tenemos que quedarnos en casa.

 

(nota de MASAS nº 394)

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