Defensa de la Revolución Cubana

Las manifestaciones, iniciadas el 11 de julio, en Cuba, tuvieron una enorme repercusión. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, inmediatamente, hizo una declaración en nombre de la “libertad”, como si los Estados Unidos no fuesen uno de los mayores responsables, en varias partes del mundo, por la instalación de dictaduras, de golpes, de intervención militar y de aplastamiento sanguinario de los levantamientos obreros y populares.

En este exacto momento, Biden finaliza la retirada de tropas de Afganistán, después de 20 años de invasión, dejando atrás millares de muertos y un gasto parasitario de US$ 2 billones. Lo que parece ser una buena acción, no es sino el testimonio de la prepotencia y, también, de la heroica resistencia del  pueblo afgano al dominio imperialista.

Todos los gobiernos norteamericanos combatieron sin tregua la revolución cubana. El hecho de no haber conseguido liquidarla por medio de una intervención militar, fracasando en esa tentativa, es otro testimonio histórico de la fuerza de la revolución, que expropió a los terratenientes y a los capitalistas, y transformó la propiedad privada de los medios de producción en propiedad social. Algunas voces de la reacción burguesa en América Latina siguieron a Biden, como por ejemplo el gobierno brasilero, militarista y fascistizante.

La idea de “ayuda humanitaria” a Cuba es una infamia del imperialismo, cuyos monopolios saquean los países semicoloniales y bloquean el desarrollo de sus fuerzas productivas. La primera actitud frente al conflicto interno en Cuba es la de rechazar cualquier intervención de los Estados Unidos y de las demás potencias, bien como todo intento de abrir camino a la influencia de los objetivos restauracionistas. Solamente así será posible separar la paja del trigo, que ciertamente se mezclan en las manifestaciones contra la incapacidad de la burocracia gubernamental de responder a las necesidades básicas del pueblo cubano.

La clase obrera, los campesinos, los jóvenes, los oprimidos de Latinoamérica y el mundo debemos reforzar nuestra lucha contra el brutal bloqueo del imperialismo contra Cuba para ahogarla.

Cuba sufre todas las consecuencias del bloqueo miserable, inhumano, contrarrevolucionario de EE.UU. que sabotea permanentemente su economía y ordena al resto de los países que se sumen a su agresión. Sea con los Trump o los Biden, la política es derrotar completamente la heroica resistencia del pueblo cubano. En los últimos años han extremado las medidas de ahogo del país.

Las movilizaciones de este fin de semana protestan por los problemas de energía, por la falta de artículos de primera necesidad o su encarecimiento por las medidas monetarias, por la falta de elementos sanitarios, y los contagios de covid.

Los problemas son reales, las demandas son reales, como las dificultades para resolver las demandas.

Seguramente habrá infiltrados y maniobras del imperialismo para sacar provecho del descontento, pero esto no deslegitima el reclamo y las movilizaciones. La burocracia y sus secuaces siempre denuncian que las movilizaciones le hacen el juego al enemigo, y que por lo tanto nunca debe haber reclamos. Lo mismo dicen los nacional-reformistas en nuestros países que exigen que las masas se disciplinen a sus políticas, de lo contrario “se hace el juego a la derecha”. Es al revés, es la desmovilización, la represión y censura a los movimientos, el disciplinamiento de los sindicatos, lo que facilita el trabajo de la derecha, del imperialismo. Es la restauración capitalista, el abandono de la propiedad social, lo que potencia el accionar de los enemigos por destruir las conquistas de la Revolución. Es la existencia de privilegios y desigualdad social lo que facilita el trabajo del imperialismo.

¿Por qué ha retrocedido la Revolución? Por el bloqueo, por las maniobras de las fracciones burguesas latinoamericanas en las que el castrismo depositó su confianza. Y, principalmente, por las trabas políticas que impidieron a la clase obrera llevar al triunfo a la revolución en el resto de los países. Lo que evidencia, en gran parte la responsabilidad del stalinismo contrarrevolucionario y de las corrientes nacionalistas burguesas que aislaron a Cuba. El castrismo es parte de esa política, no sólo es víctima.

¿No tenía otra alternativa Cuba que tomar el camino de la restauración capitalista, de la recomposición y reconocimiento de la propiedad privada? Claro que tenía otro camino, trabajar siempre por el triunfo de la revolución en nuestros países para que fuéramos en su auxilio, porque el socialismo no puede triunfar en un solo país. La burocracia stalinista en cambio eligió seguir colaborando con los gobiernos burgueses de Latinoamérica, como hicieron y hacen los partidos comunistas en cada país. ¿Eso habría resuelto la falta de alimentos, de remedios, de energía? No. Si no triunfa la revolución en otro país, su situación sería igual, pero manteniendo en vivo la lucha por la revolución socialista. La creciente diferenciación social, el privilegio de la casta gobernante, generan un genuino sentimiento antiburocrático en un sector de la población. No se puede aceptar que mientras la gran mayoría sufre padecimientos de todo tipo haya una minoría que se salva, que goza de privilegios.

No reclamamos por democracia en general. Esa es una bandera podrida por las burguesías y el imperialismo. Quieren democracia burguesa para terminar de demoler lo que queda de la Revolución. Queremos democracia obrera, y para esto es necesaria una revolución política que termine con la burocracia restauracionista, imponga un gobierno obrero, la dictadura del proletariado. Para eso es necesario construir el partido revolucionario, marxista-leninista-trotskysta, que dirija esa revolución política, de manera que las masas vuelvan a poner en pie verdaderas organizaciones populares sin ninguna regimentación burocrática, para garantizar su participación plena.

No reclamamos libertad en general, libertad para agitar la propaganda anticomunista, antisocialista. Reclamos libertad de expresión, de organización para todas las corrientes que defiendan la Revolución Cubana. Nadie que defienda la revolución puede ser detenido, censurado o reprimido.

Cuba es nuestra responsabilidad. Defendamos la Revolución y sus conquistas. Debemos impedir que avance el proceso de restauración burguesa, y que se coloquen claramente las tareas de la transición del capitalismo al socialismo.

Cuba demuestra dramáticamente que el socialismo no se puede construir en un solo país, que el socialismo sólo podrá ser internacional, como producto de las revoluciones triunfantes. Por eso es urgente la tarea de reconstruir la dirección revolucionaria internacional, la IV Internacional. Esta tarea histórica se encuentra en las manos del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI).

 

14-07-2021

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