A 20 años del levantamiento popular que planteó “que se vayan todos”: Las políticas centristas y reformistas frente a la crisis
En Masas anterior mostrábamos la importancia de los movimientos de desocupados en el estallido de 2001, el recorrido y cómo se luchó por la orientación del movimiento. En esta nota mostramos cómo el partido alertaba a la vanguardia sobre los peligros de que semejante movimiento de lucha quedara entrampado en los límites de la democracia burguesa, como finalmente ocurrió.
En este 20° Aniversario es necesario un balance profundo, riguroso, sobre aquel levantamiento, cuáles fueron los obstáculos para dotarse de una dirección revolucionaria que lo llevara a la victoria. Cómo reformistas y centristas ayudaron a la confusión y el desvío de las masas.
En Masas 153 de Enero 2001 decíamos que la crisis del gobierno de la Alianza (un frente antimenemista) dio “lugar a una toma de distancia de la CTA, que quiere despegarse del gobierno al que llamó a votar y al que integró con varios candidatos… se ha vuelto a recrear la idea de poner en pie un Partido de Trabajadores…”
“La idea es contener a sus seguidores dentro de un planteo reformista, de capitalismo nacional, que englobe a todos los ‘antimodelo’, que estén de acuerdo en enfrentar al neoliberalismo y lograr un ‘capitalismo más humano, con otros valores’ para construir un país con todos”.
Decíamos que “el modelo que pretenden imitar es el del PT de Brasil… Pero los trabajadores no necesitamos un partido electorero y reformista que contenga la desilusión en los partidos patronales y genere otra ilusión en que bajo el régimen de la propiedad privada de los medios de producción se pueden resolver las aspiraciones populares… Los trabajadores necesitamos poner en pie el partido que exprese los intereses estratégicos de la clase obrera, la única que puede liberar a la Nación del imperialismo… La construcción de PTs como bolsas electorales es el camino inverso a la independencia política de la clase obrera”.
En esa prensa publicamos la crítica de principios de Resistencia Comunista de Rumania al democratismo de Altamira y el PO que cita la propuesta de PO de “Convertir a la banca legislativa en centro político, es decir en factor de unificación política de la clase obrera en torno de un programa”, es decir se llama a unificar a la clase obrera en torno al parlamento burgués. La Tercera Internacional era de otra opinión: “en condiciones actuales, caracterizadas por la expansión del imperialismo, el Parlamento se ha convertido en un instrumento de la mentira, del fraude, de las violencias, del bandidaje a su servicio”.
En Masas 154 del 5 de Marzo de 2001 titulábamos: “El planteo de Asamblea Constituyente es democratizante, (aunque Altamira se esfuerce por demostrar sus virtudes)”. Y decíamos que “coloca el problema como si fuera un planteo transicional en la lucha por el poder para la clase obrera, para agotar las ilusiones democráticas de las masas. Esto no es así, las masas están completando su experiencia… no se trata de introducir una institución burguesa adicional para que las masas completen su experiencia… Si las masas no reclaman Asamblea Constituyente es porque no buscan la superación de esta democracia burguesa con más democracia burguesa sino que en aquellos lugares que se agota la experiencia con el parlamentarismo la superación se materializa por medio de las asambleas populares, de las coordinadoras”.
En esa prensa también alertábamos sobre los peligros democratizantes en el movimiento de Derechos Humanos. Decíamos: “Las bandera democráticas en manos de concepciones democráticoburguesas, pueden tener hasta un carácter reaccionario, al creer que en el marco de la legalidad burguesa se pueden resolver todas las reivindicaciones democráticas, con la creencia de que se puede mejorar y profundizar la democracia, de que se puede alcanzar la justicia dentro de estos marcos y de que esta tiene un carácter por encima de las clases, que puede ser un poder independiente… La política de presionar al parlamento para que saque leyes, o anule las que dictaron anteriormente o de realizar peticiones a las autoridades o a los jueces y prestarse a colaborar con ellos cuando sabemos que se trata de farsas para hacer creer que existe justicia, desarma al movimiento”.
En Masas 155 de mayo 2001 señalábamos la división en la lucha democrática hacia el acto del 24 de Marzo, con dos convocatorias: por un lado Madres con Hebe a la cabeza, y por el otro Madres Línea Fundadora y la CTA. Decíamos que “un conjunto de organizaciones de derechos humanos encabezados por Madres Línea Fundadora y apoyados por el CTA trabajaban por ‘copar’ las manifestaciones y actividades trabajando duro por marginar, por aislar a los sectores más radicalizados, acompañando la necesidad de la burguesía de cerrar definitivamente esta lucha… Los partidos que decidieron dar la espalda a la convocatoria de Madres se encolumnaron tras ese sector democratizante tratando de maquillar el documento convocante, especulando que esa sería la marcha que concentraría a la gran mayoría, apuntalado como ya es habitual por festivales musicales antes y durante el acto para garantizar mayor atracción. Se trató de un frente político que fue desde sectores del radicalismo, frepasistas y justicialistas, hasta las organizaciones que se reclaman de la izquierda y del trotskismo… El acto convocado en Plaza de Mayo por las Madres empezó y terminó cantando la Internacional, con los puños en alto, con discursos encendidos planteando el camino de la revolución social y llamando a la acción directa. Estar presentes en ese acto era una obligación para los revolucionarios, del polo que ubica el castigo a los genocidas y sus cómplices en el terreno de la lucha contra el imperialismo y el capitalismo”. El curso posterior de Madres no puede dejar en el olvido el papel que jugaron como referencia de lucha en aquellos momentos.
En Masas 157, de agosto 2001, analizando la cuestión de la deuda externa decíamos que “Los más serviles y entregados dicen ‘vamos a honrar la deuda’ (De la Rúa) ‘haremos todos los esfuerzos necesarios’ y ‘vamos a pagar hasta el último centavo’ (Cavallo). En esta franja se ubican los realistas como los Alfonsín y Duhalde que afirman que lo que corresponde es reestructurar otra vez la deuda para pagarla de acuerdo a las posibilidades, reduciendo los vencimientos de los próximos años”. ¡Qué actualidad tienen estos señalamientos!
“Los reformistas empedernidos, entre los que se encuentra la dirección de la CTA, rechazan los planteos de desconocimiento y no pago de la deuda, aun habiéndose aprobado en Congresos y plenarios una definición política en este sentido. Consideran infantil y utópica tal definición porque no tienen la más mínima voluntad de romper con el imperialismo. Ellos creen que es posible todavía reformar el régimen capitalista aplicando su ‘shock redistributivo’ incrementando los impuestos a los más poderosos y que con eso se arreglan todos los problemas”.
Criticábamos el acuerdo oportunista entre el PO y el MAS. Cuando dice que la “intervención en las elecciones más que nunca debe ser considerada como un punto de apoyo auxiliar a la actividad central: el desarrollo de la movilización extraparlamentaria de las masas” señalamos que no es cierto, que “no hay ningún acuerdo previo para impulsar esa movilización bajo la estrategia revolucionaria de la clase obrera… y tampoco existirá después de las elecciones. Esta alianza empieza y termina con la intervención electoral….” Ambiguamente plantean que el “poder debe pasar a manos de los trabajadores, de sus expresiones de coordinación, plenarios y asambleas populares que comienzan a surgir desde abajo…” sin decir que “para que ‘pase el poder’ debe haber una revolución social… y que la tarea central será expropiar a la burguesía los medios de producción… y que esto significará la destrucción del Estado de la burguesía”.
En Masas 158 de septiembre 2001 polemizamos con “la propuesta de gobierno de unidad popular” que plantea la CCC (PCR) “que reviva los postulados peronistas de soberanía nacional, independencia económica y justicia social. Un gobierno que tenga como característica la unidad con sectores de la burguesía nacional y no se plantee expropiar la propiedad burguesa de los medios de producción, es un gobierno burgués, aunque se encubra tras la denominación de ‘popular’”… El marxismo enseña: los gobiernos de frente popular -de la clase obrera con sectores patronales o bajo un programa que no cuestione la propiedad de los medios de producción- no son una táctica de los trabajadores para hacer una revolución sino una táctica de la burguesía para evitar la revolución, para desviarla, para ganar tiempo y desmovilizar a las masas que pueden llenarse de ilusiones con un gobierno de esas características”.
También critica la política centrista del PTS en cuanto a la fórmula de poder y la cuestión del partido: “gobierno de los trabajadores y el pueblo que termine definitivamente con la sumisión nacional al imperialismo y la Argentina capitalista, construir un partido propio de la clase trabajadora, basado en esas mismas organizaciones, (sindicatos combativos, movimientos de desocupados, etc.)”. Decíamos que “en su campaña electoral está ausente una propaganda presidida por la estrategia de la clase obrera: la destrucción del Estado burgués, la revolución social, la dictadura proletaria, el comunismo”.
“El partido que la clase obrera necesita construir urgentemente es el partido revolucionario, organizado celularmente, centralizado, como un verdadero estado mayor de la clase obrera, que construya el programa de la revolución en Argentina como parte de la revolución socialista mundial. El partido es el programa…”.
En los próximos números seguiremos haciendo memoria sobre los antecedentes de aquel levantamiento histórico, mostrando el papel que jugó cada corriente y qué lucha política dimos, para hacer consciente el proceso instintivo, inconsciente, que venían protagonizando las masas. La extrema lucha de clases pone a prueba los programas, los métodos, los partidos, las organizaciones de masas y sus direcciones.