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¡Viva la Marcha Federal!

Partido Obrero Revolucionario  12-05-2022

La política fondomonetarista del Gobierno de Alberto Fernández ha entrado en una avanzada etapa de descomposición. Lo que prometía ser, en boca de los apologistas oficiales,  el despegue del país y el fin de todos los males muestra rápidamente su contrario: un ataque sin precedentes a las condiciones de vida y laborales de las masas. Se apresuraban a entregarse de pies y manos al FMI, a su política, a su dominio, esperando ver otra cosa que las trágicas consecuencias que observamos hoy día. Y lo peor no está ni cerca.

La Guerra en Ucrania con la subida de los precios internacionales ha mostrado con crudeza extrema las posibilidades ilimitadas de los sectores que amasan sus super-ganancias en base a la especulación contra los intereses nacionales, contando con la anuencia de un Gobierno incapaz, pero tampoco dispuesto a enfrentarlos. Han visto sus fortunas multiplicadas, amparándose en los precios internacionales para aumentar los precios nacionales, mostrando el parasitismo de estos sectores.

Es así que la guerra contra la inflación, sin haber podido resolver ninguna de sus causas y sin poder lograr siquiera una desaceleración de ritmo, echa luz sobre un aspecto fundamental. Ha dejado en claro la impotencia de las políticas de maquillaje que ha planteado el Gobierno (Feletti y su “control de precios” a la cabeza) para entablar una lucha decidida. Nadie cree seriamente, ni siquiera sus más acérrimos defensores, que el Gobierno sea capaz de realizar absolutamente nada por “ganarle la guerra a la inflación”. Las ataduras con la gran propiedad privada muestran la inconsecuencia de sus planteos.

Se está viviendo de esta forma una caída imparable del poder adquisitivo, con un crecimiento extraordinario de la pobreza. Esta situación no puede maquillarse ni subsanarse con el adelantamiento del ajuste del Salario Mínimo Vital y Móvil; con la propuesta del “Salario Universal”; o con los miserables bonos, entre los cuales el de los desocupados es de apenas $18.000 en dos cuotas, es decir inferior al IFE que se dio en 2020 ($30.000 en tres cuotas). Los jubilados vienen siendo golpeados mes a mes con “aumentos” que no recomponen ni de cerca lo que han perdido contra la inflación. Las migajas que lanza el Gobierno no hacen ni cosquillas al deterioro alarmante de los niveles de vida.

El trágico dato sobre los trabajadores con empleo formal, bajo convenio colectivo que no alcanzan no solo a lo que cuesta la canasta familiar (hoy por arriba de $170.000), sino incluso por debajo de la miseria que establece el Gobierno como canasta básica. Peor aún, vemos mes a mes que no hay acuerdo paritario (aunque se llegue a firmar 60%) capaz de seguirle el ritmo al curso imparable de la inflación.

Esta crisis ha hecho implosión en las propias filas del Frente de Todos. Muestra la debilidad del armado electoral y el corto vuelo del oportunismo en su conformación, evidenciando su frágil cohesión. Sectores importantes del kirchnerismo comienzan a intentar despegarse del rumbo económico tomado por Alberto Fernández y el Ministro de Economía Guzmán. Intentan borrar en algunas semanas la completa unidad que ha prevalecido hasta el día de hoy.

Los proyectos para que la “paguen los que la fugaron” o un segundo “impuesto a la riqueza”, entre otros tantos que fueron lanzados estos últimos meses, no han tenido mayor valor que el de señalar la desorientación de estos sectores y lo infructuoso de su política. Los “críticos del FMI” buscan recetas mágicas para combatirlo sin romper, mostrando su servilismo total al imperialismo.

Las últimas elecciones de diciembre de 2021, el humor en las calles y las encuestas con las que se manejan a diario muestran un gran descontento incluso y sobre todo entre sus propios votantes. Así han puesto en funcionamiento un poderoso aparato de propaganda para intentar capitalizar ese malhumor reinante, buscando conducirlo por carriles interiores del propio Frente de Todos. Vemos a diario las críticas a viva voz entre distintos sectores del propio Frente.

Los oprimidos deben levantar bien en alto la guardia y no dejarse arrastrar por los sectores que intentan aparecer críticos al rumbo del Gobierno, pero que no han hecho otra cosa que fomentar un mayor sometimiento a la conducción nacionalista burguesa. Su posicionamiento no obedece al intento de rectificarlos, sino más bien al serio intento de disciplinarnos, envolvernos en sus disputas, llamando a aumentar su peso en la “correlación de fuerzas” interna. Tenemos la enorme tarea de mostrar todos los hilos que unen a estos charlatanes como responsables directos, no solo cómplices.

Un proceso similar comienza a aparecer allí donde estén las masas, en los lugares de trabajo, de estudio, movimientos de desocupados, etc. Este último movimiento comprende un abanico bien diverso de organizaciones y tradiciones que ha tenido un rol destacado en la última época. Bien se trate de los que se reivindican oficialistas (el llamado Triunvirato Cayetano) como los opositores nucleados en la Unidad Piquetera. No son menores los esfuerzos que han venido realizándose desde la Casa Rosada y el Ministerio de Desarrollo Social para contener a los movimientos díscolos que han venido ganando la calle sistemáticamente contra la política de hambre del Gobierno.

Mención aparte merece el Movimiento Evita y la UTEP (lo mismo vale para la CCC y el prácticamente extinto “Somos Barrios de Pie”), hoy el brazo oficialista dentro de los desocupados. Su etapa final de cooptación ha demostrado la imposibilidad de materializar los principales reclamos del sector ocupando los asientos de los principales ministerios que debieran atender sus reclamos. Los Pérsico, “Chino” Navarro, “Gringo” Castro, son menos que figuras del decorado, dando la falsa idea que por ocupar una Secretaría o algún lugar en el Gobierno, se pudiese resolver alguna cuestión. Ha quedado claro, a través de una tremenda desmentida, que su función más bien es la de engañar a las bases descontentas y conducirlas a un callejón sin salida, como en el deshonroso acto del 1ero de Mayo en apoyo al Gobierno Nacional.

Solo mediante una denodada lucha lograremos ganarnos políticamente a las bases de esos sectores indispensables a la lucha contra la política de este Gobierno. Las direcciones de estas organizaciones se valen de estas amplias franjas de la población a través de los cuantiosos recursos que se les ha venido girando. Queda demostrado que no será posible hacerlos cambiar de organización de desocupados, por lo que la tarea es ganarlos políticamente, explicarles pacientemente la contradicción entre sus intereses y los objetivos de los representantes capitalistas en el Gobierno. Por más cooptadas que se encuentren estas organizaciones, sus bases viven en nuestros mismos barrios, tienen nuestras mismas necesidades y los alcanzan los mismos problemas. He allí la principal contradicción a explotar para ganarlos a la necesaria unidad.

Existen, adicionalmente, otros sectores que logran caer siempre bien parados. Lavan sus “pecados” de tanto en tanto con comunicados abiertos, cartas al Presidente, alguna aparición fugaz mediática en fuerte tono, mostrando cuánto conocen la realidad de sus bases. Es el caso por ejemplo de los Grabois, Palazzo, Moyano. Pero también logran convencernos cuán conscientes son del rol que están llamados a cumplir para confundir y engañar a las masas que pueden tener expectativas en ellos. Sucede así que de los combates diarios que tienen que darse, no solo son frente al oficialismo, sino también correr el velo de los que intentan mostrarse más críticos, expiando públicamente sus culpas, y arrodillándose internamente frente al poder. Llevarán a nuevas frustraciones y a caminos inconducentes a amplias franjas de trabajadores ocupados y desocupados.

Se encuentra finalmente la Unidad Piquetera, el sector más activo del movimiento de desocupados (Polo Obrero, MST, FOL, CUBa MTR, MTD, FPDS, MTR 12 de abril, Barrios de Pie entre otros tantos). Han venido sufriendo estas últimas semanas una creciente demonización y persecución que es necesario rechazar activamente. Los arrestos en Jujuy y Tucumán recientemente delatan la preocupación del Gobierno Nacional y los gobiernos provinciales al vigoroso movimiento de desocupados que no han podido cooptar. El POR se coloca incondicionalmente por su defensa y por tirar abajo todas las causas truchas que han venido armando.

Otra arista a tener en cuenta es cómo se ha venido instalando un discurso marcadamente anti-piquetero no solo de los sectores del macrismo o “libertarios”, sino incluso entre sectores del seno del oficialismo, y hasta ex dirigentes que han jugado un rol destacado en su conformación, como Luis D’Elia. Los revolucionarios no nos dejamos intimidar por estas expresiones ciertamente reaccionarias. Contrariamente, debemos prepararnos para no caer en las provocaciones que tienden diariamente para deslegitimar nuestra lucha.

Reivindicamos las movilizaciones gigantescas y los actos multitudinarios que se han venido realizando, no solo concernientes a la realización de la Marcha Federal, sino también los meses previos, y las que vendrán. Demostraciones de magnitudes crecientes y desarrolladas a lo largo y ancho del país, mostrando que es una cuestión de envergadura nacional, y no solo regional. Reivindicamos al mismo tiempo la adhesión de sindicatos de trabajadores ocupados y centros de estudiantes que han decidido acompañar el reclamo de los movimientos de desocupados.

Alertamos, de igual forma, que resultará una lucha sin perspectivas si no logramos la participación activa de las principales centrales del país, hoy no solo ausentes físicamente sino ideológicamente. En la gran mayoría de los casos no han tenido siquiera un posicionamiento. No se trata de “ocupar el lugar que deja vacante” la CGT o la CTA, sino de conquistar a través de todos los medios posibles, que esos sectores se coloquen a la cabeza, porque constituyen nuestras herramientas básicas de lucha: los sindicatos y las centrales generales.

Esta cuestión plantea inevitablemente un trabajo redoblado tanto en los barrios, como lugares de estudio y de trabajo, logrando unificar desde las bases todos los reclamos de los trabajadores ocupados y desocupados. No es posible sustituir a las masas, no es posible ignorar a los rezagados o los sectores que no han podido desengañarse de sus direcciones, sea en sindicatos, centros de estudiantes o movimientos de desocupados. La lucha pasa por recuperar estas direcciones, barrer a los burócratas que hoy dirigen estos sectores, logrando conformar una unidad lo más amplia posible, con el objetivo de organizar mayores movilizaciones y preparar la huelga general.

Esto implica que la clase obrera debe intervenir a fondo en la profundización de la crisis, con su propia política, con sus métodos, con independencia del Gobierno, de los burócratas, de las patronales, luchando por conquistar su independencia política. Esto significa construir la herramienta imprescindible para luchar por su propio poder, por la dictadura y revolución proletarias. No hay otro camino, no hay soluciones intermedias, no hay proyectos posibilistas para su conquista dentro del régimen capitalista de producción. Y la herramienta imprescindible no es otra cosa que su Partido Obrero Revolucionario, su dirección política, templada en el marx-leninismo-trotskista.

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