Crisis energética
Se anuncian problemas energéticos a corto plazo. Por los precios internacionales de gas y el petróleo y la sequía del Paraná que hizo caer la capacidad de generación eléctrica a través de la energía hidráulica.
La falta de inversión en la explotación del gas, contando con la segunda mayor reserva del mundo, hizo que este sector estratégico entre en crisis. Faltará gas para las industrias y también para las estaciones de GNC.
2400 grandes y medianas empresas negocian con productoras y comercializadoras de gas, los valores son de entre US$7 y US$8 el millón de BTU, que duplican los US$3,7 del invierno pasado. Costos que trasladarán a precios. Esto afecta a todos los sectores manufactureros de la economía, como el de alimentos, bebidas, textiles, combustibles, químicos, plásticos, maquinaria, equipos y vehículos.
Almacenar el gas es muy costoso, se necesita enfriarlo a menos de 160 grados para convertirlo a estado líquido. Este proceso, a través del cual nace el gas natural licuado (GNL), se llama licuefacción, y se necesitan plantas sofisticadas, que Argentina no tiene. En ese proceso se reduce 600 veces su volumen para facilitar el transporte y almacenamiento.
La planta que proyectó levantar YPF para producir GNL, en Bahía Blanca, cuesta aproximadamente 5.000 millones de dólares, con una capacidad de 15 a 20 millones de m3 (apenas un vencimiento de deuda externa). Proyecto que se combinará con el gasoducto desde Vaca Muerta que recién se está licitando y que fue postergado por Macri y por Fernández y no garantizan que esté terminado para el año próximo, tendrá una capacidad de transporte de 24 millones de m3/d.
Debido al mayor consumo de gas desde mediados de mayo a mitad de agosto, el país compra GNL, que se importa por buques, y gas de Bolivia. Pero este invierno, ambos recursos escasean por la alta demanda internacional y por la declinación de los pozos gasíferos de los yacimientos bolivianos.
El año pasado, la Argentina contrató 57 buques de GNL, que le costaron en total US$1100 millones, el precio promedio del gas fue US$8,33 el millón de BTU. Para este invierno, los ocho buques comprados, costaron US$800 millones, el 70% del total pagado el año pasado por todos los barcos de GNL. Los valores del GNL se quintuplicaron a US$40 en promedio el millón de BTU.
En enero, la Secretaría de Energía proyectaba contratar 70 buques de GNL, ya que anticipaba una mayor actividad económica que en 2021 y una baja en la producción hidroeléctrica. El año pasado, por ejemplo, la generación hidroeléctrica fue un 17,1% inferior a la 2020; es decir, se “perdieron” casi 5000 gigavatio-hora (GWh) de un año a otro. La energía generada por Yacyretá, la represa más grande de país, fue 42% menor que la de 2018.
Con los nuevos precios, se estima que el costo de contratar 70 buques podría rondar los US$6500 millones, US$5000 millones más que el año pasado.
Argentina abastece sus picos de consumo de invierno con gas importado de Bolivia que produce por día 42,5 millones de m3/d, de los cuales consume 12 millones y le vende a Brasil otros 20 millones. Para la Argentina solo quedarían disponibles 10,5 millones de m3/d. El Ministerio de Economía anunció que se había asegurado una provisión de 14 millones, con posibilidad de aumentar a 18 millones de m3/d. El año pasado, Bolivia entregó entre 9 y 12 millones de m3/d, por debajo a los 14 millones comprometidos.
Argentina importa gas teniendo en Vaca Muerta la segunda reserva no convencional más grande del mundo, con posibilidad de producir volúmenes que nunca se podrían consumir. Este es el resultado de permitir la fuga de divisas, o que se destinen a importaciones o consumos que no son necesarios. Es el resultado de frenar las obras públicas por orden del FMI y de haber pagado sumas siderales de deuda externa.
Es necesario expropiar toda la industria hidrocarburífera desde la exploración hasta la comercialización para ponerla al servicio de la industrialización del país. Es necesario estatizar la banca y el comercio exterior para controlar todo el manejo de divisas. Mientras gobierne la burguesía no será posible. Es necesario que una nueva clase social se haga cargo del destino del país, una clase sin compromisos con el capital financiero ni con los capitalistas locales para resolver las cuestiones vitales para las masas.