Cinco meses de guerra en Ucrania
Si la clase obrera y el resto de los trabajadores no se levantan, no habrá una solución progresiva
La crisis de dirección revolucionaria es lo que más se destaca de la conflagración que viene sacudiendo a Europa y al mundo. Los sindicatos y los partidos considerados de izquierda, burgueses y pequeñoburgueses, no han sido capaces de oponerse a la guerra y de luchar por su fin. Una enorme confusión política se instaló en sus filas y provocó divisiones. Esto fomenta y favorece la incomprensión y la parálisis política. En gran medida, las masas estaban a merced de la propaganda del imperialismo de que la OTAN no ofrece ningún peligro para el pueblo ruso. Y la respuesta de Rusia dejó dudas sobre si se trataba o no de una acción militar que implicaba la violación del derecho de autodeterminación de Ucrania.
Así, la clase obrera no tenía forma de discutir, entender y posicionarse sobre el carácter de la guerra. Es decir, si fue y es una guerra de dominación, en la que reinan los intereses capitalistas; o una guerra de liberación, en la que los pueblos explotados y oprimidos luchan por su emancipación de la dominación de la clase capitalista y del imperialismo. Han pasado cinco meses y las consecuencias de la guerra en Ucrania recaen enteramente sobre los hombros de los explotados, en forma de aumento de la pobreza, la miseria y el hambre, sin que las direcciones sindicales y los partidos de izquierda, que reivindican el socialismo, se levanten para defender la vida de las masas y para poner fin a la guerra.
El aumento de la inflación y del coste de la vida, el refuerzo de las tendencias recesivas de la economía mundial y el impulso a la destrucción de puestos de trabajo, se traducen en una mayor barbarie social. Está absolutamente claro que la guerra en Ucrania no gestó por sí misma la crisis económica mundial y la barbarie social. Por el contrario, es la decadencia del capitalismo envejecido, que se resiste a dar paso a la sociedad sin clases del comunismo, la que engendra las guerras y potencia la barbarie estructural de la época imperialista. Pero es imperativo reconocer si las fuerzas de la reacción imperialista encuentran la resistencia del proletariado o si tienen el campo libre para su marcha destructiva.
No se puede obviar que la descomposición burocrática y revisionista del internacionalismo marxista, impuesta por el estalinismo, y sobre todo el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, favorecieron al campo de la contrarrevolución y permitieron al imperialismo recuperar el terreno perdido en el proceso de transición del capitalismo al socialismo, abierto con la Revolución de Octubre de 1917. Las raíces de la actual guerra en Ucrania hay que buscarlas en las derrotas sufridas por el proletariado que condujeron a la liquidación de la URSS, al avance del cerco imperialista sobre Rusia, a la intensificación de la opresión nacional y a las guerras civiles entre las propias ex repúblicas soviéticas.
La inercia y el colaboracionismo de las direcciones sindicales con el imperialismo ante la guerra de Ucrania son las expresiones más profundas del retroceso que sufre el movimiento revolucionario mundial. Muestran la gravedad histórica de la liquidación de la Tercera Internacional y la disolución de la Cuarta Internacional, golpeada por el revisionismo.
Los acontecimientos del momento señalan la urgente necesidad de que la clase obrera se levante por el fin de la guerra, por una paz que garantice la seguridad de Rusia, que elimine los peligros del asedio de la OTAN, que garantice la integridad territorial de Ucrania, que replantee la cuestión del derecho de separación de las dos repúblicas de la región del Donbass, que establezca la autodeterminación real de Ucrania, de acuerdo con las libres decisiones de los propios ucranianos. ¡Por una paz antiimperialista! ¡Por una paz basada en el fundamento democrático y revolucionario del derecho a la autodeterminación de la nación oprimida!
Sólo la clase obrera unida puede derrotar la ofensiva militar estadounidense sobre Rusia. Sólo la clase obrera unida puede reconquistar la autodeterminación de Ucrania y de todas las demás ex repúblicas soviéticas. Por este camino es posible dar pasos concretos y firmes en la recuperación de las conquistas revolucionarias del proletariado que levantaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y combatir las guerras de dominación con las guerras de emancipación.
Al cumplirse cinco meses de guerra, somos testigos de la expansión y la escalada militar del imperialismo. De la cumbre de la OTAN de Madrid, Biden ha saltado a Oriente Medio, para negociar con la monarquía saudí la alianza militar concebida por Trump, que incluye al Estado sionista de Israel contra Irán y Siria. Alemania se prepara para reforzar su armamento. Japón asistió a la cumbre de Madrid, comprometiéndose a una escalada militar en Asia. Rusia y China fueron nombradas explícitamente como objetivo militar de la OTAN.
En este marco, la vanguardia con conciencia de clase tiene ante sí la difícil tarea de reimpulsar el Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional. Una política marxista-leninista-trotskista ante el enfrentamiento militar en Ucrania, y una firme campaña internacional por el fin de la guerra, son fundamentales para potenciar el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI).
POR Brasil – Masas 669 – Editorial, 24 de julio de 2022