Para terminar con el saqueo, estatizar el comercio exterior
En las últimas semanas quedaron al desnudo toda clase de maniobras de los capitalistas, del agro, de la industria, del comercio, de los bancos, para apoderarse de los dólares que generan las exportaciones, vaciar las reservas y dejar estrangulado al gobierno. Situación aprovechada para presionar fuertemente por una fuerte devaluación del peso.
Queda al desnudo toda la impotencia, toda la incapacidad del Gobierno, para defender las reservas para garantizar la actividad económica y para evitar una mayor desvalorización del peso. Este año las importaciones son un record, que no guarda relación con el incremento de la actividad económica. Uno de los grandes problemas es la necesidad de importar energía, y no debemos olvidar que fue la política petrolera de los Kirchner la que nos llevó a perder el autoabastecimiento.
Puede mencionar el acontecimiento extraordinario de la Guerra y sus consecuencias sobre los precios de la energía, pero una vez desatada la guerra debió ajustar todas las medidas al extremo para garantizar la provisión regular. La política de no intervención, de no regulación, ni control, dejando que actúen impunemente las “fuerzas del mercado” (la voracidad de los capitalistas más concentrados) lo dejó en condiciones de extrema debilidad y crisis.
Ya nos hemos referido en otras notas sobre el contrabando, sobre la ausencia de voluntad política del gobierno de recuperar las aduanas, los puertos y la flota nacional, de recuperar el control de los ríos y los mares. Los capitalistas buscan por todas las formas pagar lo menos posible de impuestos y dejar en el exterior la mayor cantidad de dólares.
Distintas fuentes estiman que el agronegocio tiene retenidas exportaciones por un valor que va desde 14.000 a 20.000 millones de dólares. Una cifra extraordinaria para presionar a un gobierno que se quedó sin reservas, para exigirle que devalúe. Una verdadera burla y provocación contra millones de familias que no alcanzan a comprar lo que necesitan para comer. Una devaluación significa que los pocos ingresos se pulverizan más rápido. Ante la presión el Gobierno acaba de hacerles la concesión de reconocerles un dólar diferenciado.
Hace unas semanas se destapó una de las maniobras de las importaciones truchas, los empresarios importadores se presentaban a la Justicia para pedir un “amparo” para que le permitan importar y obligar al Banco Central a liberarle todos los dólares para pagarla (incluidos aviones y autos de lujo). Ya sabían qué juzgados eran amigos para facilitar esa operatoria. Si el trámite caía por sorteo en otro juzgado desistían del pedido y volvían a presentarlo una y otra vez hasta que el pedido caía en los juzgados amigos. Ahora se destapa otra variante de esta maniobra: el “alquiler de amparos o cautelares”. Una empresa que cuenta con el amparo judicial se lo alquila a otra para que importe y le liberen las mercaderías y los dólares para pagarlas. Y consigue que la Justicia le extienda y amplíe la validez de sus cautelares. Recién ante el escándalo de la denuncia la Aduana inicia una investigación que representaría 2.000 millones de dólares en poco más de un año.
Ante la crisis aparecen más irregularidades en transferencias al exterior detectadas por la AFIP que detectó 1400 casos de manipulación de precios de las multinacionales con sus filiales. Recientemente hemos mostrado el escándalo de los precios de venta del litio al exterior. Las maniobras más conocidas en la fuga de divisas son la subfacturación de exportaciones, sobrefacturación de importaciones y autopréstamos, la triangulación de las ventas al exterior, el pago exagerado de regalías por uso de marcas y patentes, giro encubierto de utilidades al exterior, etc. Los supuestos mayores costos que muestran las empresas reduce las ganancias locales y les permite pagar menos impuestos a las ganancias en el país. Las mayores ganancias quedan en empresas localizadas en las guaridas fiscales donde no pagan impuestos o el porcentaje es ínfimo.
Las empresas también aceleraron las importaciones previendo que puede haber una devaluación fuerte y es una forma de comprar ahora con dólares baratos, una avivada “legal”. Lo mínimo que debería requerir el Gobierno es que cada empresa muestre cuánto importó cada año y su relación con su producción para justificar qué cantidad necesita importar este año, para evitar cualquier especulación.
Estas son las consecuencias de la negativa a enfrentar las políticas neoliberales instaladas hace 4 décadas, que concentra cada día más las actividades vitales de la economía en menos manos, monopólicas. La burguesía de conjunto respalda o se adapta a estas medidas. Sus gobiernos son víctimas de sus propias políticas.
Esta política de saqueo no se termina con ajustes impositivos y multas por las irregularidades y abusos entre las empresas locales y sus casas matrices, ni pidiendo información sobre las 1500 empresas de argentinos en los paraísos fiscales (según se reveló en los Pandora Papers). No se conocen empresarios presos y expropiados por sus crímenes, sí podemos dar cuenta de decenas de miles de presos sin condena por robo de gallinas o menos que eso.
Para terminar con todas estas formas de saqueo es necesario estatizar el comercio exterior. Sólo el Estado vende y recauda, decide qué se vende, cuánto, a quién y a qué precios. De esta forma se asegura que se recauda la totalidad de lo que se exporta. Y también decide las prioridades de importación, utilizando las divisas para sostener la industrialización del país, restableciendo los eslabones de la cadena de producción quebrada en varios rubros, que obliga a importar partes que antes se producían localmente.
El monopolio estatal del comercio exterior es imprescindible para garantizar la distribución de los alimentos para toda la población de acuerdo a sus costos de producción reales en pesos y no a su cotización internacional en dólares.
Esta medida elemental de defensa nacional no será tomada por ningún gobierno que respete la gran propiedad privada de los capitalistas, por ningún gobierno que no esté dispuesto a romper con todas las imposiciones neoliberales. Todas las instituciones del Estado son cómplices del saqueo del país.
Sólo la clase obrera en el poder, con la mayoría oprimida, puede tomar estas medidas esenciales para terminar con los especuladores, parásitos, saqueadores.