CERCI

La farsa de Biden sobre la paz

Sólo la clase obrera movilizada y unida puede poner fin a la guerra de dominación

Ante el descontento de una parte de los gobiernos europeos y de las huelgas que han ganado proyección en el marco de la Unión Europea, Biden se refirió a una cierta disposición a discutir con Putin la posibilidad de un acuerdo de paz. Pero la apertura de un «diálogo diplomático» depende de la decisión del gobierno ruso de retirar sus tropas de Ucrania. Eso significaría colocar la paz en manos del imperialismo y, por tanto, capitular. Esta farsa fue pronunciada junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, que se encontraba en Estados Unidos.

Era más que previsible que Putin viera con desdén la declaración de Biden. Lo que, en cierto modo, pasó con de los gobiernos de Alemania y Francia, más próximos a Estados Unidos y más influyentes, después de Inglaterra, en la alianza reunida para abastecer y sostener la resistencia del gobierno ucraniano. La razón es bien conocida. La Unión Europea se está llevando la peor parte de la crisis económica que se agravó con la guerra, tras los desastres causados por dos años de pandemia.

La prepotente propuesta de Biden de que Putin retire las tropas rusas de Ucrania sonaba a lo contrario de buscar una forma de poner fin al enfrentamiento, que dura ya nueve largos meses. En realidad, Estados Unidos ha hecho todo lo posible por prolongar la guerra, que ha desgarrado Ucrania. Desde el principio del conflicto, quedó claro que la mayor potencia imperialista estaba interesada en empujar a Rusia a la guerra y convertir al pueblo ucraniano en carne de cañón.

La guerra y las sanciones económicas y financieras aplicadas por Estados Unidos han agravado la crisis mundial, especialmente en Europa. Sin embargo, los monopolios norteamericanos están obteniendo grandes beneficios, especialmente en las industrias armamentística y energética. En Europa se han impuesto restricciones a la comercialización del petróleo y el gas rusos, lo que ha obligado a los países más dependientes del suministro ruso a comprar gas natural licuado procedente de la extracción no convencional a un precio mucho más elevado.

Las repercusiones en el coste de la vida provocaron una mayor presión de los explotados sobre los gobernantes, que, apenas respirando con el control de la pandemia, se lanzaron al esfuerzo bélico, para apoyar la causa norteamericana, y llevar al pueblo ucraniano a la condición de carne de cañón.

Es reconocido que desde la crisis de 2014 que sacudió Ucrania, el imperialismo estadounidense se ha propuesto elevar el conflicto con Rusia y estrechar el cerco de la OTAN. Voces en el Partido Socialdemócrata alemán empiezan a cuestionar más incisivamente la «alianza transatlántica», que sostiene la guerra y favorece económicamente sólo a Estados Unidos. Es sintomático que la reunión de Macron con Biden sirviera para que el presidente estadounidense lanzara la prueba de establecer una «diplomacia de paz», y el presidente francés se quejara del proteccionismo estadounidense.

La predicción de que este camino podría «dividir a Occidente» era una advertencia de que la burguesía europea teme asumir los costes de la guerra y, encima, sufrir restricciones proteccionistas procedentes de su aliado. La «Ley de Reducción de la Inflación» de Biden sirve de tapadera para subvenciones multimillonarias a sectores industriales que compiten con los europeos, como los coches eléctricos. Francia prevé una importante deslocalización de la industria hacia Estados Unidos. Bajo la máscara de hacer frente a los desequilibrios climáticos, la guerra comercial se intensifica.

Alemania se ha expresado en el mismo sentido. En la reunión entre el Canciller Olaf Sholz y Xi Jinpimg se planteó la cuestión de la paz y la guerra comercial. En ambos casos, en el centro de la crisis está Estados Unidos, que necesita defenderse del declive económico y mantener su poderosa hegemonía, formada en y tras la Segunda Guerra Mundial. La reunión de Macron con Biden, y la de Sholz con Jinpimg, así como el guiño de Francia y Alemania a encontrar una vía para iniciar negociaciones de paz, indican que los gobiernos europeos se encuentran en grandes dificultades económicas, y bajo una creciente presión del movimiento huelguista, aunque todavía limitada a reivindicaciones económicas.

Sin embargo, Estados Unidos continúa con la estrategia y la política de prolongar la guerra, extender la escalada militar, ampliar el radio de acción de la OTAN a Asia y América Latina. La guerra comercial sigue dictando el curso de la crisis mundial. En este preciso momento, la disputa por el control de la industria del chip se está intensificando. El objetivo de Biden de eliminar el control de Taiwán sobre este producto estratégico y valioso se está haciendo realidad, a costa de subvenciones masivas. En el centro de la guerra comercial están las nuevas tecnologías, que Estados Unidos no puede compartir sobre todo con China.

A medida que se refuerza la guerra comercial, avanzan las tendencias belicistas, impulsadas por el imperialismo. La guerra en Ucrania expresa una confluencia de fuerzas económicas, que chocan con las fronteras nacionales y regionales. Por ello, Estados Unidos está obligado a profundizar en el enfrentamiento con Rusia y preparar las condiciones para una confrontación militar con China. En este marco, sin embargo, crecerá la presión europea para establecer la «diplomacia de la paz». La presencia de los explotados con huelgas es el factor decisivo. Es en la lucha de clases donde germinará una posible paz progresista, que no puede depender de Estados Unidos, la OTAN o cualquier imposición imperialista.

He aquí la campaña internacionalista del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI) contra la guerra de dominación: fin de la guerra, desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares estadounidenses en Europa, derogación de las sanciones económicas y financieras a Rusia; autodeterminación, integridad territorial y retirada de las tropas rusas de Ucrania. Por el fin de la guerra sin los imperativos de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN, por la paz sin anexiones.

(POR Brasil – Editorial, Masas 679, 11 de diciembre de 2022)

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