La incapacidad de la burguesía y sus partidos para controlar la inflación

La inflación que tenemos, la más alta del mundo, es propia de un país en guerra. Esta definición es importante porque los trabajadores necesitamos saber con precisión quién nos ha declarado la guerra y cómo vencer, y para ello primero necesitamos comprender.

No todos pierden con la inflación, de hecho, los grandes empresarios y terratenientes, hasta los banqueros y especuladores, han hecho mejores negocios en un contexto inflacionario. Así lo confirman los datos oficiales de la propia clase dominante: bajo los gobiernos de Macri, Fernández y Milei ha habido una distribución de la riqueza a favor de los grandes capitalistas, la participación de los trabajadores en el producto interno se ha reducido, la de los dueños de todo se ha agrandado. Lo más pobres somos más pobres, los más ricos son más ricos.

El ejemplo más evidente de que la burguesía puede hacer buenos negocios con la inflación es lo que se conoce como “bicicleta financiera” (área de especialización de nuestro ministro de Economía Caputo). La “bicicleta” consiste en que alguien que tiene muchos dólares (en general fondos de inversión extranjeros) comienza cambiándolos por pesos. El gobierno de turno festeja y nos dice que gracias a su política económica “ingresan dólares al país”. Acto seguido el empresario coloca los pesos en un plazo fijo o algún instrumento similar. Como la inflación es alta, los intereses de los plazos fijos también son altos. Después de un breve período de tiempo, que suele ser entre 1 y 3 meses, sacan todos esos pesos, los originales más los intereses, y los vuelven a cambiar por dólares y se los llevan del país. Si en ese período de tiempo el ritmo de la inflación y de los plazos fijos fue superior al ritmo de la devaluación del peso se opera el “milagro económico”: la tasa de rentabilidad más alta del mundo en dólares, sin producir absolutamente nada. Una condición más es necesaria para que estos señores se presenten como los “genios de las finanzas”: un buen vínculo con el ministro de Economía que les anticipe cuándo se va a dar el salto devaluatorio para poder retirarse antes. A su vez, la retirada de estos capitales especulativos presiona para una mayor devaluación. Aquí tenemos a uno de los primeros enemigos del país, haciendo grandes negocios con la inflación, y tenemos a su representante como ministro de Economía.

No son los únicos. Si un gobierno o todos los empresarios de conjunto decidieran un día reducir nuestros salarios un 20% por decreto, sin dudas habría una lucha popular inmediatamente. La inflación le permite a la clase dominante obtener el mismo resultado sin que los trabajadores podamos ver con claridad quién está reduciendo el poder adquisitivo de nuestros salarios. En los hechos Macri nos redujo los salarios en un 20%. El gobierno de Fernández los redujo un 5% más. Aún si los salarios hubieran aumentado un 15% hubiese sido un fracaso ante la promesa de “recuperar lo perdido con Macri”. Como se ve, los hechos confirman que el gobierno de Fernández fue continuador del de Macri en cuanto al ataque a los trabajadores. Milei en los pocos meses que lleva de gobierno ya logró imponernos otro 20% de reducción del poder adquisitivo de nuestro salario. En este mismo período de tiempo los grandes capitalistas aumentaron sus ganancias, no sobre la base de un mayor desarrollo industrial o de inversiones que mejoren la productividad, sino exclusivamente sobre la base de una mayor explotación de la fuerza de trabajo. Ahí tenemos a los enemigos de los trabajadores, y a sus representantes. Todas las variantes de los partidos patronales, peronistas, macristas, libertarios, fueron gobierno y gobernaron contra los trabajadores. La inflación les permitió asestar un golpe a nuestros bolsillos que de otro modo hubiese sido imposible de llevar a cabo.

Milei gusta decir que la inflación es siempre un fenómeno monetario y que su causa es la impresión de billetes por parte del gobierno. Si esta simplificación fuese cierta, Estados Unidos tendría la mayor inflación de la historia de la humanidad, y como sabemos, no es así. Ciertamente no desconocemos que la emisión monetaria puede jugar un papel en los procesos inflacionarios, pero no es el único ni mucho menos el fundamental. Por otra parte, lo que a los trabajadores nos interesa no es la inflación en sí sino el poder adquisitivo de nuestros salarios. ¿De qué nos serviría tener un país sin inflación si lo que cobramos alcanza para menos, queda un país en ruinas, sin industria y con millones de desocupados? Ése es el verdadero programa de Milei: provocar una recesión, aplicar un ajuste salvaje, empobrecernos aún más y bajar la inflación porque nadie puede comprar nada.

Los gobiernos burgueses emiten porque les permite aumentar los gastos del Estado sin aumentar los impuestos a los grandes capitalistas. De esta forma dejan librada a la lucha de clases la puja por la distribución de esa masa de dinero volcada a la circulación. No son imparciales en esa lucha por la distribución de la riqueza, a los empresarios les garantizan la libertad de precios, a los trabajadores buscan imponernos techos en las paritarias, y confían en que buena parte de la población, particularmente los más precarizados y sin sindicato, no logrará mantener sus ingresos al ritmo de la inflación.

Ahora nos dicen que “no hay plata”, pero lo que realmente significa es que los intereses de los grandes empresarios y terratenientes no se tocan, que no se les cobrará ni un centavo más de impuestos, aunque en todos estos años se hayan llevado fabulosas ganancias.

Kirchner dice que el problema no es como dice Milei la emisión monetaria sino la falta de dólares. Su respuesta es muy curiosa, dado que al mismo tiempo reivindica que bajo sus gobiernos se pagaron 190 mil millones de dólares de deuda externa. A veces es muy difícil tomar conciencia de estas magnitudes de dinero. Solo para tener como referencia, tengamos presente que una inversión de menos del 1% de ese monto es celebrada como si fuera a sacarnos del atraso y hasta amerita cláusulas secretas para el capitalista que haga esa inversión, como en el caso de Chevron.

Cuando Kirchner dice que el problema es que no hay dólares, es porque su punto de partida es el sometimiento al amo imperial: la deuda externa debe pagarse, aun cuando sea completamente consciente de que fue tomada por Macri para garantizar la fuga de la bicicleta financiera de la que hablábamos antes (un acto de guerra contra el país) y que ni uno solo de esos dólares se invirtió de alguna forma en el país. El sometimiento a EEUU, al FMI y a todos sus socios imperialistas es lo que vuelve impotente a cualquier variante nacionalista para sacar al país del atraso. Estados Unidos, el FMI y sus representantes locales son nuestros enemigos.

El pago de deuda externa no es el único camino por el que se escurren los dólares. Se despilfarran dólares con la importación de productos que se elaboran o se podrían elaborar en el país, con el efecto agregado de que destruye nuestra industria. El giro de dividendos al exterior y la fuga (legal e ilegal) son otros de sus mecanismos. Probablemente el mayor punto por el cual se fugan las divisas es por nuestros puertos. La última dictadura habilitó la existencia de puertos privados y les dio el derecho a exportar sin ningún tipo de control, solo con una declaración jurada. Esto significa que pueden sacar del país 2 millones de toneladas de soja, pero “declarar” solo 1, y la otra aparece “mágicamente” en Uruguay o en algún otro puerto de algún paraíso fiscal. De esta forma una riqueza producida en nuestro país no solo no paga impuestos, sino que en su totalidad es vendida como si la Argentina sencillamente no existiera. Esta situación se vio agravada con la privatización total de los puertos por Menem, privatización que ningún gobierno estuvo dispuesto a revertir. Ahí tenemos a otro de nuestros enemigos: los monopolios cerealeros multinacionales.

A las petroleras, terratenientes y empresarios del agro se les ha garantizado los precios en dólares del mercado mundial. Hoy tenemos precios de los alimentos y de los combustibles como si los importáramos de Europa o de Oriente Medio, una inflación en dólares que tira por la borda todas las estupideces de Milei. A ellos no les importa dónde se venden sus productos, les da igual que el país quede en ruinas si pueden vender a otro país, con costos de producción en pesos. Por eso sus intereses son antinacionales y contra los trabajadores. Petroleras y mineras multinacionales, junto a los terratenientes, empresarios del agro y monopolios exportadores, ésos son los enemigos de los trabajadores y del país.

Milei busca rebajar las fronteras nacionales en un contexto mundial de agudización de la crisis capitalista y de exacerbación de la guerra comercial. Nos han declarado la guerra y están dispuestos a arrasar con el país y con todos los derechos conquistados para saciar su sed de ganancia.

Si hay algo que demuestran las últimas décadas es que todas las variantes burguesas fracasaron para terminar no solo con la inflación, sino con el hambre y la desocupación. Lo que revela es que no se trata de tal o cual partido o candidato, sino que es el capitalismo mismo el que es incapaz de desarrollar las fuerzas productivas.  Solo la clase obrera y su programa revolucionario pueden ordenar la sociedad sobre nuevas bases, garantizando trabajo para todos y defendiendo la soberanía.

No hay forma de controlar la inflación y desarrollar al país si no es apropiándonos completamente de la renta petrolera, minera y agraria, utilizándola para poner en pie la industria. Hay que recuperar los puertos y los ríos, establecer el monopolio del comercio exterior y poner en pie la marina mercante. Hay que expropiar a todas las petroleras y mineras multinacionales, poniendo en pie empresas estatales únicas bajo control obrero colectivo que dispongan del monopolio de la producción y distribución. Hay que terminar con la maldita oligarquía terrateniente, estatizando los latifundios. ¡No se debe permitir que ni un kilo de carne ni de trigo se exporte mientras haya un solo hambriento en nuestro país!

(Nota de MASAS n°453)

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