El Gobierno fracasa en su objetivo central de acumular dólares para pagar la deuda externa y es un factor de crisis
El FMI condiciona fuertemente las políticas del Gobierno y exige que cumpla con su programa. Saluda como un éxito el brutal ajuste realizado sobre los ingresos populares, el freno total a la obra pública, las transferencias a las provincias y los presupuestos para revertir el déficit fiscal… pero no alcanza.
El FMI le señala que las reservas se encuentran en terreno negativo en 11.000 millones de dólares, en el nivel que las dejó Massa.
Las reservas cayeron 2.000 millones por el pago de 4.400 millones a los acreedores. Desde hace 6 meses Milei y Caputo venían diciendo que ya contaban con los fondos para pagar el vencimiento de enero, por la preocupación de los acreedores de que el país podría no pagar los abultados vencimientos de este año. Era mentira. Debieron utilizar reservas.
El próximo vencimiento importante de deuda será en julio y el cronograma es “dramático”.
Tuvieron que salir a las apuradas a tomar un préstamo por 1.000 millones con la banca privada (JP Morgan y Santander) para la cancelación del vencimiento de enero. Utilizaron como garantía bonos en poder del Banco Central.
El Gobierno busca que el “riesgo país” siga bajando para poder tomar nueva deuda privada para pagar los fuertes vencimientos del año. También pide fondos al FMI.
El FMI pide unificación cambiaria que termine con el beneficio a los exportadores de que el 20% de sus exportaciones pueden ser liquidadas libremente y que le costó al Gobierno unos 18.000 millones de dólares en 2024.
El FMI propone unificar el tipo de cambio en $1.300 por dólar.
Marina dal Poggetto informa que la cotización del dólar “se está acercando al nivel de la convertibilidad, hay un problema, pero al gobierno no le gusta que se le diga atraso cambiario”. Cavallo puso el énfasis en el atraso cambiario y enfureció al Presidente. Dijo que “existe una apreciación real exagerada del Peso de alrededor del 20%”. El mismo porcentaje que pide el FMI.
El FMI exige que se terminen las intervenciones del Gobierno en el mercado para mantener la cotización del dólar.
El Gobierno teme que la devaluación se traslade a los precios. Para ellos mantener pisada la cotización del dólar es el ancla más importante para contener la inflación. Milei no lo va a reconocer porque insiste que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario. Milei y Caputo saben que devaluando se desencadenaría una espiral inflacionaria porque numerosos bienes y servicios están dolarizados.
El “dólar barato” estimula un crecimiento de las importaciones y el crecimiento del turismo externo que tendrán como resultado una balanza de pagos cada vez más negativa.
El experimento Milei ya se probó varias veces y siempre terminó mal para las masas. La devaluación es inevitable. La valorización artificial del peso no se sostiene, sirvió para que un puñado de empresarios haga enormes ganancias en la timba financiera y crear el espejismo de que se podía derrotar la inflación. Terminado el experimento se termina la bicicleta especulativa, los pesos se transforman en dólares y se van del país. La devaluación se trasladará a precios y tarifas profundizando el martirio que se vive.
Pero devaluar no es ninguna solución, es agravar las condiciones de catástrofe social. La solución es terminar con el parasitismo financiero, desconocer todas las deudas, externa e interna, desconocer el programa del FMI, que el Estado monopolice el comercio exterior, estatice los puertos y vías navegables, para controlar todo el movimiento de divisas, para asegurar el abastecimiento interno y la alimentación para toda la población antes de exportar. Los principales medios de producción deben ser estatizados, terminando con los monopolios privados en sectores vitales de la economía.
Así, podremos dar un impulso a la industrialización del país, podremos utilizar esa renta que hoy se apropia una ultraminoría para satisfacer las necesidades de más de 40 millones de habitantes que hoy no alcanzan a cubrir siquiera lo que cuesta la canasta familiar. Esta política que libere a la nación de la opresión imperialista y que resuelva los problemas prioritarios sólo puede ser impuesta por otra clase social, por la clase obrera en el poder apoyada por la mayoría oprimida. Esto es lo que debemos debatir en los lugares de trabajo, de estudio, en los barrios. Cómo se sale del desastre capitalista.
(Nota de MASAS n°472)