CERCI

Nuevamente Trump en el poder

Resolución del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional

1. En su toma de posesión, el 20 de enero, Trump reconoció el declive y el retroceso de Estados Unidos como potencia hegemónica. Declaró que se propone revertir esta situación. Para ello, montó una ceremonia típicamente imperial, para presentarse ante el mundo como el gobierno que inauguraría una «era de oro».

Sin embargo, el retroceso de Estados Unidos en las últimas décadas respecto a la hegemonía establecida tras la Segunda Guerra Mundial, con los acuerdos de Yalta y Potsdam, expresa la obsolescencia de su aparato productivo. El alto costo de producción les ha quitado y les está quitando su capacidad de expansión monopólica mundial. El elevado endeudamiento del Tesoro Nacional se ha convertido en un lastre y un obstáculo para la economía doméstica y su proyección exterior. Trump ha dado mayor importancia al déficit comercial, señalando que lo equilibrará con medidas proteccionistas.

En este contexto, su política económica se enfrenta a un gigantesco déficit presupuestario. En estos momentos, los asalariados y los más pobres en general transitan el día a día con una inflación persistente. Este fue incluso uno de los factores que contribuyeron a la derrota de Biden.

2. Los numerosos decretos firmados en plena investidura presidencial han puesto de manifiesto las enormes dificultades a las que se enfrenta el gobierno republicano. Algunas de ellas son medidas extraordinarias, que han sido recibidas por las demás potencias con aprensión y restricciones.

El gobierno estadounidense tendrá que utilizar todo su poder, no sólo económico sino también militar, en un intento de fortalecer su economía y su papel de gendarme del mundo. Trump ha señalado que el objetivo estratégico de su gobierno es establecer un nuevo orden mundial ante el agotamiento del construido por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial.

Con el ropaje nacionalista de salvador de EE.UU., ha prometido solemnemente detener el proceso de profunda crisis y desintegración del capitalismo que se viene produciendo desde los años setenta.

La tendencia es que el capitalismo mundial, con sus múltiples reflejos nacionales, avance hacia crisis más profundas y devastadoras, ya que las fuerzas productivas están en abierta colisión con las relaciones capitalistas de producción de la era imperialista y el reparto mundial de la posguerra está agotado. No es casualidad que Trump haya presentado su programa de gobierno remarcando que es el país que ostenta el mayor poderío militar.

3. El triunfo electoral de Trump fue presentado como una fuerza poderosa de proyección exterior. Dio a entender que el pueblo estadounidense le había otorgado un poder imperialista que suplantaría las políticas de Biden y, por tanto, de los demócratas.

Tomó posesión con mayoría en el Congreso, la Corte Suprema y los estados federales. Señaló que el poder pasaba a los republicanos, respaldados por los empresarios más poderosos. Es como si hubiera levantado una tropa de choque para desafiar al mundo, dictándole condiciones económicas, políticas y militares. Esta imagen de arrogancia tendrá que adaptarse a la realidad objetiva de descomposición del capitalismo.

Por eso los analistas han restado importancia al impacto del discurso presidencial de Trump, diciendo que en aspectos cruciales de su alocución hubo mucho de palabrerío.

Lo fundamental, sin embargo, es que Trump expuso crudamente el sentido imperialista de que Estados Unidos tiene que reaccionar ante su declive económico y su lugar central en las relaciones mundiales. Es en este terreno donde Trump ha mostrado más claramente que encarna las tendencias fascistas de una fracción de la burguesía imperialista.

Se prevé que utilizará la concentración de poder de forma autoritaria en la política interior y en la arena internacional.

En su teatralidad, comenzó firmando cientos de decretos sobre muchos temas. Entre ellos, el indulto a los golpistas que tomaron el Capitolio hace cuatro años. El rechazo de ciertas medidas por parte de los demócratas y entre los propios republicanos puso de manifiesto los primeros síntomas de una nueva fase de la crisis política en Estados Unidos, que va a agudizarse.

4. La clase obrera norteamericana y los demás explotados enfrentan la marcha de la descomposición del régimen de democracia burguesa, que se evidenció en el ataque al Capitolio y la falta de rendición de cuentas, no sólo de Trump sino también de la fracción burguesa que apoya las tendencias fascistizantes. Sin organización independiente y con sus sindicatos completamente estatizados, los explotados y las capas más oprimidas fueron arrastradas en las elecciones detrás de Trump. Una parte significativa de ellas se alejó del control del Partido Demócrata, que, incapaz de responder a las profundas contradicciones de la sociedad estadounidense, allanó el camino para el retorno del trumpismo.

5. Uno de los ejes de su campaña y de sus primeras medidas es contra la inmigración, al margen de las normas constitucionales. Es una amenaza para millones de inmigrantes, la inmensa mayoría latinos y la mayoría mexicanos.

El problema radica en la dificultad social de deportar a los millones de inmigrantes ilegales. Sectores de la propia burguesía ven la medida como un desastre porque dañaría la economía del país, ya que la gran mayoría trabaja y lo hace en condiciones precarias. Tendrían que sustituirlos por otros trabajadores que rechazan un trabajo brutal y mal pagado. La medida tiene un efecto disciplinario sobre los trabajadores y la población en general. Trump pretende crear un enemigo interno «que invade» su territorio y es responsable de todos los crímenes y la violencia. Violencia que crece por el agotamiento capitalista, que aumenta fuertemente la desigualdad social y la precariedad de las condiciones de vida y de trabajo.

6. Trump ha expresado sus objetivos expansionistas en su política exterior al proponer recuperar el control del Canal de Panamá y tomar posesión de Groenlandia. En el primer caso, la amenaza expresa la guerra comercial de EEUU contra China. En el segundo, también involucra a China, pero en una disputa por recursos naturales vitales para la economía estadounidense. Trump amenaza con alterar una vez más el tratado de libre comercio que mantiene con México y Canadá.

Su disputa con Rusia y China tiene que ver con apoderarse de recursos naturales vitales para su economía o impedir que sean utilizados por sus competidores. Es una guerra económico-comercial fundamental para el futuro de la economía mundial, que consiste en el control de los recursos naturales. Esta disputa competitiva no se resolverá pacíficamente.

Esto ya se refleja en su impacto en las semicolonias de América Latina, África y Oriente Medio. El imperialismo necesita mantener el sometimiento y obtener mejores condiciones para el saqueo.

7 Para contrastar sus medidas belicosas, Trump se ha puesto la máscara de pacificador, prometiendo poner fin a las guerras. Quiere imponer condiciones a las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Ha intervenido de forma decisiva para imponer un alto el fuego en Gaza, mientras mantiene su política prosionista de aplastar al pueblo palestino e impedirle alcanzar la autodeterminación y tener su propio gobierno. Recientemente, expuso su plan de expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza, dispersándolos entre los países árabes. No se ha cuidado lo más mínimo de subrayar su orientación anexionista. Esto explica que no tenga que recurrir a la demagogia de los «dos Estados», típica de los demócratas.

Las tendencias a generalizar y profundizar las guerras no pueden contenerse ni dispersarse. Son expresiones de la necesidad del imperialismo de avanzar en su expansionismo territorial y apoderarse de aún más mercados y recursos naturales.

La pretensión de sectores pacifistas de la burguesía mundial de resolver las demandas del imperialismo norteamericano amigablemente, por medios diplomáticos o comerciales, no es más que una falacia.

8. Trump ha sido explícito y contundente en sus amenazas a los países con los que tiene déficit comercial, exigiendo a sus competidores que aumenten sus compras a EE.UU. De lo contrario, aumentará los aranceles a las importaciones. Trump presentó incluso el ritmo de aumento de los aranceles proteccionistas. Incluso a la Unión Europea, que estuvo alineada incondicionalmente con Estados Unidos en el apoyo a la guerra en Ucrania contra Rusia, mostró su preocupación por unas medidas que, de imponerse, provocarán su mayor declive.

Trump sabe perfectamente que la exigencia de aumentar el gasto militar al 5% de los presupuestos es casi imposible para la mayoría de los Estados de la UE, que ya no pueden soportar su abultada deuda pública. Ciertamente, la intención de Trump era mostrar la orientación estadounidense de preparar el camino para la confrontación estratégica con China. En este claro sentido, la OTAN cumple el papel de brazo armado de Estados Unidos no solo en Europa, sino también en el mundo.

9. Causó estupefacción el decreto que permite a Estados Unidos aumentar la producción de petróleo y gas. Trump declaró la emergencia energética para presionar sobre su precio internacional. El impulso a la exploración petrolera por parte de EE.UU. podría afectar el control de la OPEP, y en particular de Arabia Saudita, sobre el precio internacional. Esto ayudaría a la administración Trump a reducir la inflación que ha causado grandes problemas en EE.UU., sobre todo por la necesidad de contener y bajar los salarios.

Esta decisión se produce debido que Trump pretende desmantelar la llamada política de transición energética de Biden. El republicano considera una falsificación culpar a la quema excesiva de combustibles fósiles de los desequilibrios ecológicos. En esta lucha, cuenta con la poderosa industria petrolera. Por segunda vez, Trump retira a EE.UU. del Acuerdo de París.  Esto tendrá un impacto negativo en la COP-30, que se celebrará en Brasil.

10. Trump actuará para constituir un nuevo realineamiento mundial que haga frente a China en particular. Ha advertido a los países del BRICS de que no tolerará la oposición a Estados Unidos liderada por China. Los ha amenazado con sanciones unilaterales. Las acciones de Trump tratarán de neutralizar económica y comercialmente la alianza de los BRICS, cuyos orígenes reflejan el declive de la hegemonía estadounidense.

Parte de esta ofensiva es el apoyo de Trump a las manifestaciones y alineamientos de la extrema derecha, que ha ido creciendo en Europa. La ultraderechización de los republicanos en Estados Unidos se inscribe en la tendencia general de fortalecimiento de la oposición fascistizante a los gobiernos socialdemócratas impotentes ante la crisis económica que avanza y sacrifica las viejas conquistas de la clase obrera. Con la política de contrarreformas, los gobiernos de centro-derecha están dando paso a gobiernos de ultraderecha.

11. La clase obrera, con sus organizaciones sindicales estatizadas y sus organizaciones sociales mayoritariamente influenciadas por el democratismo burgués y pequeñoburgués, no ha reaccionado ante la amenaza que representa el gobierno de Trump. Está políticamente desarmada debido a la ausencia de un partido revolucionario marxista-leninista-trotskista.

La crisis de dirección se manifiesta con fuerza en la mayor potencia, que ha impulsado la guerra comercial, la escalada militar y las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza.

Por supuesto, la clase obrera y demás explotados han estado librando luchas que no han progresado hacia una organización independiente debido a la crisis de dirección, que es mundial.

El fortalecimiento de las tendencias fascistizantes en EE.UU. y Europa se debe no sólo a las condiciones objetivas del capitalismo en descomposición, sino también a las condiciones subjetivas provocadas por las derrotas de la clase obrera desde la década de 1970, cuando tomó forma el agotamiento del orden mundial dictado tras la Segunda Guerra Mundial. Es imperativo reconocer la importancia histórica del retroceso de las revoluciones del siglo pasado, dado el proceso de restauración capitalista y la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que cumplió 33 años en diciembre de 2024.

12. La clase obrera y las capas empobrecidas de la clase media se han visto obligadas a reaccionar con huelgas y manifestaciones ante el desempleo, la precariedad de las relaciones laborales, los bajos salarios, el empobrecimiento en general y el desmantelamiento de las condiciones básicas de existencia de la mayoría oprimida. Síntoma de ello es el rechazo de una gran parte de las masas a las guerras de dominación y, en particular, al genocidio del pueblo palestino que tiene lugar en la Franja de Gaza. La cuestión de la opresión nacional está ganando protagonismo, y con ella la lucha proletaria y popular por el derecho de la nación oprimida a la autodeterminación y contra las anexiones.

Debemos reconocer, sin embargo, que aún están muy lejos de la necesidad de combate contra la burguesía, sus partidos y sus gobiernos. La potenciación de la lucha de clases crece con cada acontecimiento que golpea las necesidades vitales de los trabajadores. Así es como la clase obrera recuperará el terreno perdido y elevará colectivamente la conciencia de clase. La vanguardia, guiada por las orientaciones programáticas del marxismo-leninismo-trotskismo y la rica experiencia de las revoluciones proletarias, se enfrenta a la tarea de construir partidos revolucionarios. Todos los que reconocen la necesidad del Partido Mundial de la Revolución Socialista tienen la obligación de dedicar sus esfuerzos a reconstruir la IV Internacional.

13. El programa de la revolución social surge de las condiciones objetivas de la contradicción entre las fuerzas productivas altamente desarrolladas y las relaciones de producción, así como entre esas relaciones y las fronteras nacionales. Las premisas históricas para la transición del capitalismo de la época imperialista al socialismo están plenamente maduras. Corresponde al proletariado, a través de su partido marxista-leninista-trotskista, reanudar la marcha de las revoluciones sociales iniciadas con la toma del poder en Rusia en octubre de 1917 y la posterior constitución de la URSS en diciembre de 1922.

El capitalismo sobrevive produciendo y reproduciendo la barbarie. El régimen social regido por la propiedad privada de los medios de producción está listo para ser abolido por las revoluciones proletarias y transformado en relaciones socialistas de producción.

La burguesía utiliza todos los medios posibles -entre ellos los regímenes fascistas y las guerras de dominación- para impedir que la propiedad privada de los medios de producción se transforme en propiedad social.

Utiliza todos los medios para mantener su dictadura de clase e impedir la destrucción del Estado capitalista y su sustitución por un Estado obrero ajustado a la transición del capitalismo al socialismo.

Utiliza todos los medios para bloquear la lucha antiimperialista que rompe las cadenas globales de dominación de una minoría de potencias sobre la mayoría de naciones con economías atrasadas y semicoloniales.

Está claro que el segundo gobierno de Trump surge de las contradicciones más profundas del capitalismo después de la Segunda Guerra Mundial. No se sabe qué particularidades asumirá su gobierno para imponer el programa nacional-imperialista. La línea general es que aumentará la opresión nacional, la guerra comercial y la escalada militar.

Las masas reaccionarán a este curso en defensa de su existencia. Las naciones oprimidas tendrán que defender su independencia, soberanía y autodeterminación nacional.

El programa de la revolución social encarnado por el proletariado ya ha sido probado por la historia de la lucha de clases en el capitalismo. Las derrotas han impuesto retrocesos gigantescos, pero son temporales si se consideran a escala histórica. Es con esta comprensión que el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI) lucha por superar la crisis de dirección orientando a sus secciones para que se organicen en el seno del proletariado y se sitúen a la vanguardia de todas las luchas que vendrán en el próximo periodo. 

27 de enero de 2025

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