90 años del Partido Obrero Revolucionario de Bolivia (POR)
Manifiesto del Comité de Enlace para la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI)
LA CRISIS DE DIRECCIÓN Y EL APORTE DE LOS 90 AÑOS DE LUCHA DEL POR BOLIVIANO
El 90 aniversario del POR se produce en condiciones de descomposición acelerada del capitalismo, colapso del orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial, prolongación de la guerra en Ucrania, genocidio del pueblo palestino, ofensiva del imperialismo en Medio Oriente, renovado conflicto armado entre India y Pakistán, avance de los conflictos en África, rupturas políticas en América Latina, crecientes antagonismos nacionales en Asia e impulso global a la escalada militar. La guerra comercial declarada por Trump, la intensificación de los enfrentamientos económicos entre Estados Unidos y China y el rearme de la Unión Europea-Reino Unido reflejan y refuerzan los antagonismos entre los Estados nacionales.
Los explotados nunca han dejado de reaccionar ante la descomposición del capitalismo y sus bárbaras consecuencias sociales: desempleo, subempleo, despidos masivos, salarios miserables, salud, educación y vivienda precarias. Nunca dejaron de manifestarse instintivamente contra la pobreza, la miseria y el hambre. Sin embargo, las direcciones reformistas, colaboracionistas, oficialistas y burocráticas han impedido a la clase trabajadora ejercer su capacidad colectiva de luchar por su propio programa. Esto pone claramente de relieve la importancia histórica de la crisis de dirección
La urgencia de construir partidos marxista-leninista-trotskistas, fortalecer la vanguardia con conciencia de clase y reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista surge en este contexto de enfrentamientos violentos entre Estados nacionales y entre clases. Surge el programa de la revolución social y con él, la crisis de dirección.
Las experiencias y logros del POR de Bolivia, sección del CERCI, en sus 90 años de lucha por la revolución proletaria, se erigen a su vez como condición para impulsar el trabajo internacionalista y potenciar la lucha por la construcción del partido-programa. El POR boliviano se destaca, entre las numerosas corrientes centristas y revisionistas del trotskismo, responsables de la desintegración de la IV Internacional y de los obstáculos a su reconstrucción, como un instrumento esencial para la continua aplicación del programa de los Cuatro Primeros Congresos de la III Internacional y del Congreso fundador de la IV Internacional. Este lugar es el resultado de 90 años de trabajo incesante regido por el socialismo científico, el programa y la organización leninista del partido.
El POR boliviano fue fundado en junio de 1935 como la sección boliviana de la Oposición de Izquierda Internacional organizada por Trotsky. José Aguirre Gainsborg, fundador del POR, estuvo vinculado a los esfuerzos del Secretariado Latinoamericano de la Tercera Internacional para establecer un partido comunista en Bolivia. Es como resultado de estas relaciones que Aguirre, luego de su exilio de Bolivia, producto de la agitación derrotista contra la Guerra del Chaco, bajo el seudónimo de Fernández, sirvió en el Comité Central del Partido Comunista de Chile vinculado a la facción Oposición de Izquierda Internacional.
El gran acierto del fundador del POR fue comprender que en Bolivia, a pesar de ser un país con bajo desarrollo capitalista, era necesario crear un partido bolchevique-leninista. Es decir, con una estructura celular capaz de organizar al proletariado. Ésta, aunque minoritaria por el lugar que ocupa en la producción como clase no propietaria, es la clase revolucionaria por excelencia. Está situado históricamente en la posición de conducir a la nación oprimida hacia la revolución y la construcción del socialismo.
La veracidad de esta visión del fundador del POR se verificó en la experiencia, tras la aprobación de la Tesis programática de Pulacayo. Esto permitió que un pequeño grupo de nuevos militantes poristas se conectara con el instinto comunista y le diera forma política. No fue una “afortunada coincidencia”, aunque al principio los activistas no eran plenamente conscientes de ello. Fue, de hecho, el encuentro entre la acumulación de experiencia en la lucha sindical de la clase -en un momento particular en que la tensión y la radicalización de la base emergen del instinto comunista- con la presencia del grupo de activistas organizados, que ya tenían la experiencia y los conocimientos mínimamente necesarios para comprender las peculiaridades del temperamento proletario, lo que hizo posible expresar el método marxista.
La fusión del instinto comunista del proletariado con la teoría marxista-leninista-trotskista, esbozada en una aproximación programática a la realidad, debe cristalizar como conciencia de clase, conciencia de que el proletariado puede aspirar a tomar el poder para liberarse a sí mismo y a la nación oprimida. Se desarrolló posteriormente como teoría de la revolución boliviana, como conocimiento de las leyes internas de la transformación del país y de la sociedad en general, y se sintetizó como programa del partido, encarnación de la conciencia de clase. Y, desde entonces, influyó en las demás clases oprimidas para ganarlas para la causa de la revolución proletaria.
El grito de Pulacayo conmovió al país y al movimiento revolucionario internacional. Se liberaron las fuerzas sociales que transformarían la clase, el país y a los propios protagonistas del acontecimiento. En un momento dado, Guillermo Lora dijo que como “aprendices de brujos” habían desatado fuerzas de las que no eran plenamente conscientes.
A partir de entonces, el partido, basado en las capas de vanguardia de la clase obrera, se desarrolló en una lucha permanente con las capas atrasadas expresadas por otras corrientes políticas. Experiencia que se extenderá a otras clases donde capas radicales sean ganadas al programa de la revolución proletaria. La presión del atraso político a través del cual actúa la ideología de la clase dominante tiende a distorsionar el programa y la organización del partido, más aún cuando se trata de la acción política del partido obrero en clases distintas al proletariado. La clave está en que, a través del método marxista, la aplicación de las adquisiciones programáticas y la experiencia militante, el partido puede desarrollar las respuestas que los problemas de la nación oprimida requieren desde el punto de vista de los intereses históricos del proletariado. Nunca separar la táctica de la estrategia, la respuesta coyuntural desde la perspectiva histórica de la revolución proletaria, nunca perder de vista que la misión del partido es organizar a la clase para consolidarse como dirección de la nación oprimida y conducirla hacia la revolución social. Esta tarea se lleva a cabo en el partido desde la célula militante, regida por la base organizativa del centralismo democrático.
En su desarrollo, el aislamiento del POR del movimiento internacional que organiza la Cuarta Internacional, como el Partido Mundial de la Revolución Socialista, fue negativo. La dirigencia internacional no logró comprender con precisión lo que estaba sucediendo en Bolivia y el papel del POR en ese proceso. Por el contrario, la intervención en Bolivia de representantes de la Internacional fue negativa en varios momentos. No contribuyó a la asimilación crítica de la experiencia boliviana, que podría servir para fortalecer la Cuarta Internacional.
La explicación de esta desviación hay que buscarla en el hecho de que, en la mayoría de los casos, los partidos que se decían parte de la Cuarta Internacional no eran ni siguen siendo verdaderos partidos programáticos. No aprendieron, no se forjaron en la tarea de dar forma política al instinto comunista del proletariado. Que requieren penetrar en su interior. Muchos de estos partidos cuentan con militantes de la clase obrera e incluso dirigen grandes sindicatos proletarios. Pero no son una expresión de la conciencia de clase. Generalmente terminan en oportunismo, cuando no en corrupción. Son asimilados por la burocracia sindical. Precisamente por eso no comprenden que el partido es la expresión política consciente del instinto comunista de la clase. No aprendió a dar forma política y organizativa a la rebelión instintivamente comunista de la clase y a la rebelión anticapitalista de las masas en la lucha diaria en las bases por mejores condiciones de vida y de trabajo.
La ausencia de una verdadera dirección de la Internacional, capaz de criticar y contribuir a asimilar la experiencia de los militantes bolivianos, hizo que muchos errores tardaran mucho en ser superados o se repitieran por desconocimiento de la experiencia internacional. Por otro lado, los emisarios que llegaron al país carecían de la experiencia y el conocimiento de las particularidades nacionales y del método marxista suficientes para dar sentido a sus críticas. De este modo, cometieron groseras falsificaciones de la historia, de la práctica y de la concepción programática y organizativa de los poristas bolivianos. Todo esto desarrolló una profunda desconfianza entre los militantes del POR hacia todos aquellos que venían del exterior reivindicando el trotskismo y la Cuarta Internacional. Esta actitud política provocó el aislamiento internacional del partido. La ausencia a escala internacional de un Partido Mundial, basado en el funcionamiento de bolcheviques celulares, en la aplicación del centralismo democrático a escala internacional, hizo que las relaciones internacionales del partido acabaran concentradas únicamente en manos del secretario general, Guillermo Lora. Con excepción de una parte de sus militantes, el POR boliviano no fue, ni es aún, plenamente consciente de la trascendencia internacional de su experiencia como partido-programa, que fue capaz de transformar a la clase y que dejó su huella en la historia del país, incluida su cultura.
El desarrollo programático, como se puede ver en la historia del partido, fue resultado de la intervención de militantes de la clase obrera y de las masas oprimidas, buscando fortalecer la vanguardia organizada del proletariado como dirección de la clase en general y de la nación oprimida.
Los hitos más notables fueron la caracterización de Bolivia como un país capitalista atrasado, con una economía combinada, integrada a la economía mundial. Lo que significa comprender, de hecho, que la madurez de las condiciones objetivas de la revolución proletaria se determina desde fuera de las fronteras nacionales. Es en esta medida que las fuerzas productivas se estrangulan y chocan con la gran propiedad privada capitalista (multinacionales, burguesía nativa) y con las formas precapitalistas de propiedad de los medios de producción sobrevivientes, cuya expresión más importante es la propiedad de las pequeñas parcelas, fuente de la miseria campesina-indígena.
Entre las experiencias, destaca, en general, la superación crítica del nacionalismo burgués (MNR), que comenzó siendo rabiosamente antiyanqui, como expresión del estatismo burgués más radical de la época, conducta forzada por la presencia de las masas en las calles que tomaron los medios de producción. El MNR terminó de rodillas, como instrumento preferido del imperialismo para la implementación de la política neoliberal de entrega y traición a la patria, que desmanteló las empresas estatales en beneficio de la burguesía nativa y el capital financiero imperialista. La experiencia del gobierno del MAS, variante del nacionalismo burgués oculta tras ropajes de izquierda indigenista y reformista, fue una reedición en miniatura del ciclo nacionalista burgués. Una vez más se confirmó la tesis programática de que no es posible esperar, en la era imperialista del capitalismo en descomposición y en el marco de la preservación de las relaciones capitalistas de producción, un desarrollo integral de las fuerzas productivas, que permita superar el atraso y el hambre y establecer un amplio régimen democrático en beneficio de las mayorías.
El desarrollo de la crítica marxista al aventurerismo foquista -que tuvo como pivote las acciones del Che Guevara en la cordillera de Santa Cruz de Ñancahuasu y que logró desorientar a gran parte de la vanguardia revolucionaria de masas y en particular al sector estudiantil- fortaleció la línea programática del partido. Se afirmó que el POR apoyaba la lucha armada. Pero, para los marxistas, esto debe estar subordinado a la movilización y a las acciones de las masas proletarias y de los trabajadores en el campo y la ciudad. Que es lo opuesto del foquismo, expresión del subjetivismo, del voluntarismo y del mesianismo pequeñoburgués, que pretende que el foco armado madure las condiciones objetivas y subjetivas a merced de la voluntad.
La experiencia de la asamblea popular y la posterior organización de la FRA permitieron confirmar la corrección de la táctica leninista del frente antiimperialista, que significa la unidad de la nación oprimida bajo el programa revolucionario y la dirección política del proletariado. Presionadas por la radicalización del ascenso revolucionario de las masas, las tendencias reformistas e incluso algunas tendencias burguesas se ven obligadas a aceptar la dirección del programa proletario. No es que se hayan transformado de reaccionarios en revolucionarios, sino que, por oportunismo, han bajado la cabeza, esperando la mejor oportunidad para retomar sus posiciones contrarrevolucionarias tradicionales y asestar un golpe destructivo a la unidad revolucionaria antiimperialista dirigida por el proletariado. Esta experiencia fue realizada y asimilada programáticamente por el POR, principalmente con la Asamblea Popular.
El desarrollo programático del partido, su arraigo en las masas trabajadoras y explotadas del campo y de la ciudad, se proyectó hacia otras clases sociales. Las capas de vanguardia están ganadas a la estrategia revolucionaria. El POR ha trabajado sistemáticamente y sigue trabajando para hacer realidad la alianza de los trabajadores, los campesinos y las clases medias empobrecidas. Encarna la táctica que permite a los explotados avanzar hacia la revolución proletaria y el establecimiento del gobierno obrero-campesino (dictadura del proletariado). La revolución social en Bolivia impulsará la lucha por los Estados Unidos Socialistas de América Latina. Esta línea estratégica por la que se guía el partido no se basa en la repetición de generalidades programáticas. El POR, en su construcción y décadas de experiencia en la lucha de clases, se vio en la necesidad de comprender las particularidades de cada sector y elaborar una respuesta programática desde el punto de vista de los intereses históricos del proletariado.
La aplicación del método marxista al conocimiento de las particularidades nacionales permitió el desarrollo de la política militar del proletariado. El partido se encontró ante el imperativo de abordar la solución del problema del armamento de las masas. No sólo se guió por la organización de piquetes armados de autodefensa, que eso fueron las milicias armadas que surgieron en 1952 y resurgieron en cada conflicto social, particularmente en el sector minero, pero también a través de la demostración de que es posible desarrollar una tendencia revolucionaria al interior de las Fuerzas Armadas, apoyándose en la parte más sana, honesta y comprometida con la nación de los jóvenes oficiales, suboficiales y tropa.
En la medida en que se profundiza la crisis de dirección como consecuencia del fracaso del centrismo oportunista, convertido en partidos electoralistas, democratizadores y reformistas, que abusivamente todavía se reivindican como parte de la IV Internacional, en la medida en que los aventureros creen que la reorganización del partido mundial será el resultado de ruidosos y pomposos congresos internacionales, al margen de claras determinaciones y delimitaciones programáticas, en la medida en que todo ello va mostrando su inutilidad para la superación de la crisis de dirección proletaria, la asimilación crítica de la experiencia del POR boliviano adquiere mayor importancia para asumir la tarea de constituir el Partido Mundial de la Revolución Socialista. Adquiere mayor importancia cuando los militantes de las nacientes secciones nacionales avanzan en la penetración político-organizativa del proletariado y las masas de sus países.
El futuro de la humanidad depende de la solución del problema de la dirección revolucionaria del proletariado, de la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional. En este camino, el CERCI dio pasos importantes. En particular, aprendimos a aplicar el centralismo democrático a escala internacional, a abordar las divergencias para que no se transformen en divisiones aventureras y a trabajar para superar las tendencias federativas. Aprendimos que el liderazgo internacional se constituye en la medida en que responde a los diferentes problemas de la lucha de clases a escala internacional y en esa medida construye la unidad de acción que deriva de una adecuada discusión interna. Estamos redescubriendo lo que significa ser un Partido único con disciplina internacional, basado en el centralismo democrático y en la estructura celular bolchevique. Pero todavía estamos empezando, con la certeza de que estamos en el camino correcto, que es el de formar partidos-programa, firmemente arraigados en el proletariado de cada país.
¡Luchemos por la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional!
¡Fortalecer el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional!
¡Poner en pie partidos marxista-leninista-trotskistas en todo el mundo!
¡Viva el 90 aniversario del Partido Obrero Revolucionario de Bolivia!