masas-489

La defensa del desarrollo nuclear es un problema de todos los trabajadores

Por la soberanía energética, contra la privatización, por la construcción de la cuarta central nuclear

El gobierno anunció mediante comunicado oficial que privatizará Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, la empresa que opera las centrales nucleares del país. Argentina tiene 70 años de desarrollo nuclear que la posicionan como uno de los 12 países capaces de enriquecer uranio, que tiene la capacidad de realizar íntegramente el ciclo de combustible nuclear, desde la extracción del mineral hasta su instalación como combustible en las centrales nucleares.

La energía nuclear representa un 7% de la energía producida en el país. Esta energía, capaz de garantizar energía a potencia constante por largos periodos de tiempo, es fundamental para cualquier proyecto de desarrollo industrial soberano. En 1968 se iniciaron las obras de la primera central nuclear de potencia de la Argentina y de América Latina, Atucha I, cuyo objetivo era abastecer de energía eléctrica los polos productivos del Gran Buenos Aires y el Litoral. En 1973 comenzó la construcción de la Central Nuclear de Embalse, Córdoba, inaugurada en 1984, y en 1980 se inició la obra de Atucha II, la cual fue puesta en operación en 2014. Todas estas centrales utilizan uranio natural producido en el país como combustible. Con sus idas y vueltas, dictaduras, golpes, censura, desapariciones, el plan nuclear fue impulsado, centralizado y garantizado por los trabajadores de la CNEA y se ha desarrollado en la perspectiva de garantizar soberanía energética para el país.

Hoy nos encontramos con un sistema fragmentado, con empresas como CONUAR, en manos del grupo Perez Compac, a cargo de suministrar el combustible nuclear a las centrales. Esta fragmentación es el resultado de las reformas iniciadas por la dictadura y concretadas por el menemismo. En 1989 Carlos Menem puso en marcha un profundo programa de reformas estructurales: leyes de Emergencia Económica y de Reforma del Estado que incluían la privatización de los servicios públicos y la eliminación del déficit fiscal. Entre otras cosas, significó la cancelación del Plan Nuclear y la reforma institucional de la CNEA: fueron separadas las funciones de control de la seguridad nuclear, al crearse la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), y la de gestión de las centrales nucleares, al constituirse la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), en este caso, tras el intento fallido de privatización de las centrales.

En 2006 se planteó una reactivación del plan nuclear que consistía en finalizar Atucha II, extender la vida útil de Embalse, construir un prototipo de CAREM (reactor modular pequeño) y fabricar la cuarta central nuclear. Esta última tenía la perspectiva de ser una planta 100% fabricada en el país y se había acordado con China el préstamo para su financiación. Este proyecto fue postergado durante el gobierno de Macri y no fue reactivado por Fernández. Finalmente, el gobierno de Milei decidió darlo de baja.

Nos encontramos ante un nuevo ataque a la soberanía y ante una nueva entrega de lo poco que todavía maneja el Estado. Debemos enmarcarlo en el contexto internacional: la guerra comercial entre China y EEUU tiende a profundizarse. El imperialismo estadounidense busca fortalecer su control sobre las semicolonias. Es por eso que presiona para que se frenen cualquier tipo de colaboración con China, en particular la construcción de la cuarta central nuclear. Como otro signo de sometimiento al imperialismo, Argentina se asoció al programa estadounidense FIRST para el desarrollo de reactores modulares.

Milei ha comenzado un plan nuclear colonial que consiste en la suspensión de los desarrollos soberanos y la entrega de lo desarrollado hasta ahora. Yacimientos de uranio han sido concesionados a empresas mineras inglesas y canadienses. IMPSA, la metalúrgica que proveyó gran parte del equipamiento pesado las Centrales de Atucha II, Embalse y que realizaría piezas de las nuevas centrales nucleares, incluyendo el CAREM, fue entregada a una empresa estadounidense. La obra del CAREM está parada y los profesionales se van perdiendo por los bajos salarios.

En este marco, el primer paso de la privatización consiste en la centralización de las acciones de NA-SA por parte del Ministerio de Economía, absorbiendo las acciones que tiene la CNEA (20%) para su posterior venta. Esto profundiza la fragmentación del sistema nuclear argentino iniciada en los 90 y representa un abandono de la perspectiva de desarrollar e innovar en el área.

La defensa del sistema nuclear corresponde al conjunto de los trabajadores, es un rechazo al control de Estados Unidos de nuestros desarrollos, una defensa de nuestros recursos naturales y la capacidad de procesarlos. No hay perspectiva de desarrollo nuclear de la mano de la inversión privada. La historia del desarrollo nuclear argentino ha demostrado que son los trabajadores los únicos capaces de garantizar el desarrollo soberano de la energía.

La respuesta del peronismo y el FITU ante la privatización de NASA

Mayans, senador de Unión por la Patria por la provincia de Formosa y vicepresidente del Partido Justicialista afirmó el 18 de septiembre estar coordinando con otros bloques para “declarar el sistema nuclear argentino como un bien público, estratégico y no enajenable”. Destacando la importancia estratégica del prototipo de reactor modular CAREM.

El 23 de septiembre el FITU publicó un proyecto de ley contra la privatización de las centrales nucleares. En el mismo afirma: “Declárase al sistema nuclear argentino… patrimonio colectivo de la clase trabajadora y del pueblo argentino, estratégico, inalienable, imprescriptible e inembargable”. A continuación se lee: “Ratifícase el carácter de uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear en la República Argentina”. Y finalmente plantean la reactivación del plan nuclear enfatizando: “El Poder Ejecutivo Nacional deberá garantizar el financiamiento sostenido del sistema nuclear, así como la reactivación de proyectos insignia como el reactor CAREM”.

No hay una diferencia programática en estas respuestas, en última instancia ambas plantean un rechazo a la privatización y, salvo por la terminología, plantean la declaración como bien público, estratégico e inenajenable del sistema nuclear. Lo cual es correcto. La pregunta que queda abierta es ¿qué perspectiva planteamos para el desarrollo nuclear? ¿Por qué enfatizar la rectivación del CAREM y no la de la cuarta central? ¿Por qué es necesario reafirmar el uso “exclusivamente pacífico”? ¿Es correcto que EEUU siga aspirando a definir quién tiene armas nucleares y quién no? ¿Tenemos que negarnos el derecho a tener armamento nuclear?

Argentina tiene la capacidad de desarrollar una central nuclear completamente soberana en este momento, tiene pleno control del ciclo de combustible para abastaecerla e incluso la perspectiva de procesar los residuos. La cuarta central nuclear debería ser una prioridad para el país y requiere de la reestatización de IMPSA, la reactivación de la Planta industrial de Agua Pesada (PIAP) y reiniciar los proyectos de las plantas de reprocesamiento suspendidos, en gran medida porque los organismos internacionales veían en el plutonio producido el riesgo de proliferación de armas nucleares. La soberanía energética exige una política soberana que no se someta a los mandatos del imperialismo.

Respuesta unitaria en contra de la privatización

Los trabajadores de la CNEA se han puesto en movimiento con reuniones y asambleas en los lugares de trabajo. El 19 de septiembre se realizó una conferencia de prensa desde el predio de Lima, donde los trabajadores denunciaron el freno de la obra del CAREM y la falta de financiamiento para la continuidad del proyecto. El jueves 25 de septiembre se desarrolló una jornada nacional de lucha de los trabajadores de la CNEA con actividades tanto en el Centro Atómico Constituyentes como en el Centro Atómico de Bariloche. Se planteó el rechazo a la privatización de NA-SA, como también se denunció la falta de financiamiento para el desarrollo de los proyectos, el éxodo de profesionales por los bajos salarios y la estafa que representa el “plan nuclear” de Milei. En la concentración de Constituyentes participaron también trabajadores del INTI, la casa de la Moneda, la Planta Industrial de Agua Pesada, entre otros. Esta perspectiva de unidad es la que tenemos que profundizar, la respuesta contra la privatización tiene que desarrollarse desde ahora. En el marco de esta lucha unitaria debemos desarrollar una perspectiva propia, debatir cómo desarrollar el país, qué fuentes de energía utilizar, cómo planificar la producción para garantizar la solución de los problemas de la mayoría oprimida.

(Artículo de Masas n°489)