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Revuelta en Colombia contra la impunidad policial

Javier Ordoñez, quien trabajaba como taxista, fue asesinado por la policía en Bogotá, la capital de Colombia. Murió tras ser brutalmente golpeado y recibir cinco descargas de pistola eléctrica.

Son innumerables los asesinatos perpetrados por la policía y el ejército en los últimos tres años: 240 ex guerrilleros de las FARC, decenas de activistas sociales, campesinos e indígenas. Pero fue el caso de Ordoñez el que finalmente desencadenó protestas masivas. Hasta ahora, tres personas han muerto, cientos de manifestantes y policías han resultado heridos. Fueron incendiadas 56 unidades policiales.

Lo cierto es que la revuelta popular contra el asesinato de Ordoñez marca la reanudación de la lucha instintiva de las masas que, en 2019, levantaron un movimiento nacional contra la ofensiva del gobierno de aplicar violentas contrarreformas sociales y económicas, que convergieron con los levantamientos en Ecuador y Chile. Se estaba abriendo una nueva fase de la lucha de clases.

Perola ausencia de dirección revolucionaria y las maniobras de la burguesía, finalmente, favoreció a la política de colaboración de clases de las direcciones sindicales, que se montaron sobre la revuelta obrera y popular y bloquearon sus tendencias radicalizadas.

El Comité Nacional de Paro fue el canal a través del cual se impuso la conciliación de clases. Si bien fue producto de la presión de las masas, en ausencia de la dirección clasista, capaz de elevar sus luchas al nivel de la política socialista, terminaría limitando y desviando a las masas hacia el camino del colaboracionismo. La explosión de la pandemia, a su vez, agravó las condiciones de existencia de las masas, que acabaron sometidas a la política burguesa de aislamiento social. En estas condiciones, la burguesía reanudó su ofensiva.

Pero las violentas contradicciones económicas han reaparecido. Las masas comenzaron a mostrar tendencias de retomar la lucha. Se convocaron las primeras protestas que rompieron el aislamiento social de la cuarentena. Las masas volvían lentamente a las protestas callejeras. Y las direcciones se vieron obligadas a convocar un nuevo paro nacional a mediados de septiembre.

El asesinato de Ordoñez sirvió así de detonante para la reanudación de las movilizaciones contra el gobierno. Pero la revuelta contra la violencia policial tiene como base la crisis económica, que sigue destruyendo puestos de trabajo, salarios y condiciones laborales. Es necesario dar expresión consciente al movimiento, planteando un plan único de reivindicaciones de las masas, que las proyectan en choque con el régimen burgués.

Se trata de inmediatamente a asambleas de base, formar comités de lucha unificados entre empleados y desempleados, convocar a la unidad de obreros y campesinos, y demás organizaciones de oprimidos, para que sea votada un programa propio para la crisis. Es sobre la base de delegados electos y revocables de las bases, que se debe convocar a un nuevo Comité Nacional de Paro, apoyado en la democracia obrera y los métodos de acción directa. El asesinato del taxista y la revuelta popular pusieron las demandas democráticas en abierta confrontación con el gobierno dictatorial y pro-imperialista. La vanguardia que rechaza la política de colaboración de clases de las direcciones traidoras se enfrenta a la tarea de constituir el partido marxista-leninista-trotskista. Un paso en esta dirección dará paso a la superación de la crisis de dirección revolucionaria.

(nota de MASSAS nº 619 – POR Brasil)

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