Moneda corriente: nueva embestida a los jubilados

El anuncio del ajuste al haber jubilatorio del 7,5% a partir del mes de septiembre pasó sin pena ni gloria… ni consecuencias. Sumido en la más absoluta indiferencia quedó establecido que la jubilación mínima quedará en $18.129, aproximadamente un cuarto de lo que cuesta la canasta familiar.

Aunque se daba por descontada, resulta asombroso cómo el Gobierno intentó ingeniárselas – sin éxito – para presentar una nueva estafa como un acto vindicativo. Aquellos jubilados que durante 4 años solo recibieron golpe tras golpe bajo el criminal Gobierno de Macri y creyeron que votando a Alberto Fernández, algunos de sus problemas esenciales iban a comenzar a resolverse, viven en carne propia (una vez más) toda la crueldad de la politiquería burguesa.

“El Estado tiene la obligación de financiar en la madurez a los ciudadanos” sostuvo Alberto Fernández, quien durante la campaña electoral había anunciado que aumentaría las jubilaciones un 20% en diciembre del 2019. Muy lejos de eso, no solo no ha cumplido su por demás limitada promesa (o más bien, mentira) electoral, sino que arremetió contra los ajustes jubilatorios que hubiesen correspondido, generando un fenomenal ahorro fiscal cuyo destino conocemos bien de cerca: el pago de la deuda externa.

Cinismo puro. No hay otra forma de describir los anuncios y los dichos del Presidente cuando expresaba que “aquellos que trabajaron y aportaron toda una vida y al final de su vida necesitan contar con un ingreso mínimo para vivir dignamente”. Pareciera que Alberto Fernández considera que con $18.000 se puede vivir dignamente. ¿Acaso puede decirse semejante burrada sin recibir un mínimo escarmiento?

La ignominiosa movilidad jubilatoria votada durante el macrismo fue una herramienta fundamental para confiscar más de un 20% de los haberes jubilatorios durante dos años, desde 2017. Pero lamentablemente la suspensión de la misma no obedece a objetivos de resarcimiento, sino todo lo contrario… busca avanzar en confiscaciones mayores.

Los revolucionarios, lejos de reivindicar aquella nefasta movilidad, o ésta aún más nefasta suspensión, señalamos que la jubilación debe ser como mínimo lo que cuesta la canasta familiar, hoy en más de $70.000; que las reivindicaciones de los jubilados deben ser tomadas e incorporadas al pliego de lucha del conjunto del movimiento obrero; y que no es con votaciones, ni con amparos judiciales, sino solo confiando en nuestra propia organización y en nuestros propios métodos que podremos conquistar realmente – tanto para los jubilados, como para el resto de los trabajadores – lo que necesitamos para vivir dignamente.

 

(nota de MASAS nº 377)

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