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Por un 1° de mayo obrero, socialista e internacionalista

Las masas viven una tragedia. La barbarie social que se arrastra desde hace años se agravó con la pandemia y se generalizó en todo el mundo.

Ante nuestros ojos se viene produciendo una descomunal destrucción de fuerzas productivas, principalmente de la fuerza de trabajo, su componente fundamental. Esta destrucción es presentada  como la única vía que tiene la burguesía y el imperialismo para sacar a flote la economía capitalista en crisis.

Todos los gobiernos del mundo se han visto obligados a tomar medidas extraordinarias para enfrentar la crisis económica y sanitaria. Todas estas medidas han sido diseñadas pensando en afectar lo menos posible los intereses de la clase dominante, de los grandes empresarios y terratenientes, de las grandes transnacionales imperialistas, que, por el contrario han encontrado en esta crisis una oportunidad para resolver sus problemas de sobreproducción y abaratar sus costos desembarazándose del peso de cargas sociales, cerrando fuentes de trabajo, recortando salarios y prestaciones sin tener que enfrentar la resistencia organizada de los trabajadores recluidos en sus casas o anulados por la labor traidora y colaboracionista de la burocracia sindical.

Estas medidas terminan descargado el peso de la crisis sobre la clase obrera, los trabajadores y sus familias. La destrucción de la familia obrera es parte de la destrucción de las fuerzas productivas que la burguesía aplica como respuesta a la crisis. La peor parte de la crisis de salud viene siendo pagada por las grandes mayorías oprimidas del planeta. Somos testigos de que, en una sociedad en decadencia, como es el capitalismo en su fase imperialista, toda crisis de alguna magnitud, tiene como resultado acentuar los niveles de barbarie y desintegración social.

Es en medio de la mayor tragedia desde la 2ª Guerra Mundial, que emerge la crisis de dirección revolucionaria del proletariado internacional. No teniendo cómo responder a la incapacidad de la burguesía para proteger a la mayoría oprimida y al capitalismo en descomposición, las masas quedaron sujetas al poder económico y a los gobernantes, que sobrepusieron y sobreponen sus intereses de explotadores sobre las necesidades más elementales de los explotados. Las direcciones sindicales y políticas con las que el proletariado podría contar se mostraron profundamente adaptadas al capitalismo y serviles de la burguesía y de los gobernantes, que no utilizan los vastos recursos económicos y científicos para proteger a las masas, principalmente a los pobres y miserables.

Este 1º de Mayo quedará marcado por la traición de sus direcciones, en el momento más difícil y necesario en que las fuerzas organizadas de la clase obrera y demás trabajadores deberían estar en combate por sus necesidades y por la estrategia propia de poder.

El Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional llama a los explotados y a su vanguardia con consciencia de clase a defender un 1º de Mayo presencial, obrero, socialista e internacionalista. Rechaza substituir la lucha directa en las calles por las imposturas virtuales. Que el 1º de Mayo sirva para dar por lo menos un paso en la recuperación de las fuerzas organizadas de la clase obrera, frente a la burguesía parasitaria y bárbara.

Es fundamental señalar que la guerra comercial entre las principales potencias que tiende a transformarse en guerra bélica, no solo no cedió bajo la pandemia sino que adoptó las formas más siniestras, utilizando todo el poder económico y el peso de los principales laboratorios farmacéuticos para acaparar las vacunas, para potenciar las ganancias y para imponer condiciones económicas y políticas a los países. A las semicolonias y también a otros países imperialistas. El imperialismo es incapaz de cooperar para enfrentar los contagios y las muertes, utilizando todo el desarrollo tecnológico y científico, utiliza las vacunas como un arma de guerra, mostrando hasta dónde llega su descomposición.

En medio de la pandemia, la principal potencia imperialista, con cientos de miles de muertos, con una fuerte caída de su economía, aumentó su producción de armamentos. La restauración capitalista en los estados obreros le dio oxígeno al capitalismo agotado, pero ya no alcanza, como no alcanza el reparto del mundo que se hizo después de la 2da. Guerra Mundial, todo está en crisis, en disputa entre las principales potencias que avanzan con sus preparativos bélicos. La crisis de superproducción no se puede atenuar como tampoco detener la tendencia a la caída de la tasa de ganancia capitalista.

La crisis sanitaria, con más de 3 millones de muertos en el mundo, con situaciones de horror y desesperación que se repiten en todas partes dejó al desnudo la destrucción de los sistemas públicos de salud, el avance privatizador, la desprotección sanitaria de la mayoría de la población, con carencias vitales. Un año de pandemia no sirvió siquiera para que mejoren las condiciones de prevención y atención. La llamada segunda ola, más virulenta que la anterior, mostró que los gobiernos no pudieron aplicar las enseñanzas que dejó el 2020.

Los gobiernos muestran que son incapaces de proteger la vida. Quisieron hacernos creer que con su política de aislamiento social, de que “nos quedemos en casa” se podría contener la pandemia.

Insistimos, en este cuadro es criminal la traición de las direcciones burocráticas de los sindicatos y centrales sindicales que abandonaron a los trabajadores, que se sometieron a las políticas de los gobiernos sin lucha, sin resistencia, y condenando a los que salían a luchar. Los gobiernos nacional reformistas fueron incapaces de tomar las medidas que la defensa de la salud de la mayoría exigía.

En este escenario las masas resisten empujadas por el agravamiento de las condiciones de vida y de trabajo, pese a todas las restricciones y bloqueos. En todas partes aparece con claridad la necesidad de resolver la crisis de dirección revolucionaria, la tarea de construir el partido de la clase obrera que encarne la estrategia de poder obrero y campesino, la dictadura del proletariado, la revolución social, que exprese la rebelión de las masas ante una situación insoportable, la peor de las últimas décadas. De lo contrario todo el peso del derrumbe capitalista seguirá cayendo sobre nuestras espaldas.

Por eso es tan importante la lucha por la independencia política de la clase obrera respecto de los gobiernos y todas las instituciones del Estado y también de los partidos patronales. Es vital. Es necesario romper con toda política de colaboración y conciliación de clases. Decimos otra vez: no será por medio de elecciones o de leyes o de constituyentes que se podrá transformar la sociedad, no será por esa vía que podremos terminar con el capitalismo en descomposición. No hay caminos alternativos.

Es urgente la lucha por un plan de emergencia para terminar con la desocupación, los despidos, los cierres de empresas, por recuperar el salario y terminar con todas las formas de precarización del trabajo, defendiendo las conquistas laborales, terminar con la miseria, la pobreza y el hambre. Para desconocer toda la deuda pública, terminar con el parasitismo financiero, nacionalizando el sistema bancario. Terminar con el saqueo de nuestras riquezas. Tomar la defensa de la salud pública en nuestras manos, la burguesía en todo el mundo se ha mostrado incapaz de enfrentar la pandemia utilizando todos los recursos materiales, científicos, humanos.

Aparece dramáticamente la necesidad de reconstruir la dirección internacional de la clase obrera, sobre la base del balance de todas las derrotas y traiciones, de la liquidación de la III Internacional por el stalinismo y la desintegración de la IV Internacional a manos de los revisionistas.

Las condiciones para esta tarea han mejorado ya que se ha hecho muy visible la derechización de las corrientes nacional reformistas, la integración del stalinismo a sus filas y también el abandono por parte de la mayoría de las corrientes centristas de sus ataduras con la clase obrera.

Es necesario que la vanguardia que lucha tome conciencia de que se puede frenar la catástrofe que vivimos. Que confíe en la organización de las masas y sus propios métodos de lucha. Que abandone toda ilusión legalista.

Es preciso derribar el capitalismo en descomposición para evitar una mayor degradación de la humanidad. Ese capitalismo no se puede reformar, ni mejorar, ni humanizar. Para reconstruir la sociedad sobre otras bases debemos terminar con la gran propiedad capitalista, con los monopolios, con el parasitismo, para poder desenvolver las fuerzas productivas y empezar a resolver los problemas urgentes de la mayoría.

La lección de la historia es que la sobrevivencia del capitalismo es sinónimo de barbarie en todas sus formas y la tendencia es al agravamiento de las condiciones de vida y de trabajo, a la guerra, las migraciones. Sólo el socialismo es la alternativa ante la catástrofe que vivimos, no hay otra. Y sólo la clase obrera, su programa, su estrategia, encarna esta salida revolucionaria a la crisis de la humanidad.

 

¡Viva la lucha de la clase obrera y los oprimidos en todo el mundo!

¡Es la hora de barrer con toda la inmundicia capitalista!

¡Socialismo o barbarie capitalista!

 

Declaración del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional

26 de abril de 2021

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