¿Por qué la juventud oprimida debe luchar contra la guerra en Ucrania? ¿Qué posición política y programática adoptar?

Carta del Partido Obrero Revolucionario (POR), la Corriente Proletaria Estudiantil y la Corriente Proletaria en la Educación a la juventud 

27 de marzo de 2022

Estamos muy lejos de Ucrania. Sin embargo, política y emocionalmente, la guerra acercó a la población brasileña a la tragedia que sufrió la población ucraniana. Pero, a través de los medios de comunicación, se nos hizo y se nos hace ver los daños materiales y los daños a las vidas humanas como si Rusia fuera la única responsable.

Nunca una guerra de ocupación ha sido televisada y comentada diariamente por periodistas, profesores, ex-diplomáticos y todo tipo de expertos. Estados Unidos ha destruido Irak en dos guerras de intervención, ha provocado un gran caos en Afganistán, derrocando al gobierno constituido y poniendo un títere en su lugar. La intervención militar en Libia dividió el país y rompió su unidad económica. Mientras Rusia decidía invadir Ucrania se intensificaban los bombardeos de Arabia Saudita sobre Yemen, con el apoyo de Estados Unidos a la poderosa coalición militar saudí. En ninguno de estos casos la prensa ha dedicado tanta publicidad como la que está dedicando a la guerra de Ucrania.

Se podría decir que la diferencia es que esta vez se trata de una guerra en la que participan potencias militares como Estados Unidos y Rusia. De hecho, el mundo se enfrenta a una conflagración dentro de Europa, que tiene un potencial de mayor alcance. Se habla del peligro de una tercera guerra mundial si la OTAN se implica directamente en el enfrentamiento militar. Pero en cuanto a la destrucción de vidas y bienes materiales, las guerras de intervención de Estados Unidos en Irak, Afganistán y Libia han sido devastadoras. En cuanto a las consecuencias bárbaras, por tanto, todas son condenables, porque son guerras de dominación, por parte de las potencias imperialistas, sobre pueblos débiles. Y, además, hay que reconocer que estas guerras están detrás de la guerra en Ucrania. Esto se debe a que reflejan la descomposición del capitalismo y, en consecuencia, el agravamiento de la crisis mundial tras la Segunda Guerra Mundial.

Otra razón para que los explotados, y en particular la juventud oprimida, se acerquen a la lejana guerra de Ucrania ha sido la represalia económica, desatada por Biden y su alianza europea. La economía mundial, en su conjunto, ya está reflejando sus impactos, en forma de precios disparados de productos esenciales para la población. La clase obrera y los demás explotados se llevarán la peor parte del aumento del coste de la vida, del desempleo y del subempleo.

Constatamos que los trabajadores brasileños se han acercado a la lejana Ucrania por la propaganda diaria norteamericana de la guerra y por una de sus consecuencias, que es el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas, que sobreviven del empleo y del salario. En la prensa de los monopolios, sólo tenemos la versión estadounidense de la guerra, como si Estados Unidos fuera amante de la paz y Rusia el carnicero.

Esta carta a los jóvenes pretende exponer y definir una posición de clase sobre la guerra, es decir, una posición proletaria y socialista. ¿Por qué es necesaria una explicación de clase? Porque la guerra de Ucrania es una más de las guerras provocadas por los intereses económicos de los capitalistas, y no por la lucha de los explotados contra la burguesía y el capitalismo decadente.

Los explotados no deben confundir la guerra de dominación con la guerra de liberación. Estados Unidos se vio obligado a recurrir a la guerra de independencia contra el colonialismo inglés y a la guerra civil para acabar con la esclavitud. Eran guerras de liberación, que los explotados de todo el mundo debían aprobar y apoyar. Pero la guerra de Estados Unidos contra la liberación anticolonialista de los norvietnamitas demostró que, como potencia imperialista, sólo puede promover guerras de dominación. Ese es el lugar de la administración Biden y de la burguesía estadounidense en la guerra de Ucrania.

¿Y cuál es el lugar de Rusia? ¿Estaría en la posición de una potencia militar liberadora? No, en absoluto encarna una guerra de liberación. En ese caso, ¿son iguales Estados Unidos y Rusia? No. Son iguales en cuanto a librar una guerra de dominación, pero difieren en cuanto a los motivos y la responsabilidad de la guerra. Esta diferencia es de importancia táctica, para unir a la clase obrera y a los demás oprimidos ucranianos y rusos, así como a los explotados europeos en su conjunto y en todo el mundo, contra la guerra de dominación.

La decisión del gobierno ucraniano y de la oligarquía burguesa de someter al país a la OTAN supuso un cerco militar a Rusia. Por eso, Estados Unidos, que manda en la OTAN, ordenó a Zelenski que no aceptara un acuerdo sobre la neutralidad de Ucrania. Esto implicaría sin duda discutir la situación de la región separatista de Donbass y de Crimea. El pueblo ucraniano se encontró, por un lado, con las presiones del imperialismo occidental y, por otro, con la necesidad de la oligarquía rusa de preservar su dominio sobre las antiguas repúblicas soviéticas, escindidas de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS), que se desintegró en 1991. Sin una independencia real, Ucrania se ha convertido en el peón de la Unión Europea y de Estados Unidos en la guerra comercial y la disputa geopolítica con Rusia, que ha estado restaurando el capitalismo en lo que queda de la revolución socialista de octubre de 1917.

Llamamos la atención de los jóvenes sobre el hecho de que no es posible entender las contradicciones y particularidades de la guerra en Ucrania, sin identificar sus raíces históricas. La campaña de Estados Unidos, para convencer a la población mundial de que la invasión militar en el país vecino se debe a los objetivos expansionistas de Rusia, es groseramente falsa. El avance de la OTAN, que comenzó con las antiguas repúblicas populares de Europa del Este y entró en parte de las antiguas repúblicas soviéticas, se corresponde, de hecho, con el expansionismo de Estados Unidos, sobre las fronteras nacionales, que no estaban bajo su control tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Rusia ha demostrado su fragilidad como potencia económica con el colapso de la URSS y la pérdida de influencia sobre importantes ex repúblicas soviéticas, que se han acercado a las potencias occidentales. Para mantener su poder regional, depende de someter a las antiguas repúblicas soviéticas a la opresión nacional, lo que es típico de la dominación imperialista, aunque Rusia no se ha convertido en un exportador de capital, lo que caracteriza al imperialismo. O Estados Unidos ordenaba a Zelenski que llegara a un acuerdo sobre la neutralidad de Ucrania, o Rusia tendría que seguir adelante con la ocupación militar. Si Rusia diera marcha atrás en el asedio montado en diciembre, la oligarquía burguesa ucraniana y Biden estarían, hoy, acordando la entrada del país en la OTAN.

Ante esta situación, la juventud explotada y oprimida debe marchar unida por el desmantelamiento de la OTAN, el fin de las bases militares estadounidenses, la derogación de las medidas de represalia económico-financiera contra Rusia, la retirada de las tropas rusas de Ucrania, la autodeterminación de la nación oprimida y la integridad territorial.

¿Qué otro camino se podría haber tomado, que no sea el de la guerra de dominación? La clase obrera, rusa y ucraniana, habría tenido que unirse en la lucha contra la ofensiva del imperialismo y su brazo armado, la OTAN; y por el fin de la opresión rusa de las antiguas repúblicas soviéticas. Sucede que la liquidación de la URSS se produjo sobre la base del proceso de restauración capitalista. Las consecuencias fueron históricamente significativas. El imperialismo norteamericano se fortaleció en todo el mundo. Y fue capaz de ampliar el radio de acción de la OTAN, hasta sitiar a Rusia, empezando por las antiguas repúblicas populares de Europa del Este. Este terreno tendrá que ser recuperado, a través de la lucha de clases.

La crisis de dirección, que se viene produciendo desde la llegada de Stalin al poder en el Estado Obrero, ha alcanzado su punto álgido. La clase obrera y los demás pueblos oprimidos de las antiguas repúblicas soviéticas y de las antiguas repúblicas populares se han dispersado y dividido bajo la política de restauración capitalista, bajo el dominio de las oligarquías burguesas y bajo la proyección del nacionalismo xenófobo. La clase obrera, sin sus partidos nacionales, como secciones del partido mundial, como fue la III Internacional, no tiene posibilidad de erigir un programa propio, aunque puede levantarse instintivamente contra la guerra de dominación.

Ahí está la explicación de por qué la clase obrera no ha sido capaz de presentar su propio camino a la crisis del capitalismo; y no ha sido capaz, ahora, ante la guerra en Ucrania, de luchar por la autodeterminación del país, respondiendo, al mismo tiempo, al asedio imperialista de Estados Unidos y a las acciones de dominación nacional de Rusia sobre las antiguas repúblicas soviéticas. Esta situación desfavorable para la lucha del proletariado por retomar el curso de la revolución social y el socialismo no implica que su vanguardia no comprenda el carácter capitalista de la guerra de dominación y levante sus banderas y tareas. La juventud oprimida, una vez que se sabe lo que está pasando, puede y debe tomar una posición correcta frente a la guerra en Ucrania.

Los alumnos volvieron a las escuelas desorganizados y desorientados, después de dos años de pandemia y receso escolar. Las direcciones de los centros académicos, de los consejos estudiantiles, de los DCE y de la UNE se mostraron impotentes, ante la tarea de desarrollar una lucha contra la incapacidad de la burguesía de proteger la vida de los más pobres, miserables y hambrientos. En Brasil murieron más de 650.000, y en el mundo, 6,5 millones, la inmensa mayoría trabajadores.

La prolongación de la pandemia hizo caer la economía mundial, agravando el desempleo, golpeando los salarios y provocando el hambre de millones de personas. Cuando se esperaba una reactivación económica, llegó la guerra en Ucrania y las violentas medidas de sanciones económico-financieras, que prolongarán y profundizarán aún más la crisis mundial. En todas partes, las masas oprimidas tendrán que reaccionar, y la juventud está llamada a ponerse al frente de las luchas. Y sólo podrán enfrentarse a los capitalistas y sus gobiernos con su propia organización; y respondiendo a la guerra de dominación y ala desocupación y la miseria.

Esta carta forma parte de la campaña internacional del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI), del que el POR forma parte, como una de sus secciones. En este llamamiento, defendemos que la juventud se posicione por el fin de la guerra, bajo las siguientes banderas: Desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares estadounidenses; Derogación de todas las sanciones económico-financieras contra Rusia; Por la retirada de las tropas rusas; Autodeterminación e integridad territorial de Ucrania.

El POR, la Corriente Proletaria Estudiantil y la Corriente Proletaria en Educación defienden que los CEAs, DCEs y la UNE convoquen asambleas en todas las capi. Con estas medidas, es posible dar pasos para superar la parálisis y la desorganización del movimiento estudiantil.

JUVENTUD OPRIMIDA, ¡NO PERMANEZCAMOS DISUELTOS Y PASIVOS ANTE LA GUERRA Y LA BARBARIE CAPITALISTA!

¡LEVANTEMOS LAS BANDERAS DE LA CLASE OBRERA Y DE LOS DEMÁS EXPLOTADOS!

RETOMEMOS LA LUCHA POR EL SOCIALISMO, LA ÚNICA FORMA DE COMBATIR LAS GUERRAS DE DOMINACIÓN CAPITALISTA

(POR Brasil – MASSAS Nº660)

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